Se sentía solo, deprimido, hasta que entró a la iglesia y encontró sosiego

Casa Cuervo, imperio tequilero, obra de Juan Beckmann Vidal 

Estoy pensando en mi amigo Juan Beckmann Vidal quien hace poco cumplió años, rodeado de sus nietos. Sobre todo lo admiro porque es un ser humano brillante que supo construir un imperio tequilero, Casa Cuervo, a base de paciencia, trabajo, sencillez, honradez, riesgo y coraje. Siempre se ha regido según sus valores. Siempre enamorado de Doris, su esposa, con quien pasó ratos duros de recién casados, perdieron algún bebé y no tenían dinero ni muchos amigos entonces. Dependían el uno del otro, se querían hasta el fin del mundo. Después llegaron los tiempos buenos, el éxito de Tequila José Cuervo en el mundo entero, sinónimo de México, del agave, calidad, camaradería, fiesta, colores, Cielito Lindo, danza de los viejitos, del venado, jarabe tapatío, son jarocho. 

 


Doris murió el 31 de mayo del año pasado, 2023, luego de una enfermedad larga, perdió la memoria. Sin embargo a él le decía siempre, mi esposo, mi esposo y todas las noches oían operas y música clásica. Juan también perdió a su hija menor, llamada Doris como su mamá, en septiembre, unos meses después de Doris grande. Dos golpes tremendos. Su hijo Juan Domingo se ocupa de él con mucho cariño, ya que Juan está semi-retirado (y también /como yo), con problemas de memoria. 

 


Joel dice de su “más que buen amigo” Juan, que guarda un sentido de obligación hacia los que no tienen, muy marcado. Es cierto. Siempre preocupado por los menos afortunados “porque se mejore la situación de la gente pobre”. Añade lo siguiente. “Quienes lo tratan se quedan impresionados de la sencillez, el sentido común, lo generoso, lo inteligente. Deja huella”. También nos contó una historia que ni sus amigos ni su hijo conocían, sobre cómo se encontró con Dios. Juan tenía 12 años, su papá lo dejó en una especie de internado en la Colonia del Valle, o casa de huéspedes para alemanes. –¿Alemanes?– Pregunto yo. – Sí– contesta–ya ves que los antepasados son de origen alemán. Bueno, pues el papá le dijo, vas a agarrar este camión de ida y regreso al colegio y te vengo a recoger dentro de dos meses. Entonces Juan se sintió muy solo, deprimido, se puso a caminar y entró en la iglesia, en una placita. Rezó, Dios ayúdame. En ese momento se sintió tranquilo. Se volvió creyente – añadió Joel. 


Entre sus amigas más antiguas está Chacha Serna, sobre Juan menciona al “hombre exitoso con gran visión, generoso, innovador. Hombre actualizado, de objetivos claros y quien no conoce obstáculos”. Y Guadalupe Peñafiel dice: Me pides, Nina, qué es lo que pienso cuando me dicen Juan Beckmann, lo primero es en el gran amor que sentía por Doris. Algo excepcional. Como amigo, muy cálido y muchas veces muy bromista, de un gran sentido del humor. Como persona, pienso en él como el gran hombre de negocios que todo el mundo conoce, exitoso a más no poder. Lo que si te digo muy fácil, es que lo queremos mucho, Nina, muchísimo, y parece ser que nos va a quedar muchos años más para seguirlo queriendo. Silvia Martínez Guerrero lo felicita por sus 84 años “de ser un buen hombre, sin lugar a duda inteligente y generoso, afortunado de contar con un maravilloso hijo que lo cuida y unos amigos que lo queremos tanto”. Y su amigo del alma, Marco Vinicio, recuerda disfrutar con Juan “los tantísimos años en los cuales hemos atesorado tantos viajes, vivencias y memorias inolvidables”. 


Solo puedo añadir lo cariñoso que es Juan conmigo, creo que le conmovía verme muy trabajadora en las ferias de arte de Miami y Ciudad de México. Cuando me recibe en su comedor de Cuervo se le ilumina la cara. Quiere a sus amigos, los celebra y apoya. Siempre me pregunta por Colmillo, mi perrito recuperado.

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