La niña perdida en Nápoles, y mi hermano perdido en Costa Rica Parte I
Yo tampoco he podido llorar por mi hermano Carlos, no es que no quiera, sino que no he tenido tiempo. La vorágine de mi vida en esta etapa ha sido confusa, cambiante, igual a las depresiones que me llevan a estar feliz y luego angustiada, aguda y luego indolente. De repente estuve arriba durante el verano, poco después de que Carlos desapareciera. Y en lugar de dejar todo por él, de ir a Costa Rica a ver a su hija Alina, seguí con el indestructible programa de los eventos de arte en Europa: París, Kassel, Munster, Venecia, Londres, Madrid y varios intervalos en París. Tenía mucho que hacer, un proyecto con la ADIAF (Association pour la Diffusion Internationale de l'Art Français) para la Bienal de La Habana, y mucho que hablar y gozar con mis amigas y compañeras de viaje: una, directora de museos, otra, artista española. Carlos desapareció el 4 de mayo de 2017. Acabo de leer La niña perdida, cuarto y último libro de Elena Ferrante, una saga de dos ...