Sábado en el Tamayo, Ciudad de México, Parte II
La envidia es momentánea
Es la segunda vez que veo esta exhibición y no conocía la obra de Eduardo Costa, argentino de 73 años. He oído decir que es “divino y muy interesante”. No lo dudo, pues en las cartas que presenta en su muestra leo emocionada de su amistad con Leandro Katz, fotógrafo también argentino y realmente divino e interesante que exhibió en mi galería hace 30 años fotografías de expediciones arqueológicas del siglo XIX a las de zonas de la cultura Maya y otras sobre la captura y ejecución del Che Guevara. ¡Que nostalgia de mi galería en aquellos tiempos! Me sentí en casa dentro de la exhibición antológica de Eduardo Costa en el Tamayo.
Al entrar a las salas superiores del museo me sorprende la luz, mucha luz, la escultura grande semicircular de madera clara, geométricos blancos cuadrados con esferas, al fondo una cruz hecha con imágenes de “moda ficción”. Todo muy limpio y minimalista. Me encanta el artista, su ritmo, la armonía. Y doy la vuelta.
Ahora sí un paisaje visual, barroco y ordenado al mismo tiempo. Color. Triángulos y cuadrados en amarillo, blanco, rojo y principalmente azul Yves Klein saliendo de lo alto de las paredes, objetos y geométricos de los mismos colores en las mesas. Dice la guardia de la exhibición que el artista estuvo poniendo y quitando, quitando y poniendo objetos en 3D o pintura volumétrica, grandes sandías, florero y flores, instalaciones pequeñas de peces, cebollas, el martillo y otras herramientas, serpiente, cobija. Las mesas de diferentes alturas parecen rodar los “downs on the lawn”, como dispuestas para un picnic en la yerba.
Y hasta arriba, en lo más alto de las paredes, fotografías enormes de moda ficción que habían sido publicadas en la Revista Vogue y Harper’s Bazaar. Eyy, mira a Marisa Berenson en portada con una oreja de oro de 24 quilates, diseño de Eduardo Costa. Marisa, hija de la condesa Gogo Schiaparelli, sobrina biznieta del famoso crítico de arte Bernard Berenson y cuñada de Anthony Perkins. La mismísima con quien Joel mi marido y yo comimos en Fouquet’s (entonces el Camino Real) a principio de los 70s. Nos la presentó el “Cuico” Nicolás Sánchez Osorio, cronista de la joven alta sociedad mexicana–ya fallecido- cuando Marisa era la modelo publicitaria mejor pagada de la época, con su portada de Vogue (1970) y de Time Magazine (1975). ¡Tanta frivolidad¡ ya tengo muchos años, pienso, qué horror. ¿quién se va acordar de Marisa Berenson o de Nicolás Sánchez Osorio? Ahora somos muchos en la Ciudad de México y la alta sociedad no existe, solo se oye de los nuevos muy ricos y los políticos muy ricos con sus hijos y nietos, Miguel Alemán, Miguelito Alemán y el joven hijo de este (¿12 años?) a quien le dicen simplemente MAS, como “más”.
La exhibición pasa a la siguiente sala donde aparece el mismo escenario colorido, otras mesas redondas. Además de las pinturas volumétricas, aquí están las postales, cartas, manifiestos, documentos y libro de Happenings, Carta de Octavio Paz a Eduardo donde habla de Happenings, foto de la bicicleta de Duchamp con rueda y espiral “a la Eduardo Costa”, carta de Eduardo a la viuda de Duchamp, Teeny, pidiendo visitar su departamento de 28 West 10th Street para ver los azulejos decorados de su baño, poemas de Eduardo Costa para el evento de moda…todo lo profundo e intelectual que ofrece la obra de este argentino excepcional.
Los visitantes están cautivados leyendo las postales de Ana Mendieta. Así que eran amigos, claro, los latinos que vivieron en Nueva York eran una piña, unidos de mente y corazón. Ana se había ido a Roma y desde ahí le dice escribiendo a mano sin acentos. Querido Eduardo: …Yo extraño nuestras conversaciones pero te dire que NY me parecio horrendo. Cada dia mas cegatos del resto del mundo. Hoy lei que Reagan continua su campaña en Centroamerica y me alegro de estar fuera de ese pais que el dia menos pensado se hunde ¡Que felicidad de ser una latina entre latinos! Cuentame de la galeria de Carla pues estoy ansiosa de tener tu opinion…¿Será la galería de Carla Stellweg? Claro.
Otra carta increíble de 1965 dirigida a Eduardo que le envía Oscar Masotto (responsable de introducir la enseñanza y la práctica de Jacques Lacan al idioma castellano), donde le dice “vení, vení”, invitándolo a Nueva York, yo aquí vivo en un departamento que me han prestado…tenés aquí lugar para dormir, cómodo, y en cuanto a la comida no hay problemas. Por otra parte con dos dólares diarios podés comer, en Bares…Volviendo a resumir: tomá el avión inmediatamente…con respecto a trabajo, nunca te iría tan mal, y nunca te morirías de hambre, y al cabo de seis u ocho meses, si decidieras volverte, ya habrías hecho lo esencial, el primer contacto con este país, al que xxxx prefiero no adjetivar, puesto que todo epíteto sería insuficiente para decir todo lo fuerte y sorprendente…
Nos demoramos tiempo en cada misiva. Una especie de voyerismo, dos dólares diarios para comer. Y vivir en Nueva York. Tengo cierta envidia de los que se fueron y se quedaron allá. Mis hermanos por ejemplo. Yo regresé, vine a México. Tercer mundo, corrupción, impunidad, violencia, estamos hoy al borde de ser un estado fallido…
La envidia es momentánea. Creo que tuve mucha suerte en estar aquí, a pesar del PRI y el PAN, a pesar de todo…gente como el pueblo de México, en ningún lugar del planeta. Gente mexicana: generosa, solidaria y con un grado bajo de rencor.
Voyerismo
Entrada
Carta de Oscar Masotto: con dos dólares diarios podés comer
Marisa en portada de Vogue, oreja de oro
Ana Mendieta: NY me pareció horrendo
Picnic de los downs on the lawn
y bicicleta con rueda y espiral (Duchamp-Costa)
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