Un día en la vida de Tachito en tiempos del Coronavirus, dedicado a mi querido amigo
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Él amanece con sus patitas delanteras bajo la cara alargada. ¡No lo toques Nina, no lo toques, ve a lavarte las manos!. Voy al baño y me lavo las manos. Al rato me baño y me pongo el traje de hacer ejercicio. Me unto la crema maravillosa Sisleya de Sisley que costó una fortuna, oro. Además es la crema “milagro”. Milagro porque hace como dos o tres semanas, en estos tiempos del Coronavirus es más difícil medirlo, aún estaba abierto el Palacio de Hierro de Durango; prefiero ese porque está cerca de mi ex-galería –ya la renté a una compañía de publicidad española-, mandé la tarjeta Visa y ofrecí el pin por teléfono. ¡Que alegría cuando regresó José Luis con la Sisleya, crema que aunque no la necesitaba, usaba la Princesa Diana. Era la única que quedaba y me la estaban guardando. Ahora me pongo la crema día y noche, me conforta. Me hace ilusión y sonrió. Volviendo a Tachito: después de la crema milagro me maquillo, ya que estoy salgo al cuarto y digo “¡Vamos!”. Tachito se est