Un día en la vida de Tachito en tiempos del Coronavirus, dedicado a mi querido amigo

Él amanece con sus patitas delanteras bajo la cara alargada. ¡No lo toques Nina, no lo toques, ve a lavarte las manos!. Voy al baño y me lavo las manos. Al rato me baño y me pongo el traje de hacer ejercicio. Me unto la crema maravillosa Sisleya de Sisley que costó una fortuna, oro. Además es la crema “milagro”.

Milagro porque hace como dos o tres semanas, en estos tiempos del Coronavirus es más difícil medirlo, aún estaba abierto el Palacio de Hierro de Durango; prefiero ese porque está cerca de mi ex-galería –ya la renté a una compañía de publicidad española-, mandé la tarjeta Visa y ofrecí el pin por teléfono. ¡Que alegría cuando regresó José Luis con la Sisleya, crema que aunque no la necesitaba, usaba la Princesa Diana.

Era la única que quedaba y me la estaban guardando. Ahora me pongo la crema día y noche, me conforta. Me hace ilusión y sonrió.

Volviendo a Tachito: después de la crema milagro me maquillo, ya que estoy salgo al cuarto y digo “¡Vamos!”. Tachito se estira en el famoso Perro boca-abajo y Perro boca-arriba y vámonos, me sigue escalera abajo.

Siempre ahí fumando y con el móvil

Lo engaño. Él cree que va a pasear, se sube a la camioneta Honda Roja. José Luis al timón y me sigue en la caminata cinco minutos abajo y cinco minutos arriba. Me parece como un espejismo la imagen de ese señor en la esquina de Alpes y Apalaches, frente a la casa de los Dubson. Todos los días está ahí, el mismo, fumando y con el móvil en mano. Es increíble, mantiene la posición, ni un milímetro se mueve.

Atole, tamales y pan dulce

Después vuelvo a ver el mirage: la señora que va en la banqueta taconeando, tac, tac, tac, toc, toc, toc; el de la bicicleta con atole, tamales y pan dulce, el que se le acerca a comprar, la que corre en shorts negros y tenis rojos, todo se repite, todo es igual día a día.

Regreso, meto los pies en agua y jabón, se mojan los tenis míos. A Tacho le lavo sus patas aunque no caminó, solo hizo pipí. Le gusta eso, que le lave sus patas. Subo, me quito la ropa y la echo a limpiar. Me visto. Pido el desayuno. Hoy me puse a dieta, sin pan por favor. 126 libras. Es bastante para mi, tengo que bajar un poco.

Mis tenis

Me da sueño después y reposo 40 minutos. Sí me dormí, qué rico. Hago unos cuantos abdominales. Y ya. Subo a la oficina, saludo al buen Ricardo. Tachito me sigue por la escalera caracol.

Médico extirpando un bubón

"Vi anoche con Liz el video que me mandaste", dice Ricardo. Una excelente conferencia que nos envía el artista colombiano Nadín Ospina, La historia del arte desde la historia de las pandemias, sí muy buena. Se trata de la Peste del año 1348 que casi extermina a poblaciones del Medioevo. Las ratas traían la enfermedad, ellas comían cadáveres en los galerones y toda Italia se contaminó. Había una Peste Neumónica, que era pulmonar y se morían todos. Y la peste Bubónica que prendía en los ganglios.

El pecado  era origen de la Peste, Dios nos castiga. Yo así lo creo, es un castigo divino, además ya lo vi hace años en Londres en la obra de Teatro de Kafka. Perdón es de Albert Camus (1913-1960). la historia de algunos doctores que descubren el sentido de la solidaridad cuando hacen labor humanitaria en Argelia. Esta ciudad estaba azotada por la pandemia. Médicos, turistas y delincuentes caen con el Coronavirus de entonces.

Micco Spadaro - Largo Mercatello durante la peste en Nápoles (1656)

Bueno, pues es la peste ancestral de la biblia, es la lepra de los desheredados de la tierra que no pueden andar. Tienen una campana para prevenir a la gente “Stay at home”. Es el combate entre el bien y el mal y los santos son los únicos abogados ante Dios, el que mas rece tiene mayor fuerza.

Los santos hacen que la epidemia pase.

En Toscana la peste frenó la Catedral de Siena y Siena nunca se recuperó, fue ahí precisamente donde hace muchos años conocí a Ilya y Emilia Kabakov, quienes desde entonces no se han movido de mi corazón.

San Roque de Rubens

En Florencia se llevó a más de la mitad de la población. La gente se moría por las calles, rezaban a San Roque que siempre aparecía con su perro, como yo con Tachito, por eso me cae bien, y a San Sebastián. Los santos son los mediadores, el que más reza tiene mayor posibilidad de que ellos lo ayuden con Dios.

La Peste llegó a Santa María de la Salute en Venecia, en 1630, o quizás erigieron esa iglesia para que no llegara la Peste. No lo sé bien. El caso es que el Conde de Mantua se encerró ahí pero tenía contacto con un carpintero y la Peste se extendió a toda la ciudad.

En el siglo XVII durante la Peste en Nápoles los cadáveres los lanzaban desde la muralla, mientras que en Marsella un caballero mantenía la compostura. En el siglo XIX el noruego Edvard Munch (1863 – 1944) pegó un grito Skrik, también se desató la tuberculosis.

La Sífilis en el siglo XX al igual que la fiebre amarilla, el Sida y el Coronavirus...