Adiós a mi palacio de la Roma, tantas vivencias, tanto te extrañaré, dedicado a las y los artistas que aquí exhibieron

Gracias a Ricardo, Mookie, Katiuska, Irene, Jorge, Jose Luis y Jonathan por hacer el montaje conmigo

Dos días de montaje, poco más de cien obras bien seleccionadas, regreso a la Roma de mis amores, la Roma del corazón, de los artistas, familia, amigos y colegas. La Roma que un día caminando por la calle de Zacatecas, Osvaldo Sánchez y Emilia mi hija tocaron el timbre en el número 93. –¿Se vende? –No. – Es que nos queremos casar y nos urge esta casa. Hace treinta años y no se casaron pero nació la galería Nina Menocal, el Corredor Cultural de la Roma y tantas, tantas vivencias. Nos fuimos después a la San Miguel Chapultepec otros cinco años, a mi casa en Las Lomas y la pandemia; ahora con energía renovada y ganas de bailar la cumbia, volvemos a la Roma. Aunque sean unas pocas jornadas. 

Mi retrato, el que acaba de terminar Gritón, en la entrada. Llegaron Katiuska Saavedra e Irene Dubrovsky, “Dale, te ayudamos”, Luis González Palma y Pedro Diego de Alvarado en las primeras salas de abajo, el video de Jorge Bodansky y Fabricio do Canto denunciando el monocultivo de soya en la selva amazónica; la sensible comunión entre animal y persona de las obras de José Bedia y las mini-meninas con paleta de Antonia Gritón en la antesala del elevador. En el primer piso fotografías con collage de Carlos Aguirre, fondo oscuro, raras bellezas. El hoyo de Alicia en el país de las maravillas de Álvaro Verduzco. En la sala larga, Rinoceronte con balas de Patricio Robles Gil, adentro de las balas mensajes de personajes famosos -Elena Poniatowska, Manolo Arango, Guillermo Arriaga- que maldicen a los furtivos. La jirafa desvaneciéndose, vámonos con el viento, una de las piezas más poéticas.  

Los paisajes de Eric Pérez no dejan de quitar el aliento. Montañas del Perú y una llama solitaria en azul. La sala mayor de gran altura con bóveda catalana para las Mujeres que somos. Katiuska Saavedra abriendo el apetito enseñando casi sin censura; montañas nevadas de Sofía Echeverri, rocas en tercera dimensión de Laurie Litowitz, ciudad precolombina en mármol de Perla Krauze. Sylvana Burns, la más joven, con el díptico en blanco y negro poderoso recuerdo del retrato de mujer vanguardista, nueva, de tendencia, modelo. Blanco y negro en las rejillas provocativas de Gabriela Gutiérrez Ovalle, luna negra impresionante de Ale de la Puente, mi obra preferida si no fuera que todas lo son. Cartografía de los cielos en dorado de Irene Dubrovsky, reflejo de la escultura en el patio, pieza que manda. 

Las flores del mal de Sofía Ortiz antes de subir la escalera, son flores verdes de la esperanza, hermosas. Arriba en el roof garden mar y cielo de la cubana Eli Cerviño; retrato imponente sobre soporte de hilos de Pablo Boneu y el legendario Club Berghaim de Berlín de Lautaro Bianchi, una instalación de luces revelada con orines del lugar donde tantas cosas raras suceden. Un roof garden para fiestas, para no olvidar, para gozar y celebrar. Invité a todos los artistas de traje, yo traigo tequila Dobel. El viernes en la noche despedimos la casona porfiriana, un palacete en la Roma en el centro de la ciudad. Gracias a Juan Domingo,Viviana, Julie, y Pepe por sus compras, por su apoyo y cariño. Se llevan obras preciosas, el venado de José Bedia, las bellotas de María José y las Meninas de Gritón. Gracias a todos los que vinieron, sus palabras de felicitaciones, su admiración por la restauración del lugar. Gracias a mis hijas que me acompañaron y a los nietos Emilio y Eugenia. Cocheloco me faltó y Coqui también. Los extraño. Adiós a mi casa de la Roma, también te extrañé, voy a soñar contigo.