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Días de frío, bosque, frondas de flores, hojarasca de tristeza…dedicado a los doctores caídos por COVID

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  Por los que lloro conmovida y les ofrezco mi corazón  Días de frío, días de bosque. Tanto que agradecer a la vida tener la floresta y sus frondas de flores apenas a dos cuadras, pasando la casa de Paola Garduño, voy a la derecha, bajo y oigo el graznido de muchos gansos. A través de la malla veo la barranca, casi hasta abajo está un palacio abandonado con su lago; es la una vez Guardesa , ahora está sola, con el revoloteo y gritos de aves. Quedan pocas flores que aguantaron la helada, se parecen a las Margaritas pero se llaman Gigantones. Abundan ramas con frutos como bolitas rojas. Navidad, brazos de Navidad. En el mercado se venden por gajos, cada uno en 50 pesos; yo con suerte tengo dos arreglos enormes en la entrada de mi casa, tan hermosos, tan hermosos, que casi no los creo. Por las aceras del bosque la arboleda forma sombrilla que me protegen, hay otra amarilla con botones en sus dedos. Me quiere alcanzar, mira hacia la calle. El cielo color cerúleo intenso detrás del...

Olas que llevaron hasta la locura, concierto de flauta Beethoven Novena, dedicado a Fabricio otra vez

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Hay cangrejos, conchas y sobretodo gaviotas blancas sobre árboles en la Laguna Desde el mes de julio he estado viajando al mar, tanto añoro París y Berlín que con la COVID se convierten en arenas de la Riviera Diamante, azules Cerúleo, Zafiro y Egeo del Pacífico, arbustos de Las Brisas. Pasión de olas que llevaron hasta la locura, nostalgia de la infancia en el Atlántico. Oigo música, a veces Pedro Infante y otras sinfonías de Mahler; escribo y corrijo blogs, me pongo sábila en el pelo, cremas de Sisley en la cara, saco vajillas de porcelana y copas de cristal para la comida. Veo series de política en Netflix y cuando ya no se qué hacer vuelvo al Océano donde todo tiene sentido.  Viajes inolvidables con Esther y Hugo, Joel y Emilio. O sola yo al Revolcadero con mar, montes y cielo, uno en otro como olas que confunden realidad con magia, cómo estrellas que escriben en el pálido firmamento.  Sin embargo la ansiedad me embarga, ni la poesía ni la música pueden evitarlo, me pico ...