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Mostrando las entradas con la etiqueta La Habana

Recuerdos de Berlín, Pozo Cruz y Postdam

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Noches de música con Voltaire  Más recuerdos de Berlín. Mi artista que vive ahí es Juan Miguel Pozo Cruz, a quien le decimos Potzo . Pasó su infancia en Oriente e Isla de Pinos antes de ir a dar a la Escuela de Artes de la Universidad de La Habana. Es el famoso ISA (Instituto Superior de Arte), cuya sede es el antiguo Country Club, donde mi mamá jugaba golf todas las tardes, de soltera y recién casada. Está el cuento de que mi abuelo Papaonso le decía “no sirves para nada”, pero ella era su mayor orgullo. Pues Pozo hacía postales de las calles de La Habana y las vendía por el barrio de Catedral. Un día llegó Konrad, periodista alemán y le dijo “vámonos”. Se lo llevó a la Academia de Bellas Artes de Dusseldorf. Más adelante, en 2003, Pozo decidió quedarse en Berlín. Interesado en música formó parte del grupo Böhse Onkelz e hizo la portada del álbum Adiós. Ganó así el disco de platino.  Berlín fue para Pozo otra Habana, el Este un recuentro de lo que había huido. Conoció obras...

La Habana IV. Yo buscaba conchitas y cangrejitos en la arena blanca

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El africano Agustín encontró a Yemayá entre las olas La Habana, a media hora está Santa María del Mar, playa de aguas transparentes, azul turquesa, azul cielo, verde claro, verde esmeralda y azul oscuro. Un paraíso de arenas blancas y finas, palmeras y horizonte infinito. Salvaje. Los paraguas azules en la arena, con sus varillas al aire que rajan la tela. Me dormí, de pronto, una hora entera. El viento muy suave en la cara, el murmullo de olas que rompen tranquilas, el sol me da rico en el cuerpo. Todo es paz, ensueño y felicidad. Arena limpia con conchitas. Cangrejitos que corren a sus agujeros. Mar sabroso, cálido, sin algas ni aguas malas. Hay muchas familias cubanas, niños de todas edades, bebés recién nacidos. Él se fue a nadar, yo caminé en la playa. Respiré el mar y di gracias al Señor por tanta belleza. Entré a los bancos de arena, moviendo el agua cristalina. Recogí piedritas, ahora están conmigo en mi altar entre libreros, en casa Alpes. Mar que cura todo, mar que consuela,...

La Habana III. Las casas que nos quitaron, Calle G, Calle B

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Mama Alicia, ¿por qué no vuelves a casarte?  Un comunista convencido de pronto me dijo: Aquí en las redes sociales te los encuentras, es inmoral como se exhiben. La buena vida que se dan mientras todos nosotros estamos sufriendo las penurias más grandes. Claro, estaban hablando de los Castro , los herederos, la familia real de Cuba. A mí me gusta el comunismo, pero mira nada más, se han repartido el país, los negocios todos son de ellos. ¿Quién tiene la casa de la familia de Nina? ¿Quién la tiene? Si, la calle G, cuya puerta principal luce orgullosa las iniciales de mi padre, LM, pertenece al Comité Provincial del Partido Comunista de Cuba. Me dio gusto verla, porque la tienen restaurada y bien cuidada. Fue construida por ahí de 1920 por mi abuelo, Luis Narciso Menocal Fernández de Castro, para su joven familia. Y también la casa de al lado, hoy Escuela de Periodismo, para su suegra, mi bisabuela, María Teresa Marill Solar.  Ahí vivieron Papa Luis y Mama Alicia hasta 1961, cu...

La Habana II. Cuando te toca comprar, se va la luz y se acabó la venta

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El negro, el indio y el blanco, iguales a los ojos de la Patrona  Es un deleite pasear por las calles de La Habana Vieja, sus casas, castillos, fortalezas, iglesias, museos, librerías, droguerías y tiendas. La ciudad más bella de América Latina con arquitectura de la corona española y las posteriores fachadas neoclásicas. Aunque desde que Eusebio Leal desapareció las calles están sucias. En la esquina de Obispo y Cuba, vigilada por cámaras de seguridad, dos morenos nos empujaron y robaron el celular de mi artista. Así empezaron los días de sentimientos encontrados, jóvenes desesperados por irse, la majestuosa ciudad, rumores de apagones y más apagones, Cuba en deuda comercial con el mundo. Los jóvenes se van de cualquier manera, toda una generación. La artista Lidzie Alvisa hizo un censo de su cuadra. Dice: Solo queda una muchacha, pero cuando tenga la mayoría de edad, 18, ella le va a pedir a sus padres que la dejen ir a España. Manolo , chofer, comenta: Llevamos 60 años tratand...

La Habana I. Mi tierra en la miseria, como en tiempos primitivos

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La belleza de La Habana Vieja me embelesa  Desde el avión veo rectángulos de tierra colorada, aquellos que miré hace más de 30 años, cuando llegué a mi tierra después de la muerte de mis padres. A Cuba regreso con cualquier motivo, siempre importante. Ahora porque amigos coleccionistas norteamericanos, de Colorado Springs, vienen por sexta vez a visitar a artistas cubanos y comprar obras. Sentimientos encontrados. Me encuentro entre la belleza de palacios coloniales de ayer y el caos cotidiano de escasez y desesperanza. En un país donde nada funciona y todo está al revés. Jóvenes que pudieron se fueron ya, el resto se prepara para lo mismo. Los apagones y las colas para comprar el pan son “el pan de cada día”. Mientras tanto arriban turistas de España y Canadá, brindan con mojitos en restaurantes de comida rica y no tan cara.  La Habana siempre me ofrece sorpresas. Me hospedo en el barrio Loma del Ángel, donde vivió Cecilia Valdés , protagonista de la primera novela cubana...

V. Talentosa y bella, Hilda dejó a 3 hijos, dedicado a los huérfanos, víctimas de la violencia en México

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Una pietá en el cementerio Colón, legado de la gran escultora Rita Longa  Tantas cosas terribles pasan en este país que he estado como espectador esperando que me sucedan a mí. Ya me tocó en carne propia, asesinato. Hilda, de cuarenta años, la nieta mayor, la consentida de Amelia mi nana adorada. Talentosa, muy bella, la ascendieron de puesto en Zacatecas, Estado de Zacatecas donde trabajaba. Le estorbó a alguien y mataron a Hilda. Así se resuelven las situaciones en México, sí, país violento y cruel. Los hijos de 19, 14 y 6 años, huérfanos de padre y madre, al padre le tocó la misma suerte unos años antes. Demasiada tristeza. ¿Ahora? ver qué será de los niños, que les llegue la herencia materna, un seguro de vida. El cielo está gris, de cualquier forma tenemos que seguir. Con lo simple, las caminatas, el trabajo, amigas y amigos, familia. Los esfuerzos de cada día y con estos las pequeñas alegrías que brotan del dolor. Yo sigo escuchando a Mozart, traduciendo La Libreta de los Err...