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Mostrando las entradas de diciembre, 2022

Marie Thérèse Hermand de Arango, 1948 – 2022, Generala de la Cultura Popular

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Pienso  que sin ti la vida se me hace más plana. Quiero decir, aburrida, vacía. Eres controladora, terca, las cosas son blancas y negras, nada de grises. Siempre tienes la razón y se hace lo que tú dices. Sabes lo que quieres y no cejas hasta conseguirlo. Por eso construiste palacios de tus sueños. Generosa también eres luz, ocupas los espacios por donde entras. Te ríes, te carcajeas. Tienes un encanto especial. Te sigo y los demás también. Llegaste a los 16 años, para quedarte. Te robaste al mejor, Manolo, al que todas hubiésemos querido. Sí, eres tremenda. Seguro se te subió a la cabeza y por eso andas tan orgullosa. Pisas fuerte. Ah! Pero eres hermosa y cuando quieres, cariñosa. Ay, Teresita, cómo te extraño, cómo te quiero. El Museo de Arte Popular es tu casa, ahí tu alma, lo mejor de ti. Lo hiciste para compartir con todas y todos. ¡Y cuánto trabajo te costó!    –       ¿Cómo andas por allá arriba?– pregunto  –        Feliz. Me gusta rebotar en las nubes.  –        ¿Con quién est

La Habana IV. Yo buscaba conchitas y cangrejitos en la arena blanca

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El africano Agustín encontró a Yemayá entre las olas La Habana, a media hora está Santa María del Mar, playa de aguas transparentes, azul turquesa, azul cielo, verde claro, verde esmeralda y azul oscuro. Un paraíso de arenas blancas y finas, palmeras y horizonte infinito. Salvaje. Los paraguas azules en la arena, con sus varillas al aire que rajan la tela. Me dormí, de pronto, una hora entera. El viento muy suave en la cara, el murmullo de olas que rompen tranquilas, el sol me da rico en el cuerpo. Todo es paz, ensueño y felicidad. Arena limpia con conchitas. Cangrejitos que corren a sus agujeros. Mar sabroso, cálido, sin algas ni aguas malas. Hay muchas familias cubanas, niños de todas edades, bebés recién nacidos. Él se fue a nadar, yo caminé en la playa. Respiré el mar y di gracias al Señor por tanta belleza. Entré a los bancos de arena, moviendo el agua cristalina. Recogí piedritas, ahora están conmigo en mi altar entre libreros, en casa Alpes. Mar que cura todo, mar que consuela,

La Habana III. Las casas que nos quitaron, Calle G, Calle B

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Mama Alicia, ¿por qué no vuelves a casarte?  Un comunista convencido de pronto me dijo: Aquí en las redes sociales te los encuentras, es inmoral como se exhiben. La buena vida que se dan mientras todos nosotros estamos sufriendo las penurias más grandes. Claro, estaban hablando de los Castro , los herederos, la familia real de Cuba. A mí me gusta el comunismo, pero mira nada más, se han repartido el país, los negocios todos son de ellos. ¿Quién tiene la casa de la familia de Nina? ¿Quién la tiene? Si, la calle G, cuya puerta principal luce orgullosa las iniciales de mi padre, LM, pertenece al Comité Provincial del Partido Comunista de Cuba. Me dio gusto verla, porque la tienen restaurada y bien cuidada. Fue construida por ahí de 1920 por mi abuelo, Luis Narciso Menocal Fernández de Castro, para su joven familia. Y también la casa de al lado, hoy Escuela de Periodismo, para su suegra, mi bisabuela, María Teresa Marill Solar.  Ahí vivieron Papa Luis y Mama Alicia hasta 1961, cuando muri

La Habana II. Cuando te toca comprar, se va la luz y se acabó la venta

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El negro, el indio y el blanco, iguales a los ojos de la Patrona  Es un deleite pasear por las calles de La Habana Vieja, sus casas, castillos, fortalezas, iglesias, museos, librerías, droguerías y tiendas. La ciudad más bella de América Latina con arquitectura de la corona española y las posteriores fachadas neoclásicas. Aunque desde que Eusebio Leal desapareció las calles están sucias. En la esquina de Obispo y Cuba, vigilada por cámaras de seguridad, dos morenos nos empujaron y robaron el celular de mi artista. Así empezaron los días de sentimientos encontrados, jóvenes desesperados por irse, la majestuosa ciudad, rumores de apagones y más apagones, Cuba en deuda comercial con el mundo. Los jóvenes se van de cualquier manera, toda una generación. La artista Lidzie Alvisa hizo un censo de su cuadra. Dice: Solo queda una muchacha, pero cuando tenga la mayoría de edad, 18, ella le va a pedir a sus padres que la dejen ir a España. Manolo , chofer, comenta: Llevamos 60 años tratando de