Madrid II. Extraño a Colmillo, mi perrito recuperado y escapista

El horno no ha sido apagado desde hace siglos El primer estudio que visité en Carabanchel fue el de Javier Garcerá, artista valenciano de 56 años, casado con Julio (que no tiene nada que ver con arte) y tiene un perro llamado Metta. Éste siempre lo acompaña, – porque– dice Javier –es maestro de la atención sosegada, con su mirada silenciosa me enseña, me acoge y me ampara–. Pienso en mi Colmillo y lo extraño, mi perrito recuperado y tembloroso que es escapista. Estando yo en Madrid huyó de Casa Alpes, en Las Lomas de Chapultepec. Al fin regresó, cosa que le agradezco. Regresando al artista, dice que pinta muy lento porque “tiempo y atención son el tema y la materia prima de mi trabajo”. Las piezas son bodegones rojos y casi abstractos sobre seda roja. Originales, las miro con tranquilidad. Dejo atrás la incertidumbre de la calle, los ritmos de la feria contemporánea. Luego al museoVon Thyssen, muestra de Lucien Freud que gocé. “¿Qué le pido a una pintura?”, se pregunta el ma...