II. Madrid, Madrid, Madrid, ciudad de luz, en México se piensa mucho en ti, dedicado a la artista Rosa Brun

En el Ritz recordé a Abuela Emilia, en CentroCentro al personaje legendario la Monja de Alférez 

Al llegar caía la tarde sobre Jerónimos, uno de los barrios más elegantes y aristocráticos de Madrid. Veo el Museo del Prado, la Iglesia de San Jerónimo, la Real Academia Española, Ayuntamiento de Madrid, Parque del Retiro, Jardín Botánico y Hotel Ritz, donde fui con mi Abuela Emilia cuando tenía 15 años, primer viaje a España y por fin, el Palace, hotel de mi suegro Joel Rocha Garza y al que he regresado muchas otras veces en las andanzas por ARCO, la feria de Arte Contemporáneo. La primera visita fue por supuesto al Museo del Prado, a volver a ver los tesoros de artistas imperecederos como Velázquez, Goya, Tiziano, Rubens, El Greco, Durero y El Bosco. Si hay un fuego y tengo que escoger una pieza yo me quedo en de Francisco de Goya que marca la lucha del pueblo -ese hombre de camisa blanca con los brazos abiertos como Cristo en la Cruz- contra los franceses al inicio de la guerra de Independencia (1814). 

El guía, Pablo, dijo No, yo me quedo con Las Meninas, obra maestra del Siglo de Oro de Diego Velázquez, sí es una de las pinturas más comentadas en el mundo del arte. Margarita de Asturias, la Infanta, en primer plano, rodeada de sirvientes; a la izquierda se autorretrata el propio Velázquez. En el espejo se reflejan imágenes del Rey Felipe IV y la reina Mariana de Austria. Es como una fotografía, premonición de arte moderno y contemporáneo, instantaneidad de una escena. Entrañable visita, primero la Sala de las Musas; nuestro profesional explicó que se reunieron ellas en el Palacio del Rey Adriano de Tivoli, en semicírculo para acogernos en un abrazo. 

No me cansé de volver a la Cervecería Cervantes, en la calle de atrás del Palace, a comer huevos con jamón y patatas, o el pulpo con cachelos, muy rico, y la tostada con ajo y gambas. Luego a caminar, la vida de aquí es afuera, en la calle, a la luz. Plaza de Colón, Plaza de Cibeles por el Paseo de la Castellana y de compras al Corte Inglés. Otra vez ARCO la feria de arte contemporáneo, tantos recuerdos de cuando venía a exponer hace años, conocí a Rosina Gómez Baeza la directora quien creó un vinculo natural con América Latina. Los curadores del mundo ahí estaban, las galerías y los coleccionistas, épocas inolvidables y tan divertidas del 2005. También conocí a Carlos Urroz y a Lourdes Fernández, igualmente directores de la feria más adelante. 

Esta vez vine a ver la fuerza del arte contemporáneo y a gozarla. Derecho al stand de Fernández Brasso, las obras de pintura-escultura de Rosa Brun, también mi artista que ha expuesto en la galería y feria de México. “Una obra que contiene poesía en sus formas geométricas, una obra leve y densa al mismo tiempo”, según la describe otro artista, Javier Sicilia Rodríguez del dúo Canario Martín y Sicilia. Las de Rosa Brun son pinturas abstractas, un instante estremecedor de colores brillantes, textura y volumen. Rosa, una amiga queridísima con quien he compartido viajes, aventuras y conversaciones personales, mujerona de ojos verdes, muy guapa. Ayer anduvimos por el centro de la ciudad mirando exhibiciones, Panorama Madrid, que seleccionó algunas galerías importantes como Elba Benítez, Helga de Alvear y Nogueras Blanchard donde encontré obra tejida de gran formato que refiera a la Monja Alférez Catalina de Erauso, militar, escritora, personaje complejo, controvertido y legendario del Siglo de Oro español (1585 – 1592). La monja era un hombre en cuerpo de mujer en épocas donde el homosexualismo estaba prohibido, figura romántica víctima del destino e inmersa en múltiples aventuras tanto en Europa como América. Curiosamente murió en México en Cotlaxta, Veracruz donde vivió sus últimos años.