La Habana IV Agustín Bejarano, obra arquitectónica, salto hacia adelante
Recuerdos de Jorge Pérez y del General José Miguel Gómez
Agustín Bejarano, virtuoso. Tu cumpleaños el día de la Virgen de Guadalupe, Reina de las Américas. También mi Polito cumple el 12.12. Ambos artistas. Pero ahora en casa de Bejarano, a quien conocí hace muchos años cuando él estaba en Monterrey, Nuevo León. A principios de 1995 me lo presentó Ibrahim Miranda quien entonces era pareja de Sandra Ramos, artista cercana a mi corazón y comadre. Beja me enseñó sus grabados y pinturas, Uyyy qué hermosos esos grabados de Las Coquetas. Entonces yo mandé dos grabados a Puerto Rico y él cogió el Premio de la Bienal de Grabado, los cubanos dicen “cogió premio”. Hace poco le llegó un catálogo donde describen los premios, la edición de 1996. Como Puerto Rico es de Estados Unidos, yo accedí a mandar las obras, ganó Agustín Bejarano. Mi contacto entonces era Lupina Flores, pintora regiomontana. Beja estaba ahí en Monterrey trabajando como profesor en la Universidad de Monterrey, yo coordiné la exposición en la galería de la Roma, Ciudad de México, con Lupina. La llamé y la expo fue en 1996, la primera; Marea Baja siguió en 1997, ya con catálogo en forma.
Ahora en La Habana de 2024 veo en su casa/taller una obra Arquitectónica, muy buena, salto hacia delante. Tiene muchas, muchas facetas este artista que ahora está en su ciudad natal de Camagüey, tierra igualmente de mis antepasados, le han hecho mucha promoción en el lugar donde nació Bejarano. Egletis, nombre árabe de su compañera actual. Mujer fornida, morena, de crespos negros, guapa. Ella fue a comprar cereal en La Habana y Beja estaba ahí, la invitó a tomar helado y él una cerveza. El encuentro fue un flechazo completo, ella comprando chocolate para el niño, ha durado 8 años. Aquí en Camagüey la gente la está pasando negro, me dice. Ayyy mi Cuba, qué pena. Como yo he perdido la memoria, Beja me va a mandar por internet su historia, su carrera, donde, claro, aparezco yo. Y de viva voz, me va a narrar sus recuerdos. Gracias, gracias, estoy escribiendo la Historia de la Galería y me haces falta tú, Agustín Bejarano.
Beja nos preparó los mojitos con el Ron Havana Club. Yo me sorprendo porque su pelo es gris. ¿Cómo? Tan jóvenes que éramos. Annette observa las obras. No compra porque ya tiene una de él, de años antes, de gran formato. De cualquier forma es un gran artista, obra espectacular, cada vez mejor. Le pedí piezas chiquitas para llevármelas a México. Las va a hacer. De ahí Annette y yo nos fuimos a La Corte del Príncipe a cenar italiano, en 9na esq. 74, Playa, muy rica la pasta a la Carbonara. Estaba vacío el sitio, recuerdo de otros tiempos, cuando yo llevaba a Jorge Pérez, el magnate de Miami, y no cabía ni un alfiler en el restaurante. Años pasados de Bienales con guaguas llenas de turistas, coleccionistas y galeristas. Tiempos que se llevó el viento. La Habana está herida, La Habana está triste. Pero Beja me dice que sus obras las compran los españoles, tiene a sus clientes fieles ahí, qué bueno, me alegro.
Me voy a retratar el monumento al Mayor José Miguel Gómez, en Avenida de los Presidentes, El Vedado, uno de los más fastuosos de la ciudad. Me lo pidió mi primo Miguel Mariano Freyre Gómez, nieto del General. El monumento es obra del arquitecto italiano Giovanni Nicolini, en mármol blanco todo, dedicado a uno de los primeros presidentes de Cuba. José Miguel Gómez fue también principal líder de la Guerra del 95. Los ciudadanos habaneros pagaron el monumento
“pudiendo contribuir con hasta 20 centavos personalmente”, y se inauguró el 18 de mayo de 1936.
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