Recuerdos de la 35 Bienal, abanderados, orejones, lago y cielo color turquesa

 

Poética y política, colonización, injusticia social, celebración de la muerte 

El Monumento a las Bandeiras, popularmente conocido como el “empuja-empuja” es un homenaje a los bandeirantes (abanderados), aventureros portugueses que a partir del siglo XVI llegaron a la Capitanía de San Vicente, que es ahora Sao Paulo. Del litoral había que subir a la Sierra del Mar y ahí hicieron esclavos a los indígenas para venderlos principalmente a productores de azúcar. Se convirtieron en bandas armadas e incursionaron por territorios reclamados por Portugal. La obra del escultor Víctor Brecheret fue inaugurada en 1953 con el IV centenario de la ciudad, en el Parque Ibirapuera. Por ahí pasamos muchas veces antes de entrar al parque. Los teléfonos públicos, llamados orejones por su forma de huevo, son de colores verde y naranja, las bancas hechas de troncos largos, con huecos donde caben una o dos personas acostadas, el lago verde bajo cielo azul turquesa, puente con buganvilias, árboles de cien brazos. Es un día de calor, estamos en verano. No importa. El silencio reina, paz, luz, sentimiento de dar gracias a la vida. 

Una escultura como faro, bronce sobre pedestal de granito. La obra rinde homenaje al tribuno Ibrahim Nobre, jurista y orador, inaugurada después de su muerte, con motivo de las celebraciones del Movimiento Constitucionalista de 1932. Uno de sus escritos, el poema-manifiesto 'Minha Terra, Minha Pobre Terra' representaba el civismo de la época. Entramos otra vez a la 35 Bienal de Sao Paulo, un grupo de barqueros en el Lago Atitlán, símbolo nacional de Guatemala, circulo, amarrados con cuerda, mensaje de comunidades originarias que buscan equilibrio en el mundo de hoy. Floresta de infinitos de Ayrson Heráclito y Tiganá Santana. De las piezas que más me emocionaron, dentro de un laberinto oscuro, bosque sin fin, aparición, sonidos, noche por siempre, oscuridad sin estrellas, música en el corazón, mi alma, mi alma. La instalación poética y política, selva tropical, fauna y flora, guardianes humanos y no humanos: entidades africanas, afro brasileñas e indígenas. Oxossi/Mutalambô/Otolu, Ossayin/Katendê/Agué y Caboclos. Son los güijes que viven y los que murieron para defender los bosques. Espejos, luces y sonidos. Candomblé, culto de los Orishas de origen totémico y familiar, religión afro brasileña. 

El Taller de Gráfica Popular, TGP, fundado en 1937 en la Ciudad de México, está en mi corazón. Un gran amigo fue Jesús Álvarez Amaya, pintor, artista gráfico y muralista, director del TGP desde 1967 hasta su muerte en 2010. Me regaló un retrato de Emilia a los cuatro años en vestido color rosa. Qué alegría ver los grabados de Leopoldo Méndez comprometidos con luchas y justicia social, denunciando situaciones de campesinos y trabajadores. México en la Bienal, no podía faltar nuestro José Guadalupe Posada (1852 – 1913) con grabados de calaveras, el jarabe de ultratumba. Él murió en el anonimato aunque sus esqueletos son parte de la historia de nuestro país, sátira y reflexión filosófica, celebran la muerte y resisten la colonización. Paredes de edificios abandonados para las artistas valencianas Patricia Gómez y María Jesús González. Hospitales psiquiátricos en desuso, prisiones fuera de servicio, casas vacías o, como en À tous les clandes, centros de detención de inmigrantes, donde la gente dejaba su escritura esperando que otras personas decidieran su destino, fugacidad entre ruinas, archivos, lecturas sobre silencios y textos producidos en demasiada humanidad.