Estuve tan feliz con artistas, amigos y familia en Berlín, dedicado a ellos

Las personas fuera de serie, honestas, amables, todo lo que perdía me lo iban entregando 

Días felices en Berlín, honestos, sencillos, inolvidables, amorosos. Sobre todo la gente es muy gentil. Un taxista de Uber llamado Charles me llevó al aeropuerto para regresar a París. Cuando entendí que había dejado en el carro mi telefonito, así le digo al móvil color de rosa que me acompaña, entré en pánico. No se me ocurrió más que rezar. De pronto llegó el chofer con el telefonito y una sonrisa. Vielen Dank, vielen dank! Vi a amigos queridos: Isabelle, Ania, Osvaldo, Signe; artistas de la galería Fabricio do Canto y Juan Miguel Pozo y a mi sobrina que se llama como yo, Alina Menocal, hija de Carlos, que cursa un Master en políticas públicas en Hertie School, universidad pequeña y nueva. Visité la galería Jeanine Bean en Torstrasse, con la excepcional exhibición de Pozo, colores y abstracción. También la galería Diehl con fotografías de gran formato de Thomas Florschuetz que me parecieron maravillosas, últimas horas de una de las ubicaciones de museos más importantes, el Berlín-Dahlem, antes de que por fin se apagaran las luces. 

En el trayecto París – Berlín me encontré con Vanesa Fernández, amiga y colega de hace muchos años que ahora es monja en un convento donde rezan 5 horas al día y cantan Gregorianos. Se dice feliz, especialmente en su huerto. Me recibió en Berlín-Tegel mi amigo artista con gran cariño. En el barrio Prenszlauer-Berg, frontera con Mitte, todo ocurre. Caminé por Scheunenviertel donde hay tiendas de loza, zapatos de tenis y varias American Vintage, boutique prêt-à-porter de Marsella que ya había descubierto en París frente a mi hotelito. La arquitectura es moderna de edificios de no más de cuatro pisos. La ciudad y el clima son súper agradables. Casi todos los restaurantes donde comí eran de cocinas asiáticas, muy ricos con la mezcla de especies picantes típicas. Me encantaron los Honey BBQ Ribs Tapas en Ngo Kim Pak, currys tailandeses en Lemmon Grass y Momos tibetanos rellenos de espinaca, pasta en forma de ravioli al vapor, en Mitho Cha!. En las terrazas las parejas se abrazaban. Amor por todos lados en Berlín. 

Una mañana con maravilloso sol nadé desnuda, como los demás, en el lago Weisser See; más tarde paseé por el centro de Berlín, el gran bulevar Unter den Linden, tan tradicional y conocido, adornado con árboles de Tilo (Linde) y sus flores amarillas aromáticas. Ahí el Neue Wache, edificio de la Nueva Guardia diseñado por Schinkel; la Staatsoper “Lindenoper”; la estatua ecuestre de Federico el Grande (1712 – 1786), representante del despotismo ilustrado del siglo XVIII; La Universidad Humboldt y el Deutsches Historisches Museum. Unter den Linden ha sido inmortalizado por Goethe, Schiller y Heine y la canción que Marlene Dietrich hizo famosa, “Untern Linden, untern Linden”. 

Otra vez entré en el Berliner Dom, a poca distancia de la isla de los Museos, catedral Evangélica erigida entre 1895 y 1905, remodelada por Schinkel en estilo neoclásico, demolida por el emperador Guillermo II y reemplazada por la lujosa arquitectura neobarroca de fines del siglo XIX. El Dom fue bombardeado en mayo de 1944 y los últimos trabajos de reconstrucción de mosaicos en el domo por fin concluyeron en 2002. En la iglesia está la Hohenzollenrngruff, sarcófagos muy adornados en bronce, mármol y oro de los miembros de la familia Hohenzollern, casa dinástica que gobernó a los prusianos desde el XI, cuando eran condes de Suabia, hasta 1918. Terminé mi día recordando al primer ministro de Suecia, Olof Palme, a quien tuve la suerte de entrevistar un año antes de su asesinato en 1986, cuando yo era periodista. Fui a la plaza que lleva su nombre en Tiergarten, Mitte, representa la intersección de Kurfürstenstrasse, Budapester Strasse y Nürnberger Strasse.