Londres 4 dedicado a Alina Rocha Menocal y sus tres hombres, Chris, Teo y Andrés

La industrial, revolución violenta; pelea fatal de Pavos Reales: belleza y decadencia irrefrenables 

No olvidaré esa ciudad que antes no comprendía. Llegaba a ver a Alina, Chris y los nietos pero prefería invitarlos a París donde yo me sentía en casa. Londres me parecía lo contrario de “compacta” en el sentido de una capital con espacios distantes al centro. El City of London es de una milla cuadrada por lo que también se conoce como Square Mile (2.6 km2), 32 distritos componen el resto de la ciudad. En París la Île de la Cité es todo: “cabeza, corazón y médula” como apuntó un canónigo y cruzado francés en el año 1190, con 22 km2 es la décima parte de Londres. 

Esta vez me pareció toda poderosa, sí, ma-ra-vi-llosa. Los parques con sus cafecitos y canchas de tenis, lagos, palomas, patos y ardillas, construcciones medievales o en memoria de grandes eventos. Los jardines, árboles antiguos, gigantes. Todo tiene historia, todo cuenta algo, todo es fantástico y real al mismo tiempo. Era esa época del año donde el naranja predominaba, cambio de estación, luna, oportunidad, pensamiento, reflexión y querer. Variación para ser más. 

Fuimos al campo en Coombe Hill después del lockdown, nada mejor que ponerse unas “wellies” (botas de caucho) para pasear y gozar las vistas arboladas de Aylesbury Vale y de Chequers, casa de descanso del Primer Ministro en turno. Vi los prados calcáreos (chalk grasslands) que son rústicos, muy raros hábitats, donde jugaban muchas mariposas de colores sobre montículos de hormigueros . Recogí flores silvestres. 

Ya de regreso a la gran urbe entendí como llegar de un parque a otro, museo, palacio, restaurante, exhibición, supermercado, tienda, salón de belleza, café, casa de té. Corrí entre colúmbidas; retraté aves, cisnes y patos. Sobre todo miré con detenimiento, deliberación y gozo dos exhibiciones en particular, Filthy Lucre, Whistler´s Peacock Room Reimagined en el Victoria & Albert y Turner´s Modern World en el Tate Britain. 

El Peacock Room es una creación del artista Darren Waterston, estadounidense, que diseñó, pintó y decoró todo un cuarto como visión distópica, perversa y decadente del Peacock Room, obra maestra de 1876 de James McNeill Whistler, pintor simbolista. Esta habitación de Pavos Reales fantásticos y en pelea fatal combina arte con mecenazgo y el ego del artista. ¡Ay Dios!

El proyecto se exhibió en 2014 en el Museo de Arte Contemporáneo de Massachusetts y en 2015 en la Freer Gallery en Washington D.C. Me impresionaron la belleza de las puertas con altura inimaginable y las figuras de aves majestuosas en oro sobre fondo negro. Caí desmayada dentro del cuarto , desde el suelo para mirar primero el techo y luego todos los estantes, rotos, derrumbándose, derritiéndose y derramándose el metal…las cerámicas en pedazos. Catástrofe, pérdida absoluta e irreparable de algo irrefrenablemente hermoso. 

Turner’s Modern World exhibición elegida de Chris, su pintor favorito. El mar, las olas, hasta sentimos frío, cuadros blancos, etéreos, nublados, profundos. Oí música, casi lloro.

J.M.W. Turner uno de los grandes de la Gran Bretaña vivió durante la revolución industrial. Como un carrusel la vela reemplazada por vapor, máquina por manos y reformas que cambiaron los parámetros generales de vida. Turner se enfrentó a lo nuevo, transformó su pintura para capturar el espíritu que invadía. Después de la industrialización se expresó contra la esclavitud y los horrores de guerras napoleónicas. Turner fue un hombre Novo. ¡Me encantó, nos encantó!