Recuerdos de París, encuentro con Chantal Crousel y a divertirse
Ojos que lloran sangre negra y el Verde Celadón en la memoria
Una mujer alta, muy elegante. De casualidad abrimos la puerta a ese espacio luminoso, era ella. ¿Chantal? Soy Nina Menocal, nos abrazamos. Tantos años, exhibimos en Art Basel Miami y Art Basel Suiza; FIAC, Paris; Art Berlin y tal vez alguna otra. De origen belga, Chantal Crousel abrió su galería homónima en París en 1980. Ella siguió siendo una de las galeristas de arte contemporáneo más importantes del mundo, yo no. De cualquier forma me enseñó la muestra de Udomsak Krisanamis, artista que vive y trabaja en Chiangma, Tailandia. Curioso y siempre sonriente, llegó a París días antes de la exposición, nunca había estado en la Ciudad de la Luz. Compró unos discos de música que correspondían a su juventud y cartas postales para que los visitantes escribieran mensajes. También colocó un mini juego de golf, deporte que le gusta mucho. Los cuadros son reciclados de embalajes. Todo es cuestión de interacción entre galería/artista y espectador.
Amigo del también tailandés Rirkrit Tiravanija, en cuyas instalaciones artísticas se comparte comida, se cocina, lee y juega, el trabajo de Udomsak es invitación a divertirse y a percibir el mundo de forma positiva. Hizo dibujos sobre pequeños papeles, programas y planos de metro que consiguió en París. En boletos de partidas de golf, anotó sus resultados y explicó las reglas. Para él, el golf es una forma de relajarse con amigos, caminar sin garantías de ganar, hacer “algo bueno para el espíritu y el cuerpo.” Su arte, definitivamente convivial.
Otro día, con Teresa Carolina Ayuso fuimos a dos museos que nunca había visitado. Son edificios muy antiguos, dijo ella. En el Musée de la Chasse et la Nature, en Le Marais, exposición que me gustó mucho de Edi Dubin, chico que nació chica o al revés, chica que se convirtió en chico. Se ve un sufrimiento en los ojos que lloran sangre negra, y en los dibujos, acuarelas y pinturas muy hermosas con perros y venados. Esculturas siempre en blanco, también de cuerpo entero. Le Cerf et le Loup muy representados. Por ahí vi un Puppy en porcelana blanca de Jeff Koons, me arrepentí tanto de haber regalado los míos a Carolina y Cocheloco ¿recuerdas Nina que los compraste en un Art Miami hace muchos años?
El edificio de la expo antiguo, con jardín y laberinto barroco, artificial. La museografía acertada, dibujos montados “salon style”, uno detrás del otro y muchos. “Éclairer sans fin”, título de la exposición, me encantó. Mirada tierna y subversiva sobre lo humano y lo natural, obras de Edi Dubin que muestran sensibilidad e inocencia.
Ernest Cognacq (1839 – 1928) fue el fundador de las tiendas la Samaritaine, gloria de art nouveau y art decó al mismo tiempo, entre rue de Rivoli y el río Sena, cuya mantra es On trouve tout á la Samaritaine. Ernest admiraba el arte del siglo XVIII, del Segundo Imperio. Después de su muerte se inauguró el Musée Cognacq-Jay (añadiendo el nombre de su esposa Marie Louise Jay). Es otra cosa, más aburrida que el museo anterior, más conservadora, menos cerca de lo conocido por mí. De cualquier forma me gustó. Todo arte y toda cultura me gustan, nada de lo cual aprendí en mi casa con Mami y Papi, sino mucho después por mí cuenta. Abuela me llevó a Europa a los 15 años, abriendo un pequeñísimo hueco de mi curiosidad.
Vi obras de Jean-Honoré Fragonard de estilo rococó, de Hubert Robert, el de paisajes y ruinas clásicas, y objetos en verde Celadón, que no sé porqué siempre quedan en mi memoria, verde Celadón…
Merci pour voyage dans musèe!
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