El milagro, Graciela Iturbide, fotógrafa, inteligencia, sencillez, emociones y sensibilidad

Intuición y conocimiento, chispa de asombro 

Con mi lema de que “los amigos son importantes” trato de verlas y verlos lo más seguido posible. En una de esas reuniones me encontré con Graciela Iturbide (1942 - ) fotógrafa mexicana e Internacional, reconocida con múltiples premios entre los que destacan la Beca Guggenheim, el Premio Nacional de Ciencias y Arte, Premio Internacional de la Fundación Hasselblad, Premio Lucie y muy recientemente los que fue a recibir a Madrid y Barcelona. Ella es pura inteligencia y sencillez. Llegó a casa Alpes en un vestido peruano cuya forro en seda lo cosió ella. Es preciosa también y en la vida le ha dado vuelo a la hilacha, es decir hace fotografías con locura, locura de amor, de euforia, de cierta lucidez que la caracteriza y empodera. Por eso es quien es, la mejor fotógrafa del mundo en todos sentidos. Sueños, símbolos y narraciones son su encargo y con estos va cargando. Suerte la mía que Graciela me regala su amistad y cariño. 

Cuando Graciela se encontró con Manuel Álvarez Bravo, él le hizo descubrir todo un mundo nuevo. Escuchaban la música de Bach. En eso ella detectó la poética del sentido del tiempo, la marcó para siempre. Emoción, sorpresa y magia son su lenguaje. ¿Y la razón? Quizás para Graciela no existe, como sí existen intuición y sorpresa. Algo va a suceder en el ser mexicano, en la visión o interpretación de la tierra y el cielo nuestros, ¡una chispa de asombro! 

En Juchitán y el mundo de indígenas zapotecos pasaron extraordinarios momentos Henri Cartier-Bresson, padre del fotorreportaje que atrapaba el instante decisivo; Sergei Eisenstein, director de cine y teatro soviético con innovadora técnica de montaje; Tina Modotti, fotógrafa italiana, activista social en México; y Frida Kahlo, todos sabemos quién es. Aparecen las iguanas y los caimanes, la Señora de las Iguanas. El asombro. Hay que soñar para vivir. Por eso brotaron los pájaros, el vuelo de los pájaros. Imágenes y símbolos que le dan miedo, la sorprenden, imágenes que soñó, imágenes de la muerte. 

El misterio no la asusta ni la llena de tristeza, pero la desaparición de Francisco Toledo sí. Es un duelo permanente. Ay, Graciela, cómo te entiendo. Estuve hace unos días en casa de Armando Colina, las pinturas de Toledo, la cerámica, sus platos, la instalación. La sombra del maestro, el Señor de Oaxaca. 

Todas estas piedras de Tecali, Puebla, ¿por qué? Ah, porque miden el tiempo. Tú en la penumbre, casa de Trotsky. Procesión al infinito en Cerdeña, Italia. Genoveva en San Agustín, Etla; los pájaros en el poste de luz, Árbol con pájaros, Pájaros en Nueva Delhi. Y Palomas en Jaipur. ¡Cómo me gusta tu arte! 

Ese día que estuvimos en casa conversaste con Aimée Servitje, Paloma Porraz, Natalia Pollack, Gerry Traeger, Rosalba Garza, Rocío González y Santiago Espinosa de los Monteros, todas y todos con la misión de llevar la cultura Mexicana al borde del Horizonte. Yo podía oír el canto de pájaros y te miré a ti, en el Desierto de Sonora. Eras Mujer ángel caminando de prisa, y La Verónica que te cuida. Saudades, otros artistas, Luis González Palma, Sthepen McCurry, uno con los ángeles, el otro con el niño y la pistola. 

 

Nuestra Señora de las Iguanas en Juchitán. Emperatriz de las Américas, qué señorío de ella y ellos. Así de elevado y luego bajamos a El baño también en Juchitán, los Quince Años, Los gallos, Jueves Santo. Tal como tú dices, la emoción retrata, a flor de piel. La Virgen, madre de todos los mexicanos, Guadalupe. A espaldas de los braceros Rosario y su bebé. Tu casa de ladrillos rojos en Coyoacán, llena de plantas, retablos, milagros. El milagro, Graciela, eres tú.