Aimée Servitje, pasión por el conocimiento de Arte Contemporáneo

El paisaje natural para instalaciones de los grandes 

Fue un gran finale, “en el desierto donde aparecen los milagros”, como una vez dijo Robert Erwin. No llegué porque el sol no pudo esperar. Me estremecí cuando Paloma Porraz lo describió: 

Logró que al amanecer en una serie de ventanas se reflejaran sobre malla los cuadrados de luz, de un lado negro y del otro blanco. En los marcos de las ventanas se hacían unos matices azules, sentí una emoción muy espiritual al pasear por esos corredores. La contemplación, la meditación, el silencio, la entrega a la naturaleza y a la belleza de los elementos. La Gracia. Arquitectura, escultura y paisajismo. Arte. Magia, poesía, vuelo del alma. Dios. Yo que había leído tanto sobre esta instalación específica, yo que sueño con la luz, el panorama y la historia. Yo, en la última oportunidad porque ya teníamos todas y todos que regresar a México; yo, yo me quedé dormida. 

Fue un “fin” de arte en el desierto, o más bien, tres días para gozar instalaciones que conversaban con praderas en la arena. Torbellinos bajando de las Montañas Chinati de día, estrellas cintilando en la noche negra y callada. Donald Judd (1928 – 1994) nació narcisista o quizás perfeccionista, con matemáticas en la cabeza. Siempre se sintió artista y siempre quiso hacerlo a su manera. Una rara manera de tener camas en cada salón de sus espacios. En estas se tiraba a pensar, y luego a escribir. Sus dibujos meticulosos los mandaba creo que a Connecticut para ser reproducidos en las fabulosas instalaciones de Marfa, Tejas. Alguna vez pensó en Baja California, México. Se arrepintió. Mejor Estados Unidos para su legado al mundo del arte conceptual y contemporáneo. También invitó a sus amigos de la época para que dejaran obras de gran formato en el Oeste lejano. En un poblado de apenas 2000 personas. Personas vueltas locas por la violencia del aislamiento. No hay un solo taxi ni una sola clínica. No hay. ¡Arte, arte! como grita Issa Benítez. Sí, arte sí. 

 

Arte en las casas de los billonarios que habitan entre Marfa y Nueva York, arte en las galerías, en los espacios de exhibición y en la Naturaleza, especialmente ahí bajo el cielo azul y las nubes, entre tierra con florecitas amarillas y color lila, a la suerte del viento, lluvia y granizo. Arte para siempre, para quienes lo vivimos, entendemos y sentimos, arte para los 13 del PAC, Patronato de Arte Contemporáneo, invitados por la presidente, Aimée Servitje, mujer muy guapa, generosa e inteligente, apasionada por el saber y el compartir. Su hija Alejandra nos acompañó, siempre pendiente de acariciar y hablar con los perros que cruzaban nuestro camino; Patsy Sloane con nietas que son parte de esa historia de cowboys; Javier Arredondo, quien se torció el tobillo y tuvo que andar con bastón prestado por un residente; Gaby Cámara, exitosa empresaria, creadora del restaurante Contramar entre otros y Mauricio Mallet su novio, curador y conocedor de fotografía, se daban besos en cada ocasión, muy enamorados fueron la alegría de todas y todos; Mariana Munguía, gestora cultural por excelencia; Fernando Mesta, curador y galerista, sabe profundamente de arte y los importantes OMR, Patricia Ortiz Monasterio y Jaime Riestra, creadores de la galería con las siglas de sus apellidos. Todas y todos fuimos muy felices. Son días que yo guardo para siempre en mi corazón. Días de bonding con los colegas del PAC, días intensos en el Oeste Americano donde experimentamos, sentimos y percibimos los alrededores naturales como “tela” para las instalaciones de Donald Judd y sus amigos artistas, Ilya y Emilia Kabakov, Dan Flavin, Roni Horn, Robert Irwin, Elmgreen y Dragset, Carl André, Claes Oldenberg, Richard Long y John Chamberlain.