Días que ya no veremos más, Acapulco el paraíso mexicano
Las niñas parecían crecer como hongos en la hierba
Todas y todos estamos demasiado tristes. Todas y todos allá sin tener que comer, sin agua, sin casas. No hay techos ni dónde descansar. No hay leche para los niños, ni pan, ni galletas. Corazón roto. Lo feo salió a relucir con la violencia, rapiña, asalto. Los de Guerrero son bravos. Quien sabe a dónde vamos a dar con la sociedad enardecida, con la ferocidad de los que ya no tienen nada que perder. Corazón roto. No recuerdo cuándo fue la última vez que estuve contigo, Acapulco precioso, ¡ah! Sí, en casa de Liliana, días de alegría, días de sol, del majestuoso sol, días de Palmas y playa, caminando desde el Pierre Marqués hasta por allá lejos, ida y vuelta. Vi a la tortuga mamá que llegó lenta, cansada, a poner sus huevos. Antes, desde el avión voy mirando, laguna verdosa de este lado, luego arbustos verdes-verdes, entonces las construcciones por la Costa Chica de enorme inversión, y el mar azul claro, azul oscuro, por fin azul celeste en el horizonte. Vamos aterrizando entre palmeras, huelo la sal de olas, siento a los cangrejos en las conchitas, sé que es mi tierra, tierra de la juventud, de mis papás cuando llegamos a México que nos recibió con brazos abiertos y fuimos al puerto, a la bahía más bella del mundo. Èramos los cinco hermanos, Analui y Julie invitadas, allá arriba, en la casa Jenkins, “La Encantada” sobre lo más alto del cerro de San Martín. Acapulco Viejo. Corazón roto.
Todo veíamos desde tu Bahía, del Canal de Boca Chica y la Isla de la Roqueta hasta la península de El Diamante. Éramos jóvenes intrépidos, íbamos a las fiestas y no regresábamos hasta tempranas horas de nuevo sol. Mi papá se quedó por ahí con una actriz de Hollywood, sí, Lana Turner. Luis mi hermano y yo llegamos al rescate. Otra vez nos fuimos a pescar tiburones, como ya habíamos aprendido en Varadero, Cuba, ahora al Pie de la Cuesta. El ocaso en el Pacífico y huachinango asado mientras esperábamos. Conocí a Joel en alguna fiesta, él dijo a su amigo español, dejemos a estas fresitas y vámonos a la Costera a buscar... Éramos irrefrenables.
Después me casé, Joel tenía un condominio en Los Cocos de Mario Pani, Acapulco Viejo, cerca del Club de Yates. Era un dúplex precioso, desde la ventana miraba la Bahía con vista espectacular. Nuestro departamento en el 4to. Piso era el M2, y ¿te acuerdas? Una mañana con el vecino Emil, hijo del dueño de tienda de ropa y trajes de baños, decidimos nadar desde Los Cocos hasta la Costera. Pues sí, lo logramos a pesar del miedo, miedo a tortugas, tiburones y lanchas.
Eran días despreocupados de mar, de las tres niñas chiquitas, yo les decía los hongos pues parecían crecer en la hierba, vestidas igual de rosa con bordados. No había tráfico entonces, se podía manejar rápido por la Costera hasta el Princess y la Granja de mangos que estaba en frente. En el Revolcadero nos “revolcaban” las olas, Regina mi cuñada fue a dar al hospital con el cuello torcido. Pero cómo nos gustaba el sabor a sal, los cuerpos tostados de color madera dorada, el alma libre, libre, volando en el velero de Eneco, esquiar sin caernos del muelle de Los Cocos hasta Pichilingue. Caminar por Las Brisas a las casas conocidas, conocer a Frank Sinatra en Mabruk, a Kissinger en La Serena y conversar con Armando en Le Club. Y hasta arriba sola en las colinas de Acapulco, la palapa más bella del mundo, Casa Guiness, Gloria del arquitecto Marco Aldaco para otra Gloria.
En 1957 se construyó Los Cocos (también el Club de Yates Acapulco), en zona tradicional de Acapulco, cerca de la Catedral Nuestra Señora de la Soledad y del mercado de artesanías en el centro. Estaba en la Costera Miguel Alemán, el primer Condominio del puerto, ejemplo del movimiento arquitectónico moderno del siglo pasado. Muy bien construido aguantó bastante bien la fuerza de Otis. En comparación con el desastre y la tragedia innombrable. Lo que más se dañó fue la zona de la alberca y la playa.
Qué bonitos recuerdos del bello Acapulco!!!
ResponderBorrarQuerida Nina que recuerdos tan maravillosos y en tus palabras lo disfruté muchísimo, gracias por compartirnos tantas vivencias! Acapulco querido sal pronto de esta tristeza que nos hace falta tu alegría y tu vida!
ResponderBorrarsiento mucho vuestra perdida hay lugares de nuestra juventud dinde siempre vamos que son dueños de nuestras almas! Siento el dolor. Casilda Aguirre
ResponderBorrarNina
ResponderBorrarA pesar de la destrucción de Acapulco, consuela saber q los Cocos sobrevivieron con daños menores. Recuerdo con cariño las invitaciones q nos hicieron a los Machado para gozar del sol con Uds. Pescabamos desde el muelle con un hilito, alguna vez paseamos en lancha y esquie con Papa por primera vez. Mama se ponia muy contenta. Hicimos familia cubana, de lazos, de aquellas q se ven hoy menos de lo que se quieren. Gracias por haber compartido los Cocos y seguir compartiendo recuerdos. Caro Machado