Un cosmograma es todo lo que existe, circularidad de objetos tribales

"Exvotos de los principios opuestos"

Somalí musulmán reza antes del ataque y Bedia protege a una mujer 

Tengo que seguir con la magna exhibición de José Bedia en el MARCO de Monterrey, Nuevo León, es impactante. Obra circular de gran formato, la danza del venadito. Azul cobalto y amarillo sobre negro. Recuerdo de los yaqui de Sonora y Sinaloa, vida y muerte del animal sagrado. – La circularidad yo la tomo de estos objetos tribales, como podría ser una vasija, una canasta, un tambor.–, explica el artista. Dice que la circularidad es como un cosmograma, o todo lo que existe. Los semi-círculos, la mitad del universo. Máscaras de tigre de Zitlala y El Limón, Guerrero. Entre más sangre derramen los tigres, más lluvia para que germinen las semillas, proverbio nahua. Exvotos de los principios opuestos. Instalación que se queda en el MARCO, exvotos hechos en hierro con su representación en la pintura detrás, como una vasija formidable. Los opuestos serían mujer/hombre, pájaro/avión, árbol/machete, barco/pez, animal sagrado/objeto con cuernos. Complicado, pero así es la vida y el arte, hasta que deja de serlo y todo se entiende como si fuera un tiro al blanco. 


Somalian prey es pintura grandiosa de carguero y piratas; de ahí salen cuerda con garfio y fusil real.  
– Está hecha a partir de un video que hizo mi hijo, de pescadores obligados a meterse a secuestrar barcos y pedir rescate,– explica Bedia, como una fantasía dentro de la fantasía. En las fotos sobrepuestas un somalí musulmán reza antes del asalto. Luego veo una máscara mayo, la primera que compró el artista en México en 1986, época en que yo lo conocí. Había llegado a México con Flavio Garciandía, Juan Francisco Elso, y Ricardo Brey, invitados por Adolfo Patiño para exhibir en galería de arte alternativo en Coyoacán. Estaban presentando el tema de arte tribal. Los invité a comer (en cubano es “almorzar”) a mi casa entonces de Montes Himalayas , Lomas de Chapultepec. Ahí vivíamos, Joel, mis hijas y yo, antes de Alpes. 



Dos obras con título Saudades, quiere decir nostalgia en portugués, evocan la época de Bedia en la guerra de Angola. Entre 1985 – 1986, cuando tenía 26 años, participó en la Operación Carlota junto con las Fuerzas Armadas Populares de Liberación del país sudafricano. Ahí la presencia de Cuba logró la derrota a las tropas de la guerrilla UNITA y Sudáfrica y contribuyó o logró las independencias de Angola y Namibia. Habían muerto 2,655 cubanos en esa guerra (esa es la versión oficial de cuba, fueron más de 20,000 durante los 15 años de combate, el trauma de esa guerra dura hasta hoy). Bedia no, iba de soldado en una caravana de suministros, en Wakokungo, Kuansa Norte. Impidió a punto de fusil que los compañeros de camión violaran a una mujer local enfrente de sus hijos. ¡Es es mi Bedia! Otra pieza en el museo de mujer embarazada como la Virgen María, cruzando la frontera. –Sería como el Ángel que viene a la Anunciación, aunque es mujer común; se ve abajo con su esposo cruzando el desierto–, apunta el artista. 



Otras obras son Cuando no quepa más lugar, sobre Abraham e Isaac, Génesis 22 del Antiguo Testamento, una de las pruebas más difíciles que jamás ha puesto Dios a un creyente. Casimiro reclamando lo suyo, espíritu de indio cacique con foto histórica sobre pintura; Mujer embarazada, relación de mujer y leona, ambas encinta, encantamiento entre animal salvaje y ser humano; Nkunia Brava? El monte salvaje como si fuera una montaña llena de árboles. Por fin dos obras que son las preferidas de José Bedia, una tortuga y dos mantarrayas. Mito de los indios seris de Sonora o de hombres de la arena que hablan la lengua cmiique iitom y se consideran descendientes de las mantarrayas y de tortugas de mar. –¿Ves que bonitas?– dice el artista, feliz con sus creaciones.




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