Carabanchel el barrio de los artistas, René Francisco y Garaicoa

Tren con destino al ARTE, un mundo maravilloso

Ya en Madrid. Decía Jorgito, el chofer de hace 23 años, que era curioso estar en la noche en La Ciudad de México y la tarde siguiente en otro continente. Sí, así es. Llegué y no hice nada más que caminar en El Retiro, que se llama Parque del Buen Retiro y es un gran pulmón de la Ciudad. Después a las Tapas detrás del Hotel Palace y a la iglesia de Jesús el Pobre, según me dijo Rosa Brun, artista despistada, porque el templo se llama otra cosa. Pero Rosa es fantástica, vendió 4 piezas, esculturas/pinturas, en su galería madrileña Fernández Brasso, ARCO. También anduvimos juntas en los festejos, el primero, taller de Marco Castillo, uno de los Carpinteros (porque el arte involucra colaboración, hasta que no, disolución en 2018), en Carabanchel. Resulta que regresé muchas veces a Carabanchel, barrio de artistas por excelencia, ahí están René Francisco, Garaicoa, y los más jóvenes Dayana Trigo Ramos y Víctor Piverno. Estos últimos recordaron su participación en mi proyecto habanero RAM, ROM, RUN hace algunos años, curado por Elvia Rosa Castro. Cómo pasa el tiempo, cómo lo añoro, cómo nos divertimos trabajando duro. 

 

Al lado estaba el espacio de CIFO, de mi amiga Ella Cisneros, mecenas y coleccionista. El arte contemporáneo siempre en deuda con ella. Me encontré con Teresa Margolles; Taiyana Pimentel estrenando botas de Balenciaga; René Francisco, Sandra Ramos y Ale Avila; Fernándo Rodríguez. Todos como en un tren de hace 30 años con destino a los mundos del arte. En una primera parada, cuando éramos jóvenes, Zacatecas 93, Ciudad de México. Noche de pijama party aunque dormimos vestidos, todos en el piso de la galería nina menocal. A la mañana siguiente ARCO. Piezas de Eduardo Chillida, Gustavo Pérez Monzón, Francis Bacon, Laura Anderson Barbata, Marco Maggi y, cosa rara, hasta me gustaron unas obritas de Gabriel Orozco. Si menciono a todos los artistas sobresalientes, no termino. 

 

Como le había prometido a Eugenio López, jefe de Jumex, compré un vestido en Carolina Herrera. Gris con moños negros al frente, lindo. Eugenio había adquirido obras en la galería, lo que hizo posible el viaje a Europa. Me preocupó ver que mis colegas galeristas han envejecido. Súbito, pelos grises. Al pie del cañón las octogenarias o más, Helga Alvear y Juana de Aizpuru. Parece que la hija de Juana ya se está retirando, cansada. Saludé a Luis Fernando Pradilla con espléndida instalación escultórica del colombiano Nadin Ospina, especie de Alicia en el país contemporáneo de maravillas. A Pablo Casado Santapau con acrílico, mujer desnuda, de Diango Hernández, cubano. David Zwirner regresó a ARCO esta vez con Juan Muñoz (1953 – 2001). El artista del momento. Su exhibición en la calle de Alcalá 31 es soberbia, intensa, vale la pena hacer cola de una hora. Henrique Farias disfrazado de Macchiavello y raya azul en los ojos …. 

Vuelvo a Juan Muñoz, estuvo casado con Cristina Iglesias, artista y cuñada del mexicano filántropo y querido amigo Manolo Arango. Las instalaciones de Muñoz son inquietantes, hombres más pequeños que los normales, sin pies y ciegos. Van caminando juntos, son grises color plomo, no sé si hacia el matadero. Arriba, colgado de una cuerda, desde la boca, creo, otra figura. ¿Se irá a suicidar, a caer? Mi corazón late confundido. En un programa de radio (1992) Juan Muñoz decía que el presente y la muerte eran imposible de representar, que solo se llegaba ahí por su ausencia. En realidad la muerte, irse sin destino, está aquí y ahora en sus piezas. Él mismo, a los 48 años, tomó ese rumbo de paro cardíaco. Estaba de vacaciones en Ibiza mientras su exposición Double Bind aparecía en el museo Tate Modern de Londres. Parece que este año la feria fue un Edén, los galeristas felices vendieron todo. Ni la guerra de Ucrania fue impedimento. El arte libró todas las batallas.