Entre víboras y alacranes creció Perla Krauze, homenaje a su padre


Yvonne Domenge encontró la tridimensión para hacer figuras imposibles 

Dos mujeres artistas espectaculares, en exhibición a lados opuestos de la Ciudad de México. Yvonne Domenge en Citibanamex de Isabel La Católica y Perla Krauze en MUCA, CU (Ciudad Universitaria). La primera muestra es de esferas de gran formato donde se va narrando el origen de las piezas, desde la mónada que viene de los griegos y significa unidad. Para Yvonne es todo un universo con el ser humano, ella, en el centro. Luego relacionó su obra con la ciencia, geometría, matemáticas. Una fuerza de poder, belleza y humanidad, esta mujer hermosa se fue del mundo demasiado joven. Manifestó la unidad en estrella dentro de círculo, lo sagrado, la semilla, partículas invisibles que de pronto cobran materia.



Perla por su lado estuvo trabajando dos años de pandemia para lograr su exhibición. Nos traslada a un territorio encantado, inventado, mágico. El Pedregal en CU y nosotras, Mookie, Laurie Litowitz, Mary Stuart y yo entramos por un camino medio japonés, medio inglés. Piedras, parte de la vida que se rompe, se vuelve a construir, se une, se pega. Pedazos de oro, roca de recinto, resina, piedra volcánica, tezontle, agua, laguitos, reflejos, telas de colores, cianotipias, sistema de impresión antiguo. Adentro un video con paisajes imaginados o reales, sueño de verano. Nos adentramos, las piedras sonaban bajo nuestras pisadas. Retrospectiva con la artista viva, un gran logro loco. Temas en los que ella insiste, insiste. Se ve claramente la obra de Perla Krauze, su vida, su terreno encantado, escultórico, pintado, “con una variedad de materiales con partes físicamente y visualmente pesadas y otras delicadas”, anota Laurie Litowitz. 





Yvonne se puso a explorar la posibilidad de hacer figuras imposibles en formas tridimensionales. Hay una estrella encerrada dentro de la esfera, resuelta con nociones de matemática aplicada. Sus trabajos son para el espectador, para que encontremos nuestro centro, corazón y humanidad dentro de algo que parece caos. La definición la dan la luz y la placa dorada que están arriba de las medias esferas oscuras. La de abajo parece que tiene agua, pero es una percepción. Siempre algo alumbra e ilumina nuestro camino. Hay flores móviles, unas talladas en madera, otras de bronce con filo dorado. Arte contemporáneo, limpio, brillante, de colores. 



El palacio colonial barroco que perteneció a los condes de San Mateo de Valparaíso y Marqueses de Jaral de Berrio, impresiona cada vez que lo visito. La imponente puerta de madera, los arcos, el patio inmenso. Obra que se construyó entre 1769 y 1772 con cantera de chiluca, tezontle y detalle de azulejo de Talavera poblana. Por más de 100 años vivieron ahí descendientes de la familia original. En 1867 la casona pasó a Clemente Sanz y después a su hija Dolores Sanz de Lavié quien la vendió en 135, 000 pesos al recién fundado Banco Nacional de México. Hoy el espacio es para el arte y la cultura universal, donde encontramos la replica del taller de Yvonne. Lugar íntimo de creación en diferentes etapas de su vida, muebles, trabajo de corales, semillas, ala, maderas talladas, cuencos, acero, virus. A lo largo de la República mexicana tenemos sus piezas, y afuera en Japón, China, Qatar, Canadá, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Bélgica. 




Perla Krauze nos muestra La Guadalupana, roca de resina que imita la volcánica del Pedregal. Le puso nombre Michel Blancsubé, curador de la exhibición. Es como una estela, homenaje a esa zona volcánica donde vivió Perla su infancia y adolescencia, en Agua 415. “Era difícil, muy lejos, no había nada, ni amigos... caminaba entre la lava, víboras y alacranes”, recuerda la artista. Dice que le marcó la roca, la memoria de la roca que hace que ella siga trabajando con ese material. Siempre el recinto volcánico negro como homenaje a su padre Moisés y al Pedregal.



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