Mientras se sigan manifestando al fin y al cabo caerá la dictadura de un hombre sin gracia ni futuro, dedicado a los artistas cubanos de allá y acá

    

Le Danton, la rue de Furstemberg, romántica y cara, con sus cinco faroles y cuatro Paulownias tormentosas y mi hotelito de la Saint-Sulpice 

Voy a salir de viaje, primero una aclaración: yo estoy con los cubanos de Cuba, siempre ha sido así. Entiendo que la gente desde adentro no tiene miedo, no tiene vendas en los ojos, no hay vuelta atrás. Imagino que mientras el pueblo siga manifestándose, el gobierno reprimirá, habrán encarcelamientos y desapariciones como sucede en las dictaduras.Una violencia infame contra el pueblo que no tiene armas, un pueblo indefenso. El proceso de cambio será largo. Digo esto por cualquier mal entendido que pudo haber causado mi blog anterior. No sé mucho de política, pero creo que los cubanos sabrán buscar su propio camino de libertad y justicia. Las dictaduras siempre caen. 

Dicho esto les cuento que volar por Aeroméxico es una delicia, salimos de la Ciudad de México y llegamos a Paris a tiempo, 10 horas de viaje cómodo con buen servicio y la película Arráncame la Vida según libro y guión de la talentosa Angeles Mastretta. Aquí estoy en mi hotelito de siempre, el Relais Saint-Sulpice, que cuando despierto, si alargo el brazo, casi puedo tocar el fondo de la iglesia del mismo nombre. Aquí ha sido mi casa cuando las ferias de la FIAC, andanzas con Emilia mi hija y años después con los inglesitos Teo y Andrés, jogging a los Quai Voltaire y d’Orsay, caminatas a Montmatre, visitas al Atelier Morales de Juan Luis y Teresa, permanencias en el Jardín de Luxembourg, aplausos en el Museo Pompidou, caviar en Maxim`s. Es el barrio de mi boutique Vanessa Bruno y donde compro los calcetines japoneses de Joel, en Tabio. Es el barrio de mi Café Le Dantón en el Quartier Latin para ver la vida parisina pasar y del Museo de Luxembourg donde las exhibiciones son tan inolvidables como la de Alfons Mucha, máximo exponente del Art Nouveau. Es el barrio de galerías de arte, fotografía, grabado y cartografía antiguas. 

Aquí soy feliz. Nada más llegué y a mezclarme en la Brasserie Le Buci con escritores, actores y músicos de la cuidad, no veo a turistas, todos hablan en francés, una ventaja de la pandemia. Antes en este barrio escribían Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre, ahí en el Café de Flore de siempre, y después de la Segunda Guerra, el pensamiento existencialista cohabitaba con el jazz americano de Charlie Parker y Miles Davis. En los años 60 fue el lugar de los actores y directores de la Nouvelle Vague, cine que proponía el vanguardista Jean-Luc Goddard, caracterizado por la poesía de imágenes y nuevas técnicas en la producción. Camino por aquí y por allá. Llego a la Place rue de Fürstemberg (escrito con “m”), nombre del cardinal Guillaume-Egon de Fürstenberg (con “n”) (1629 – 1704), que fue abbé de Saint-Germain-des-Prés, también el nombre de un amigo de Joel y después mío, el querido Príncipe Egon, diseñador de modas y hermano de la actriz Ira von Fürstenberg, quien fue novia de Don Manuel Espinosa Yglesias, banquero mexicano.     

Al anochecer La rue de Fürstemberg en el 6ème arrondissement es la más romántica y más cara de todo Paris a 22,000 euros el m2, con su lámpara de pie de cinco faroles al centro, rodeada de cuatro árboles Paulownia tormentosa. Balthus, el artista polaco-francés quien pintó a las hermanas mexicanas Colle Corcuera tuvo su atelier aquí de 1933 a 1936, así como el pintor Eugène Delacroix de 1857 hasta su muerte en 1863. Sin nada de jet lag, gocé el primer crepúsculo de este Paris tan cercano al corazón mío y de la humanidad.