La Habana huele a mar. PARTE 1 (dedicado a Eusebio Leal Spengler, amigo de toda una vida)

Nosotros siempre lo esperamos todo del mar
"La vida es un desafío, aceptarlo. La vida es un combate, darlo" Eusebio Leal

Siempre que estoy en La Habana soy feliz porque nunca la he perdido, aquí nací y aquí está mi “cubanía” que  no es un accidente geográfico ni siquiera biológico, es un estado del espíritu. He perdido todo lo material, desde mis casas en esta Ciudad y en Varadero, mis caballos en Yariguá, Manatí, mi familia, tíos, bisabuelos, primos, sobrinos, toda esa gente que una vez conocí de niña y que ahora no sé dónde están ni en qué idioma hablan. Hasta conocí a mi tío bisabuelo Pedro Sánchez Batista, hermano de mi Bisabuela Alina, la primera Alina que hubo jamás en Cuba, en esta ciudad al lado del Mar.



El olor de La Habana, Mar

Él llegaba a la Calle B en el Vedado con un collar de perlas grandes y resplandecientes y se las regalaba a su hermana Alina; antes se llamaba Catalina Sánchez Batista, la hija mayor de don Bernabé Sánchez Adán el hombre más rico de Camagüey. Pero un día dijo, ahora me llamo Alina. De ahí venimos las múltiples Alinas de la familia y como las más hermosas salían en los Sociales de toda la República, muchas cubanas se pusieron Alina como nombre. Hasta la madre de Fidel se llamó Alina y su única hija también.

Desde que bajé del avión he estado nerviosa, primero no encontraba a mi sobrina Alina Menocal, hija de mi hermano Carlos que ya no está con nosotros. Ella venía de Costa Rica y llevaba más de una hora afuera en el aeropuerto tratando de buscar un “café internet” para averiguar a través de los emails en qué hotel estábamos. Manolo el chofer dice que la buscó con un letrero que decía ALINA MENOCAL; mi sobrina, preciosa de piel transparente  más bella que la porcelana, ojos muy negros y labios rojos como Blanca Nieves, se llama así, Alina Menocal como yo, aunque yo soy Alina Nina.

Cuando llegamos al Melia Cohiba no había luz, teníamos que subir 20 pisos con las maletas. Mejor nos fuimos a ver al pintor virtuoso, Agustín Bejarano, que ahora vive sin lujos ni excesos, en su preciosa casa del barrio Playa con su novia y el hijo de ella. También vimos las pinturas de “La Cámara del Eco” exhibición que presentó en memoria de su mentor Rufo Caballero. 

Alina Menocal, Alina Nina Menocal, Agustín Bejarano y Lara Arañó

Olympus Vim mixta sobre lienzo, 156 x 434 cm, pintura detrás de la mesa

– Hace 25 años Rufo Caballero predijo “tú serás un artista importante para Cuba”- sentenció  Agustín Bejarano

– Esta serie de obras es una respuesta para él –añadió.

Vimos un grabado que tuvo el Premio Nacional de grabado de 1995, obra clásica, esencial del artista que se titula Harakiri.


grabado, Harakiri, 1995

– Harakiri es un ritual de amor y entrega, de las obras mías es donde expreso con más intensidad el sentimiento del amor.

Como todo está ligado en la vida, yo acabo de leer un libro muy hermoso de Yukio Mishima, de los más grandes escritores de Japón del Siglo XX quien se auto inmola en el suicidio habitual de los Samurái -élite militar que gobernó el país durante cientos de años-, que se llama Harakiri o seppuku, ritual por desentrañamiento y código ético para morir con honor.  Mishima  lo hizo el mismo día en que cumplió 45 años en 1970, por amor a su Emperador y a los valores tradicionales del Japón.


"El suicidio es planeado en el corazón como una obra de arte"

– Quiero hacer de mi vida un poema, el suicidio es planeado en el corazón como una obra de arte – había dicho el escritor.

También vimos la serie nueva de Bejarano, Diamantes en la Noche que tiene que ver con el hombre contemporáneo y su violencia.

– ¿Dónde está la violencia?

– En los animales acechando, despiertos, vigilando. Los pinté en forma de biombos chinos. Hay un hombre en medio de esta pintura que está viendo imágenes de violencia.





Angelote de Bejarano
Llevamos dos días y hasta ahora La Habana huele a mar. En la isla siempre estamos a la orilla del mar, cuando no estamos a la orilla del mar estamos neurasténicos, nosotros siempre lo esperamos todo del mar me había dicho alguna vez Eusebio Leal, el Historiador y Restaurador de la Habana Vieja.

Leonardo Padura, famoso escritor cubano, Premio Princesa de Asturias y autor de La Novela de mi Vida, uno de los libros más sentidos que he leído, dice que reconoce a La Habana por su olor. Vine acompañada de Ricardo Ávila, director de operaciones de mi galería, hombre honesto, leal y lleno de alegría. A todos, Manolo, Alina y Ricardo los puse a “oler La Habana”, igual que a Lara representante de ninart-havana, mi galería aquí.


Al fondo el Capitolio de La Habana

Alina Menocal, Alina Nina Menocal, Ricardo Avila y Lara Arañó, representante de ninart-Havana

– Esa angustia que siempre te acompaña de ir más allá es buena, porque cuando uno se resigna a las cosas es como dejarse llevar por la corriente –dijo Eusebio Leal, uno de los intelectuales más importantes de la historia de este país. Hombre tan brillante como ninguno que he conocido, nos ha enseñado a vivir el presente y futuro de la nación pensando siempre en nuestro pasado y en el mar, nuestra frontera de la cubanía

Los cubanos somos herederos de un pasado de esclavitud, de luchas libertadoras que crearon una nación, por eso hay que pensar siempre en el presente, futuro y un pasado de luchas, de guerra, de emancipación. Ese es LEAL, con quien estuvimos ayer y dijo:

– La vida es un desafío, aceptarlo. La vida es un combate, darlo.

Nina, te defino por esa angustia que siempre te acompaña de ir más allá, yo pienso que eso es bueno, porque cuando uno se resigna a las cosas como son es como dejarse llevar por la corriente. – añadió Eusebio Leal.

– ¿Qué otro consejo me das sobre la vida?

– La vida es siempre comienzo, nunca fin, de lo contrario es una tragedia porque se acaba pronto.

– ¿Y qué más?

  La vida de la fama es un privilegio de los artistas. Me contaba un pintor muy entristecido porque tenía que vender un cuadro que apreciaba y le dije “eternamente será tuyo. Otro es el poseedor del cuadro, pero tu nombre siempre se cantará”.

Yo he perdido muchas cosas: múltiples pasaportes y de todo: dinero, lentes de leer y para el sol, joyas galore, tarjetas de crédito, monederos, libretas, diarios, rebosos  galore –el de vicuña que me regaló mi mentor Robert J. Kleberg, dueño del King Ranch y primera persona que reconoció que yo servía para algo, ese reboso lo dejé en la Gare du Nord de París;  el verde de Bottega Veneta nunca supe donde lo perdí, me lo regaló un amigo a quien mucho quise.

Ahora que he madurado he decidido que la palabra clave es “concéntrate”. Quiere decir checa tu bolsa cada vez que salgas en la mañana y cuando regreses de cualquier lado. Busca que tengas el Iphone, los lentes y el dinero. Eso le dije a mi sobrina Alina Menocal, que me tenía que cuidar. Pero ayer salimos a caminar por La Habana sin el Iphone, sin los lentes y sin dinero, nos perdimos de las fotos del glorioso Malecón de mi infancia y de mi vida, de la casa que tiene 148 años en la familia de Virginia Morales Menocal, mi prima y que está cerca del mar.

Tríptico como biombo chino. Acechando
Cuando nos fuimos me puse nerviosa. Algo triste está pasando en mi isla, pensé.

No hay turistas, hace mucho calor, no hay nada, como materiales para producir o embalar obras de arte.  Anoche estuvimos en la calle Obispo, oí música cubana tan bonita, entré al paladar, no había nadie, la orquesta solo tocando como si se fueran a hundir. Pensé en el TITANIC, la orquesta nunca se dispersó, siguió tocando "Nearer my God to Thee" hasta el final, hasta el fondo del mar eterno, desde donde surgió la vida.

Eusebio Leal & Nina Menocal, Cubanía




Comentarios

  1. ¡Qué ricas conversaciones se te proporcionarán con ese acceso que tienes a Leal y Padura!

    Al mismo tiempo me imagino que paseándote por el Country se te ocurrirá ocasionalmente ir a visitar a las Rousseau o a las Mendoza en Avenida de los Presidentes, solo para caer en cuenta de que...nananina...no queda nadie de esa juventud que compartimos en La Habana de optros tiempos.

    Mucho cariño, Nina,

    Mario

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  2. Me encantó leer tu relato sobre Cuba y tu familia. Un abrazo, Gertrud.

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