Desquiciada: El último tramo de la gira por Europa (dedicado a mi neurólogo Aurelio Méndez)

Peripecias, 21 y 22 de Junio, Final
La bolsa de Art Unlimited Basel de hace muchos años, sin cierre ¿que hacía la riñorera ahí?

            Fuimos felices sobretodo porque estábamos en Ortigia, isla y fortaleza y lugar original de Siracusa, fundada en 734 a.C. donde nació y murió Aristóteles. Es una isla vanidosa de callecitas llenas de agradecimiento, cariño y casas blancas. La última de las dos noches caminábamos después de la cena, oímos música; había fiesta en lo que parecía ser el garaje de una casa, los sicilianos nos invitaron a bailar y compartir.

La fiesta de los siracusanos amigos fue aquí
            Durante el día las monjas nos ofrecían el desayuno en su convento frente al hotel mariano; yo devolvía los huevos revueltos para que me los hicieran  de nuevo, más tiernos. Luego salíamos con el mejor amante de Ortigia, Marcos, enamorado de los secretos del islote. Llovía en las calles y también dentro del techo de su moto-carrito. Vimos todo, los restos del Anfiteatro Romano, el Teatro Griego y el Orecchio di Dionisio, la cueva de caliza en forma de oreja y la Fuente de Aretusa y el manantial de agua dulce que gracias a la mitología griega es símbolo de Ortigia. Marcos nos llevó al museo bizantino cuyos retablos de madona e hijo me mandaban mensajes de melancolía y severidad, quizás como premonición; en las tiendas, compramos collares de aguamarina, joyas de esmalte y cerámica de calidad como ninguna otra.
            




El interior de la Catedral fue como si hubiese caído un relámpago a mi lado. Unas enormes columnas en las estructuras de esta iglesia -que jamás podré olvidar-, pertenecían al templo pagano del siglo V a.C. sobre el cual los bizantinos construyeron la basílica cristiana actual. Es alucinante. Griegos, romanos, bizantinos, árabes, otra vez bizantinos, normandos, suabos (alemanes), aragoneses, italianos.
Catedral de Ortigia construída sobre templo de la Grecia clásica es una obra de arte contemporáneo, de tiempos paralelos universales
           
Tampoco olvidaré el mar, las vistas del litoral, el paseo marítimo con su maravilloso escenario de la bahía. Siempre he extrañado el mar en el exilio, me he imaginado morir a su lado.

Para morir cerca del mar en una ciudad preciosa, litoral de Ortigia
            Cuando nos fuimos al aeropuerto de Catania, Taiyana regresaba a México por Paris y yo seguía a Nápoles (en honor a las cuatro novelas de Elena Ferrante sobre la saga de dos amigas), nos avisaron que era centro de la Mafia Italiana. Nada más me separé de Taiyana en Hertz , donde tenía que devolver el coche, que me sentí sola e insegura. Empecé a pensar en las cosas que me habían pasado.
Cuando me dejó sola Taiyana, se desató la tromenta
            Me dio miedo recordar la peripecia uno, temblé. Cuando llegué al aeropuerto Charles De Gaulle el  primer día del viaje, tuve que caerme por destino, sin saber cómo, en una escalera eléctrica cabeza abajo y pies arriba. Sentía como los escalones afilados iban clavándose en mi espalda y perdí segundos preciosos antes de gritar “¡Help!” a todo pulmón. Solo entonces unos franceses corrieron a levantarme. Desde ese día sé que pude haber dejado una pierna comida por el monstruo mecánico, algo parecido a ser arrancada por un cocodrilo. Una herida en el dorso permaneció conmigo durante todo el viaje.
            Peripecias dos y tres: se me perdieron por lo menos cuatro veces los cables para el Iphone y la computadora (cada vez compraba nuevos), batallé duro entre escribir blogs y la oportunidad de ver más y más arte.
            Peripecia cuatro: Entré al aeropuerto de Catania con dos “frigoríficos”, como los del hotel de Ortigia denominaron las pesadas maletas,  cargué con estos hasta un cuarto piso para registrar mi equipaje.
          –No se puede hasta las 7:10 pm –dijo el dependiente de Easy Jet.
          Eran las 4:10 pm. De vuelta con los frigoríficosa la planta baja donde había mucha gente. Me senté en una mesita, compré agua y saqué la computadora para escribir un blog. ¡Ooooolvido! Tenía la bolsa rosa de Art Unlimited de hace años, sin cierre,  y adentro, -(además de bolsitas diversas con píldoras, maquillaje, lápices y plumas, tarjetas de crédito, monederito de plástico del mercado)-, estaba la bolsa cangurera negra con mi pasaporte, todo mi dinero en cash para los diez días que seguiría en Europa y 600 dólares de Rosa, la artista española, que había dejado olvidados ahí.
            Ah! No aparecían cables para la compu y el “telefonito” (nombre de mi I-phone 6), salí a buscar un taxi y fuimos con los frigoríficos al Centro Sicilia a comprar otros por enésima vez. Ese día 21 de junio no había internet en el Centro, regresamos a un salón de thé en el aeropuerto donde podría escribir el blog. Acomodé los dos frigoríficos cerca de mí y busqué en la bolsa rosa la cangurera para pagar al taxista.
            El pánico me asfixió de golpe. –¡Me robaron! – grité sin poder creerlo.
            Dios mío, mejor me hubiera muerto en Charles de Gaulle, la angustia crecía, ¿qué es este dolor?estoy atada. Pagué a Salvatore con tarjeta de crédito, 300 Euros pues había sido mucho tiempo. 
            No puedo llamar a Joel porque le da un ataque de corazón; desde hace tiempo se le acabó la paciencia conmigo. Estoy amarrada a una vida imposible de perder todo sin que me importe.Pero esta vez “apreté”, como dicen los cubanos,  ahora tengo un cuchillo encajado en el corazón. Mi abuela siempre me decía desesperada “¡Así no se puede vivir!”
            Ana Luisa Landucci, una de mis mejores amigas, llamó a su hijo Sandro quien tiene influencias en Milán por ser dueño del mejor restaurante mexicano ahí.  A su vez los contactos llamaron a Roma para que me me expidieran de inmediato un nuevo pasaporte al día siguiente. 
            Fueron horas muy largas, “casi” (even como diría Duchamp), mientras fui a la policía –siempre con los frigoríficos a cuesta- para hacer la denuncia y esperar abordar mi vuelo a Nápoles que fue posible gracias a que traía la licencia para conducir como documento de identidad.
            Por la ventanilla miraba hacia la oscuridad, las lágrimas caían y caían. Me abandonaron Jesús y María y eso que nunca había rezado tanto en mi vida como en este viaje.–Ya no los quiero ver más –les informé.
            La curiosidad del sobrecargo siciliano le hizo venir a mi lado para que le contara todo, yo estaba en el asiento de adelante. Antes de bajar recomendó –‘Despeleate’ con ellos porque ahora los vas a necesitar más que nunca–. Repitió – ¡Fare Pace!.       
            En el aeropuerto de Nápoles fui al Punto de Información y busqué en la computadora el teléfono del chofer que ya debía estar esperándome. –Aquí, estoy –llegó corriendo al mostrador -¡Vamonos!- dijo.

Salvatore el taxistas de Napoles tenia terminal para tarjeta visa, por eso pude pagarle    

















Cuando llegamos al hotel al lado de la estación del tren me dijo que no tenía para cobrar con tarjeta de crédito, Ave María, otra hora más llamando a México para que Ricardo mi contador lo convenciera de que iba a recibir el dinero por transferencia. Por fin en mi cuarto del hotel, que parecía internado con tres camas grandes y ocho toallas, abrí la maleta de mano para sacar la computadora. Nooooooooooooooooo. No estaba. Llamé al taxista –No Señora, Usted la dejó en el mostrador del aeropuerto, ahora recuerdo.
            Fue la peor noche de mi vida. Tomé 4 tabletas de Lexotán.
            Al día siguiente desayuné en el hotel-internado, me regalaron una botellita de agua pues no tenía un solo euro y pedí un taxi que tuviera terminal de crédito y me pudiera esperar en el aeropuerto de Nápoles con los frigoríficos. Tenía que recuperar la computadora.
            Después de tres horas de subir y bajar escaleras eléctricas, de hablar con muchos empleados y de hacer las paces con Jesús y María, apareció la computadora. En Roma me hicieron el pasaporte nuevo con la ayuda increíble y grata de Sandro, lindo y sagaz muchacho.
            De Roma fui en tren a Florencia, donde mis amigos adorados ,el florentino Maximiliano Constantini y su pareja Rafael de Habsburgo -pariente de Maximiliano y originario de Chilpancingo, Guerrero-, me esperaban para pasar los mejores y más felices días del viaje en la Toscana.
Peripecia 5: Perdí el Iphone en Siena, pero al día siguiente lo recuperamos, Max, Rafa y yo, yendo de tienda en tienda donde habíamos estado. Aunque pude rescatar la computadora  y el Iphone, el hecho de haberlos abandonado me ha desquiciado. 


Il Tempio dirico di Apollo en la Piazza Pancali, s, Vi a.C. el más antiguo deSicilia
Fuente de la ninfa Aretusa, convertida en fuente, pero Orfeoenamorado la transorma en río para fundirse en sus aguas
Museo Bizantino de Ortigia, me encantó
Al rescate Maximiliano y Rafael, mis amigos de La Toscana, dias felices por fin


"Resonar en la narrativa de Nina es sentirse parte de una schweizer offiziersmesser (Nina es alumna del  Instituto Goethe) o en otra forma de decirlo couteau suisse. Es ser parte de esa maravillosa herramienta multiusos que resuelve eventos inesperados. Su fina, amena, profunda, divertida, desarraigada prosa permite al lector participar en las peripecias de la que escribe, ella, Nina, cumple su cometido caminar y caminar por el mundo atropellándose con toda intención con el arte y permitiendo a sus lectores ver y vivir el arte plagado de divertidas peripecias! Nada la detiene (aunque si algo le preocupa el potencial heart attack que el marido pueda desarrollar) 
Gracias Nina por el honor de recordarme e incluirme en este relato de la tierra que tanto amo, la bella Italia, la tierra de Dante, de Papini, de Puccini, de Leopardi, de Da Vinci y ahora la tierra también andada por Nina!" 
Aurelio Méndez Médico neurólogo y amigo de Nina Menocal 






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