La Habana III. Después de misa al Havana Yacht Club con mi vestidito de cuadros color de rosa

Vista Mar, casa de Miguelito Gastón, donde brotan las olas frente al litoral de La Habana 

Después de la playa la piscina del Meliá Cohiba con sus velas. Es un hotel acogedor. Amable, algunas mucamas se acordaban de mí hace muchos años, ¿Usted es la que corría por todo el Malecón? Claro, cuando era jogger. Un día me partí la cabeza, al caer hacia atrás sobre una arista, y lo que sangra…pero esa es otra historia. El daiquirí riquísimo de siempre en Hotel Nacional, de arquitectura ecléctica (como tantas construcciones habaneras) de los años 30, en el bar con las fotos de las celebridades que alguna vez adoraron a La Habana, y la adornaron. Fotos de Marlon Brando, Frank Sinatra, Ava Gardner, Nat King Cole, y los mexicanos Cantinflas, María Félix, Jorge Negrete y Agustín Lara, entre otros. Descubrí que en los jardines había mecedoras dando hacia el Malecón y la siempre mar, el horizonte. 




 



Después por la Quinta Avenida de Miramar, Santa Rita, abogada de lo imposible, iglesia obra del arquitecto Victor Morales (tío de mi primo Juan Luis Morales Menocal) con la famosa escultura de la santa, pieza de la escultora Rita Longa (1912 – 2000). Yo tengo obra de ella, preciosa, en mi biblioteca, Santa Bárbara – Changó, Orisha del trueno, fuego, guerra, danza y tambores, poderoso Dios africano, rayo y espada, color rojo, resistencia y protección contra tormentos y peligros. 



Seguimos al barrio de mi infancia, antes el Country Club, hoy Cubanacán, de grandes mansiones convertidas en embajadas. Un puentecito y “ya estamos llegando, ya veo mi casa”, la casa de Mami es la de Pakistán, la de tío Guillermo Aguilera, ex senador de la República con Batista (dictador anterior al dictador más Malvado), el palacio Florentino de columnas de mármoles italianos, prestada al comandante venezolano Hugo Chavez, expresidente; la de tío Charles Aguilera, arrocero millonario y líder, no sé de cuál embajada. Así por avenidas de palmeras altas, gloriosas. La iglesia de Corpus Christi, otro proyecto de los icónicos arquitectos Morales, donde yo iba a misa los domingos con el vestidito de cuadros color de rosa y zapatos blancos. 




De ahí al Havana Yacht Club, esplendor arquitectónico de entonces, hoy sumido en la desidia y ruinas totales, qué pena y qué desastre. Símbolo de elitismo, no admitía a personas de color, por lo que el presidente cuando yo era niña, Fulgencio Batista, mulato, no podía entrar. Creo que era rencoroso de la clase social alta, y al irse el 1ro de enero de 1959, dijo ¡que les vaya bien con Fidel! A un lado el galgódromo, las carreras de perros, ahora ya no están permitidas, el lugar es terreno baldío. 


A almorzar a Miramar, a Vista Mar, casa frente a olas azul oscuras que rompen contra la piscina en forma de piano, casa moderna que fue premio de arquitectura 1952, diseño del dueño Miguel Gastón, también arquitecto. En el exilio Teo mi hermano murió en Cancún, no recuerdo el año, en casa de Miguelito Gastón, querido amigo de mis padres, más tarde el famoso artista cubano, Julio Larraz, pintó la ventana por donde escapó el alma dulce de Teo. Bueno, pues en Vista Mar comí unos tacos de cerdo, me cayeron mal porque tengo estómago delicado. 




En la tarde la siesta y en la noche a caminar por El Malecón todo oscuro, apagón. Solo 21 minutos hasta la Embajada de los Estados Unidos y vuelta. Dormí temprano, estoy leyendo Morir en la Arena del escritor cubano Premio Princesa de Asturias Leonardo Padura, y buen amigo. La verdad, me gusta estar en La Habana, un terruño precioso.



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