Betsabée Romero con su mamá en el St Regis
Betsabée Romero con su mamá en el St Regis
Palestina Libre en el Tamayo
Los días de muertos en la Ciudad de México son especiales. Pensamos en los que se fueron antes, con cariño, con amor, los extrañamos, quisiéramos volverlos a ver, yo, por lo pronto a mi abuela, a Teo y Carlos mis hermanos, a Mami y Papi (aunque estos últimos partieron enojados conmigo). El 1 y 2 de noviembre México está de fiesta, los muertos viven, sonríen, nos esperan, celebran con pan dulce de huesitos y tequila, con flores anaranjadas, con papel picado, velas, palmatorias, catrinas (recuerdo de José Guadalupe Posada y Diego Rivera), los altares tan personales en las casas que una vez habitaron. No, no fui al cementerio, desde hace tanto, tanto. Ahí están mis padres y Teo. Carlos no, él se quedó en un río de Costa Rica. No estés triste, Nina, tus muertos, y Anita, la nana adorada que hace poco marchó, regresaron esos días para convivir, compartir, recordar y querer.
Así lo vio Betsabée Romero, en el hotel St. Regis, tercer piso, un altar precioso, memorable, Hasta el corazón del día de Muertos, su nombre. Hace poco murió su mamá, ella presente en la instalación, ella, todo su mundo. Señora refinada a quien conocí hace mucho, siempre me destacó entre las amigas de Betsa. Aparecieron en la pieza los colibríes, símbolo de buena suerte, amor y libertad, alegría en los pequeños detalles. Son los pequeños detalles los que cuentan ¿no? También un florero con pintura de flores. Todo dedicado a su memoria, a ella, la Madre, a ella que la acompaña.
Como siempre en los altares de Betsabée, dedicatorias a personajes del arte, la ciencia y la cultura, mi adorado Osvaldo Sánchez, ¿cómo se te ocurrió irte, Os el mágico?, ¿querido amigo y hermano? Claudia Gómez Haro, Oscar Román, Julieta Fierro, Mario Vargas Llosa, el Papa Francisco -sigo pensando en él-, Robert Redford, Diane Keaton, este año vino por muchos.
Betsabée, eres muy grande. Hiciste duelos colectivos, el primero, los 470,000 palestinos, en su mayoría mujeres y niños, una cuarta parte de la población de Gaza, que tienen hambre catastrófica en esos lugares que la ONU llama “sádicas trampas mortales”. Tristeza inenarrable para mí, y todos los que estamos con Palestina, aquí y en el mundo entero, todos los humanistas, todos los hombres, mujeres, jóvenes y viejos de bien, de moral correcta.
Siguió la inauguración de Velasco en el Museo Kaluz. Felicidades Blanca del Valle, tu museo precioso, impecable y la exhibición un tesoro para todos los tiempos. Ese Jardín Expandido, sinuoso, sonoro, lo vi con Cristina (Modesta II) Alcayaga; fila enorme para la muestra, decidimos irnos y regresar otro día. Con Arturo Delgado y Paco Rojas al restaurante Esca en La Roma, hermoso lugar y se comen ricos mariscos, arte en las paredes.
Clase de Literatura en mi casa, el libro, Los Girasoles Ciegos, que no me gustó. Relatos de Alberto Méndez sobre las experiencias de la posguerra de la Guerra Civil Española, a través de la derrota…Al Museo Tamayo a ver las banderas negras y el grafiti de Oscar Murillo, Espíritus en el pantano, curaduría de mi amiga Taiyana Pimentel. La obra invita a los espectadores a que sean activistas sociales, que pinten sus mensajes, Palestina Libre, el que más me gustó, patio como pantano con múltiples capas. Con gises negros, la guarda del museo me dijo, pinta, pero ya no había espacio. Lo de las banderas negras, pues no lo entendí. Pero así es el arte contemporáneo, un misterio.

























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