De París a Moscú, exhibición retrospectiva de Ilya y Emilia Kabakov


Con mi casa a cuestas, casi todo lo que es mío, el hombre en muletas

Ordenando clósets en mi cuarto me encuentro con una libreta de ruso. Estoy estudiando el idioma en internet y para eso aprendí el alfabeto cirílico. Son 33 letras, 20 consonantes, una semivocal y dos letras modificadoras ("signos": ⟨ь⟩ y ⟨ъ⟩) que alteran la pronunciación de la consonante precedente y/o de la vocal siguiente. Más o menos. Aprendí a decir muchas cosas como huevo, sándwich, pan, periódico, leer, tomar, comer, escribir, perro, tren al aeropuerto, ¿dólares o euros? Yo me llamo Nina, ¿qué hace usted?, gracias y ¿dónde puedo comprar? Total que de París volé a Moscú en Air France 1145. Llegué a un hotelito llamado Ukraina Hotel, al lado del famoso Hotel Kempinsky donde se quedaron los también muy famosos artistas Ilya y Emilia Kabakov y la curadora Jill Silverman que los representaba en Londres. 


Viajaba con el crítico de arte mexicano José Manuel Springer. Allí conocí a Mikhail Gnedovsky y a Sofya Avechenkova, con ella sigo aún en instagram. En el Multimedia Art Museum a Olga Sviblova. Con Sofya fui al Art Moscow Tretiakova a una conversación con John Anthony Baldessari, artista conceptual. Después nos fuimos caminando al Strelzi Bar, pasamos por un puente iluminado por la luna, vimos la Catedral y allá arriba el Monumento Soviets Lenin, los departamentos de dirigentes donde ejecutaron a todos, dijo Sofya. Comimos y bebimos mucho, llegaron colegas del Museo, Konig, Ulrich, Kate y Olga. Al día siguiente conocí a un tal Manzur en el Metro. Nos comunicábamos a través del traductor de Google y él se convirtió en guía y amigo. Vámonos al Pushkin Museum en metro y a la Catedral Saint Basil, el Kremlin y Café Pushkin. Luego conocí a Katia Inozemtseva, la curadora en jefe del MAMM. Pasé por el Museo Politécnico, la Universidad Ortodoxa. Más tarde por el Ministerio de Relaciones Exteriores y la Universitel Mry (Moscow State University).

 

Manzur tenía un hermano Hakim dueño del coche que alquilé, eran musulmanes. Quise comprar caviar pero estaba carísimo, mejor no. Entonces decidí irme en tren a San Petersburgo y lo primero que hice fue pedir Vodka en una cafetería. Tenía muy poco dinero en la bolsa, me di cuenta de que había dejado todo el cash en Moscú. El hotel estaba prepagado y la guía al Museo del Hermitage también. En el desayuno agarraba una pera para el resto del día y así sobreviví. Los recuerdos son borrosos, pero ahí están algunos. Cuando regresé a Moscú fui con JM Springer a una cena de ocho platillos antes de la inauguración de la expo de los Kabakov. No eran ocho, eran como 16 platos en un restaurante vanguardista, paredes grafiteadas, murales de la escuela de Fontainebleau, decadentes. ¿Arte contemporáneo? Creo que no. 

Aquí en mi Ciudad de México todo sigue igual, las amigas vienen a comer. Colmillo lleva ocho meses aquí y está muy recuperado, yo pensaba que era mudo, que le habían cortado las cuerdas vocales, nada de eso. Ladra cuando grito “¡A comer!”, exige su pollo que le da Joel para que lo quiera. Vienen Arturo Delgado, Paco, Karen Huber, Laurie Litowitz, hablamos de arte. Muestro las obras de la galería. Luego salgo a caminar en la condesa. Encuentro a un hombre en muletas, tiene un pie dañado también. Él carga con una mudanza o se dedica a comprar cosas, o lleva su casa o con su casa a cuestas. Me marca su esfuerzo, su poder, su voluntad.


 

Comentarios

  1. que divertido viaje ya te imagino en Rusia otra galaxia y aun que apetecible me encanta viajar contigo yo hubiera comprado el caviar y luego limpiaria platos!! muchas gracias por compartir tus maravillosas experiencias

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  2. Extraordinarios recuerdos y hermosas vivencias que siempre te procuras Nina. ¡Bravo Nina!

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