El chef Noah inventó empalmes y bombas, las mejores botanas

Lou Villegas 52, Armando Colina 88, suerte que tengo de tenerlos en mi camino 

MAPIMI, un año más de amigos adorados, con la suerte de que Lou Villegas me incluyó en su grupo de conocedores y amantes de la música. Música cualquiera, podría ser, pero no. Es Ópera de los grandes, Pavarotti, Plácido, Elina Garanča, Jonas Kaufmann, Nadine Sierra: los mejores. Todos los ha llevado Eliza Wagner a la Ciudad de México, Torreón o Coahuila. “Seguiremos haciendo cosas porque ella es alguien que no para,” dice Lou de Eliza y añade: “lo hacemos juntas de una manera muy divertida. Se ha hecho un equipo maravilloso, el drink team con Nathanael, Jorge, Eliza, Suzie y yo…” Broma o no, bien estuvieron los Negroni, Martini, Tequila y Mezcal. También comimos mucho, como franceses aunque de rancho, tacos de lechón y top sirloin. Botanas en el Campo de Tiro, a cargo del chef Noah de 7 años: empalmes y bombas.

 

Lou cumplió 52 años el 15 de abril, celebramos junto con Armando Colina, sus 88. Éramos los mismos del año pasado con dos más, Juan y Elliot, parejas de Ramiro y Gaby respectivamente. Con suerte el próximo año se une Joel. El rancho se llama San Jacinto, desde 1985; está cerca del pueblo mágico llamado Mapimí, que quiere decir piedra en alto. Ahí vivieron los tobosos y cocoyomes, indígenas del desierto de Durango. Más tarde, en 1598, un sacerdote jesuita y un colonizador español llegaron al corazón del desierto en busca de minerales preciosos; fundaron el pueblo Santiago de Mapimí. Durante los siglos XVII y XVIII siguieron las insurrecciones indígenas, ahora con la ayuda de trashumaras y tepehuanes. Por fin el Virreinato construyó un presidio en Nazas, que se convirtió en zona mineral muy rica. En esa prisión estuvo encerrado, aunque por corto tiempo, el cura Miguel Hidalgo y Costilla. Benito Juárez estuvo en el pueblo cuando perseguía las tropas del II Imperio francés. A fines del XIX llegó Peñoles a producir oro, plata, plomo y cobre; actualmente se explota mármol en Mapimí. 

 

El primero en amanecer siempre era el Patrón, Ramiro. Después Nathanael y luego yo y por fin Armando. En la sala de los trofeos del rancho, Nat parece estudiar música ¿o componer? –No– me dijo– Estoy anotando cosas importantes para saber qué instrumento está cantando y cuál acompañando, cuál entrando y cuál saliendo. Nathanael Espinoza es director artístico de la Sinfónica del Desierto, Saltillo. Con Suzie y los cuatro hijos hacen una familia atractiva, joven. A los 6 años Nat sabía que iba a ser músico y a los 24 estaba estudiando en Rumania con un discípulo de Celibidache. 

- Muy carismático Celibidache, popular y guapo, el Bolero de Ravel, famosísimo– dice Armando. 

–¿Cómo sabes todo tú?– pregunto yo. 

–Tengo muchos años– contesta. 

 

Luego todos extrañábamos a nuestros perros. El próximo año tendremos que llevarlos. Las mascotas de Patrón y Juan son Oso, Luna, Lola y Parda, el único macho es hijo de Luna, raza de Monterrey. Luna fue vendida al hermano de Juan como Chihuahua. Pero cuando el perrito Minitoy empezó a crecer, le salieron pelos. Claro, un fraude. Ya no apareció el señor que lo vendió. 

 – Entonces a Luna mi mamá no la quiere por ser cruzada. Con Oso, hijo de Luna, lo encontramos en una cochera, bien oscura. Cuando lo agarramos ya no podía abrir los ojos–, cuenta Juan. 

El de La Lobo se llama Kevin y tiene los pelos disparados en la mollera; es un Xolo. Gaby tiene otros más: Nanda, mestiza, Poodle con Schawzer y Soimón (Simonkey de cariño), también Xolo pero viejito. Gaby me contó anécdotas de los perros, no las recuerdo porque estoy perdiendo memoria. De ella puedo decir que fue al Kinder con Emilia mi hija, a Cours de Madame Durand, luego ambas al Lycée Français. Lobo es también gran amiga de nuestra Lou Villegas, con la que ha compartido risas, viajes, arte, momentos felices, momentos tristes. Ahora la vemos realizada con Elliot. ¡Qué alegría!