“Mujer en papel”, el libro de Cecilia Fuentes sobre Rita Macedo, dedicado a todas y todos los que saben amar

 


Carlos Fuentes no le llegaba ni al dedo chiquito del pie izquierdo; Rita Macedo, en cambio, una reina: mujer fuera de serie, guapísima, tierna, divertida, insatisfecha, ambiciosa, curiosa, inteligente, cómica, graciosa, llena de vida, de alegría, cantos, luces, colores y risas. Artista trágica quizás al estilo de Sarah Bernhardt cuando le quitaron una pierna, fue la madre amorosa de Julissa y Luis de Llano y de Cecilia Fuentes; esposa de De Llano, Carlos Palomino, Carlos Fuentes, amante de Adolfo Orive de Alba, novia de Ron Palmer y amor del pueblo de México quien la adoró en sus películas y en el libro Mujer en papel

Luis de Llano (1918 – 2012) productor y director de telenovelas mexicanas tampoco la mereció y menos la comprendió. Ella fue un icono en nuestra época dorada del cine. Una mujer diferente, de espíritu, independiente, con destino y un camino muy personal. Rita era virgen cuando se casó pero él no supo hacerla mujer. Trató de encerrarla, de que no brillara, no hablara, no pensara. Ella, aunque al principio frustrada, pudo escaparse. 

Niña díscola en aquel terrible internado de la Fundación Mier y Pesado que estaba por el rumbo de La Villa en lindo edificio. Pobre Rita, bonita y solitaria, añorando por una mamá que no la pelaba. Más adelante fue a un colegio elegante aunque por poco tiempo; ahí conoció a la Chatis Azcárraga Milmo, prima hermana de María Luisa Rivero Azcárraga mi suegra. También conoció a Pedro Infante en el roof garden del hotel Reforma que habían diseñado entre los arquitectos del momento Carlos Obregón y el recién llegado de Paris, Mario Pani. 

De jovencita ella fue reina de belleza en un baile relacionado con el cine y modelo del modisto francés Henri de Chatillon, mismísimo que produjo un traje de sastre verde esmeralda, primer regalo que recibí de Joel cuando éramos novios. Mucho después Rita fue socia de Armando Valdés Peza, el más famoso costurero de México, quien diseñó mi vestido de novia al estilo de Emperatriz Josefina. También nuestra heroína ejerció “la profesión más antigua del mundo”, según pensó para ser libre, cuando ya había dejado al primer marido y su madre la había echado de la casa. Rita era una mujer dulce que no sabía cuanto había que cobrar. 

Se educó sola leyendo libros como Crimen y castigo de Dostoievski y empezó a hacer películas junto a Ernesto Alonso. Su primer orgasmo fue con el ladrón de Orive Alba (1907 – 2007), Secretario de Recursos Hidráulicos del Presidente Ali Babá Alemán. Orive de Alba le regaló joyas y vestidos lujosos, también una casa del decorada por Arturo Pani, hermano del arquitecto Mario Pani. Ella era feliz y verdadera estrella. En 1956 Rita Macedo tenía 31 años, puso en escena Réquiem para una monja de William Faulkner, entre el público estaban Octavio Paz y Carlos Fuentes de 29. 

Este último la felicitó y ella se enamoró locamente como esos misterios de la vida, ¿por qué?, porque sí. Lo vio y cayó rotunda.  El amor le sucedió sin que ella tuviera tiempo ni siquiera de sorprenderse; le llegó como un terremoto de 8.5 de forma mortal y bendita. Ella fue feliz con él a pesar de su suegra Bertha Fuentes, frívola, arrogante, también fue infeliz por cuenta de las cientos de amantes "princesas" que tuvo él en el camino. Sin embargo “tus travesuras no afectarán nuestra vida”, le decía cándida. Ella llegó al set del genio Luis Buñuel, el más grande director de la historia del cine en español y al de José Luis Ibañez pilar de nuestro teatro nacional; fue amiga de Manolo y Fela Fabregas, Señor e impulsora del teatro en México. Se cruzaron en su vida pensadores como los premios Nobel de Literatura Gunther Grass, Pablo Neruda, Gabo García Márquez, Mario Vargas Llosa, José Donaso. 

Mujer sensible y emotiva, Rita Macedo se suicidó en diciembre de 1993. Otras amadas por Carlos Fuentes que se quitaron la vida fueron Jean Seberg, Gloria Candano, Patricia Ospina, Arabela Arbenz. Quizás no lo hicieron por causa de él, pero lo que sí: él fue una sombra muy oscura, amorfa, que pasó entre aquellos horizontes. Y como escritor no les llegó a Paz, García Márquez, Elena Garro, ni a Cortázar.

Comentarios

  1. Muy bonito tu homenaje a la gran Rita Macedo. Tambien me gusto mucho leer el libro y saber mas de su historia

    ResponderBorrar
  2. Super que tremenda historia y que hermosa mujer igual que tú mi querida Nina ❤️ super tu blog

    ResponderBorrar
  3. Muy interesante Cómo todas tus historias. Felicidades Nina .

    ResponderBorrar
  4. Fascinante relato Nina. Ya me dieron ganas de leer ese libro.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

80 años de Juan Francisco Beckmann Vidal en Tequila, Jalisco, dedicado a Juan Beckmann y Doris Legorreta de Beckmann

Lupe Peñafiel nos reunió en su casa llena de arte

Gracias a las amigas y los amigos que me acompañan siempre: hay que vivir bonito