Toda una cultura gira alrededor de los corazones humanos para Huitzilopochtli (dedicado a Teresa Ponce)
Piedra del Sol como la vió Hernán Cortés, recostada en la Plaza Central de Tenochtitlán, donde se sacaban los corazones humanos, un destino |
Si no se defiende bien con las flores, ya es doblemente merecido el sacrificio humano
Todo fue una sorpresa. No sabía que el “Calendario Azteca” no era calendario, sino una piedra de sacrificio humano. Tampoco que sacaban los corazones ahí mismo sobre esa piedra u otra llamada “Piedra de Tezcatlipoca”, labradas con cuchillos de obsidiana, ambas recostadas en las calles de Tenochitlán. Los sacerdotes todos los días sacrificaban a uno, dos o más prisioneros para ofrecer la sangre del corazón humano a Huitzilopochtli, Dios del Sol y la Guerra.
Yo pensaba que sobre las pirámides de la capital del Imperio Azteca había una especie de altar, una piedra negra, no demasiado alta ni ancha; ahí anclaban al ser humano con el pecho abierto hacia el cielo, le metían el cuchillo con un fuerte golpe, abrían con las manos y las elevaban llenas de sangre con el corazón entre ambas. Luego tiraban el cuerpo por un lado de la pirámide para que fuera rodando y rebotando hacia abajo. No sé de donde saqué estas ideas, quizás de las conversaciones que alguna vez oí entre Cuauhtémoc Medina y Leandro Katz (curador y artista) sobre la cultura Maya.
El grupo quería detalles de como luchaban por su vida el prisionero y los guerreros aztecas, Piedra de Tezcatlipoca, donde sacaban corazones todos los días |
Pero no, los Mexica no necesitaban subir a lo alto para sacar los corazones.
– Primero hacen una ceremonia de sacrificio preparatorio – dice la guía del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) –Este gran prisionero de guerra es muy, muy adiestrado.
No sé a qué se refiere ¿adiestrado para qué? La guía se apasiona, sigue: – lo paran aquí y le dan un ramo de flores o un bouquet de plumas para defenderse– dice, –y alrededor del bloque se paran 15 militares aztecas ricamente armados que lucharán contra él.
Fight clean you son of a bitch, pensé.
La guía tiene a un grupo grande de admiradores a su alrededor, callados, escuchan casi sin respirar.
– Él tiene que moverse de tal manera para que no lo toquen, si lo llegan a tocar, entonces ya es doblemente merecido el sacrificio humano– ella hace una pausa y luego dice: –entonces lo acuestan, le abren el pecho debajo de la costilla y jalan el corazón.
– O sea que las costillas?– digo por decir algo, estoy asustada.
– No, las costillas no las lastiman…
– ¿Esta es una piedra de sacrificio? –me refiero al monolito de Tezcatlipoca, esculpido con escenas repetidas del guerrero capturando a un prisionero.
– Y la del Sol también, le dicen “Calendario Azteca”, pero es una plataforma de lucha y muerte.
La Piedra del Sol está en lo alto de la sala, suspendida. A la derecha hay una cartelera grande que la muestra a todo color, predomina el rojo.
– Yo sí creo que si Cortés la vio con estos colores, imagínense el impacto que ha de haber sido para él.
– Híjole.
– Señora, piense en este bloque recostado, en rojo fuego, amarillo resplandeciente y en pleno uso de sus funciones…
– Sacar corazones humanos.
Cuando me recuperé pude preguntar, bajito – ¿Dónde estaría?
– A un costado de lo que hoy es el edificio de la Suprema Corte de Justicia, luego lo mueven, lo encontramos a un lado de la Catedral.
Ella es una mexicana de baja estatura, cuadrada como un bloque con piernas cortas. Tiene gran fantasía, nos cuenta que los aztecas agarraron a Cortés para sacrificarlo.
– ¿Cuándo?
– Pero después su tropa lo recupera – dice.
La guía por fin nos narra que la Piedra del Sol se encontró el 17 de diciembre de 1790, “todavía somos la Nueva España”cuando el virrey Juan de Güemes, II Conde de Revilla Gigedo estaba restaurando las calles empedradas que se hundían, antes habían sido canales.
– Empiezan los trabajos de restauración, no pueden continuar porque se han topado con este bloque que está acostado bocabajo.– dijo –lo empiezan a ver con esta talla y el Virrey quiere saber el significado de los símbolos, pesa 24 toneladas y media, entonces lo mueven con poleas y encomiendan a un astrónomo que haga la traducción.
Fue Antonio de León y Gama quien le dio el nombre de Calendario Azteca – una etiqueta difícil de quitar –suspira la guía –, vio que las inscripciones eran alusivas a la cosmogonía mexica y los cultos solares: meses que duraban veinte días, años de dieciocho meses y siglos de 52 años que se renovaban. El monolito mide 3.60 m de diámetro y 122 cm de grosor, después de 65 años de estar expuesto afuera perdió los colores. Y la cara central, Tonatiuh, dios del Sol, está desfigurada, fue tiro al blanco de balas de los soldados de Estados Unidos (guerra de 1846 – 1848). Los gringos…
A los lados de Tonatiuh están manos como garras de águila que atrapan corazones humanos. La lengua es un cuchillo de pedernal. Por las mañanas el sol era águila que subía al cielo, llamado Cuauhtlehuánitl y en la tarde Cuauhtémoc, el águila que cayó. Cuauhtémoc nombre también de nuestro valiente héroe mexicano, ultimo huey tlatoani, quien hace 498 años, el 13 de agosto de 1521 se rindió ante españoles crueles, salvajes, desalmados y verdugos inhumanos a quienes solo les interesaba el oro de los aztecas. Oro como para comérselo, oro, oro. La locura y ceguera del oro.
Alonso de Montúfar (1489 – 1572), segundo arzobispo de México había ordenado enterrar la Piedra del Sol para que "se perdiese la memoria del antiguo sacrificio que allí se hacía".
Pero una vez afuera, la violencia de los sacrificios humanos nunca nos dejaron. Ahí la observaron, entre otros, Alexander von Humboldt (1769 – 1859), quien realizó diversos estudios sobre su iconografía. En 1855 el monolito fue trasladado al Museo Arqueológico de la calle Moneda, pero los ciudadanos estaban furiosos por el “encierro” ya que estaban acostumbrados a verla en el paisaje de la Ciudad de México-Tenochitlán. En 1964 llegó a su hogar definitivo el fabuloso Museo Nacional de Antropología e Historia, obra de arte del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez (1919 – 2013), personaje a quien nunca olvidaré (me dio permiso de subirme con mis amigas en las esculturas de la Ruta de la Amistad, para un reportaje en el entonces Heraldo de México, en 1968).
Visité la sala Mexica del INAH después de terminar el libro de Eugenio Aguirre, Isabel Moctezumo, que me afectó profundamente. Eso de que Moctezuma regalara su gran Imperio a los avariciosos españoles encabezados por Hernán Cortés fue muy difícil de leer. Traición en cada una de las páginas, cobardía, pusilanimidad.
Quizás si hubieran peleado, si Moctezuma hubiera sacrificado a Cortés -su corazón para Tonatiuh, Huitzilopochtli o mejor Tlacaxipehualiztli, "desolladura de hombres", porque a sus cautivos después de ser sacrificados se les quitaban la piel y luego los desmembraban-, quizás Octavio Paz no hubiera escrito El laberinto de la soledad, cuyo argumento central es que los acontecimientos históricos, La Conquista, son causa y fundamentos de los sentimientos de pesimismo, inferioridad e impotencia que predominan en la mentalidad de los mexicanos.
México hubiera sido vencido, claro, de todas formas, pero no sin la muerte de los primeros españoles que osaron entrar en la gran Tenochtitlán.
México hubiera sido vencido, claro, de todas formas, pero no sin la muerte de los primeros españoles que osaron entrar en la gran Tenochtitlán.
Así ví la sala Mexica, reflejo de esa sociedad conquistada en 1519, que tenía amplios conocimientos de astronomía, matemáticas, literatura y un perfecto entendimiento del calendario.
– Eran sociedades muy desarrolladas– dijo Frank Martínez, artista contemporáneo cubano a quien llevé a conocer el museo, –me llamó la atención la alfarería y el trabajo de la piedra con cuchillo de obsidiana, como ellos lograron fundar una gran ciudad con población mayor a la de las ciudades europeas y una estructura urbana espectacular.
Museo de Antropología e Historio, Patio |
– Es aplastante los trabajos en piedras enormes y el control de las estaciones que tenían –añadió Frank.
– ¿Cuál fue el mayor impacto?
– El tema del sacrificio, es algo tan lejano y es algo tan propio de ellos mismos.
– Asociaban todos los ciclos a partir del sacrificio humano– dije
– Eso es perturbador, quieres entender pero es muy distante ¿cómo puedes asimilar eso?
De cualquier forma captamos, Frank y yo, que esa fue su cultura, la de un pueblo muy inteligente que a partir de la sangre humana fundó el imperio con ciudades que se regían por si mismas y que abarcaba desde de la Zona Maya hasta Guatemala.
Jaguar, principe y señor de la noche, aquí se depositaban sangre y corazones para alimentar al sol |
Muy buenos días, cuanto agradezco esta bendición de ver en la distancia como la galería esta en constante movimiento cultural y q nuestros coterráneos crecen en todo sentido, gracias al empeño q uds y especialmente Nina han puesto, q Dios los siga bendiciendo,con esta obra magnífica q se han propuesto llevar adelante es lo q le desea de corazón su amiga q los aprecia
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