El Mar de Cortés, magia en el Pacífico


El Mar de Cortés, entre la península de Baja California y los estados de Sonora y Sinaloa

Estábamos tranquilos, muy cerca de la felicidad (dedicado a Hugo y Esther Salinas) 

Hugo mandó a apagar todas las luces del barco, todas. Salimos a cubierta exterior del yate para sentir la noche estrellada. El clima era maravilloso alrededor de  18°C. Miramos al cielo y vimos a la que más brilla, Sirio. 
Sirio es muy conocida desde la antigüedad; ha estado presente en civilizaciones griega, maya y polinesia..
–¿Sirio?
– Es la séptima estrella más cercana respecto al Sol – dijo H, mi anfitrión.
– ¿Sirio está relacionado con el perro?–  pregunté.
– En el siglo VII a.C. Hesíodo dijo que Sirio brilla en muchos colores; Homero en la Iliada nombra al “Perro de Orión”;  los chinos  conocían al “lobo celestial” y para los inuit de Alaska Sirio era «Perro Luna». 
  Esa es Orión ¿no parece un rastrillo?
Orión, el Cazador, es la constelación más conocida del cielo. Sus estrellas brillantes son visibles todo el año, durante el invierno en el hemisferio norte, verano en hemisferio sur. 
– Sí. Y esa es La Osa Mayor allá arriba.
– ¡Que linda es!
Las montañas estaban alrededor y el mar como plato. 
– ¿Esa de allá?– pregunté
– No me acuerdo del nombre, probablemente es un planeta, yo no sé todo.
Y seguíamos mirando el Firmamento. Estábamos tranquilos, muy cerca de la felicidad.
– Esa es la estrella Polar, las dos estrellas finales de la Osa Mayor apuntan a la estrella Polar. En el Polo Norte la Estrella Polar estaría directamente arriba de nuestra cabeza y todas las estrellas le estarían dando vueltas.
La Osa Mayor es una constelación visible durante todo el año en el hemisferio norte
El anfitrión me explicó que suponiendo que toda esta bóveda celestial es la mitad de una esfera, entonces el Ecuador sería el horizonte. Los marinos, cuando tomaban la altura de la estrella, sabían dónde estaba su latitud ¿oíste lo que estoy diciendo?
– Estoy oyendo.
Una gaviota sentada sobre sus huevos, Isla Monserrat
 – Lo que no sabían es la longitud…¡Miren una estrella fugaz!
– Quizás Marte–, dijo una voz de mujer.
– Pon en tu celular  “night skies” – sugirió alguien más.
– Hace años que no veo un cielo así.
 Todo el cielo rota alrededor de esa estrella Polar, parece que de oriente a poniente, pero en realidad somos nosotros, es el movimiento de la tierra que da vuelta al sol. En 6 meses el sol estará saliendo junto con estrellas de otro hemisferio. 
– ¿Así que vemos diferentes estrellas, un medio cielo hoy y otro dentro de 6 meses?
– No, no. Te explico mejor: lo correcto es que los que estamos en el Hemisferio Norte vemos muy abajo, hacia el sur, las estrellas que en Hemisferio Sur se ven encima de la cabeza.  Y por contra, los que viven en el Hemisferio Sur ven muy abajo hacia el horizonte norte las estrellas que nosotros vemos sobre nuestras cabezas...¡Puf!
H. estaba contrariado, pensó que no había sido claro.
– Quienes viven en la línea ecuatorial, ven las estrellas de ambos hemisferios - pero la Polar queda, allá, en la línea del horizonte– volvió a explicar.
– Venus brilla mucho-, intervino Joel – Esas dos de allá son Cástor y Polux.
– ¡Claro! En la  mitología griega eran dos famosos héroes mellizos hijos de Leda y de Zeus, hermanos de Helena de Troya, llamados Cástor y Pólux.
– Mira los pelicanos, míralos- dije –Hay muchas luces y otros barcos.
Estábamos en Puerto Escondido, Baja California. A lo lejos veíamos el brillo de La Paz, atrás de las montañas.
Al día siguiente el anfitrión me explicó todo de nuevo. Hasta dibujó en un papelito. Los astrónomos desde épocas antiquísimas veían que el sol se movía en las distintas constelaciones. Tardaron mucho tiempo en darse cuenta de esta cosa muy sencilla: al contrario, nosotros nos estábamos moviendo.
Otra noche hablamos del Universo como infinito. “Una dimensión del infinito es el tiempo, el universo contiene todos los tiempos -pasado, presente y futuro- a la vez”, nos decía el anfitrión. “El mundo no tuvo ni principio ni fin, todo lo que ha sido sigue existiendo y seguirá existiendo simultáneamente en el Universo”. Nos dijo que cualquier etapa que ha vivido nuestro mundo existe hoy en otros mundos.
– Lo infinito en el espacio y lo infinito en el tiempo abren horizontes que son la locura.
– Es mejor no pensar–, dije.
– Hay seres racionales en el universo, no idénticos a nosotros pero muy similares– concluyó él.

Hicimos un recorrido por el sur del Mar de Cortés. Yo nunca había estado y siempre soñé en ir. No me imaginaba un viaje tan hermoso en yate de 50  metros de largo. Amigos y parientes singulares, él recitó de memoria “The Walrus and the Carpenter” (La morsa y el carpintero) de Lewis Carroll, cuya primera estrofa es precisamente sobre el sol brillando sobre el mar…. El poema sigue refiriendo a la luna, mar, arena, nubes, cielo y pájaros, todo lo que estábamos viviendo en estos cinco días. Otro poema que también nos recitó H, “Ode to a nightingale” (Oda a un ruiseñor) de John Keats, sobre la naturaleza, la transitoriedad y la mortalidad, escrito hace exactamente 200 años. 

H es un hombre con enorme curiosidad intelectual que cuestiona todo. Es un placer oírlo hablar, nos da una perspectiva diferente a la aceptada en general. Y ella, la anfitriona, una mujer con los pies sobre la tierra, sensata, sencilla, alegre; además, muy bonita. Ella es un sol.
Las aguas cristalinas y frías, no heladas, son una delicia. Nadé cuatro días hacia alguna de las islas de este mar que el oceanógrafo francés Jacques-Yves Cousteau ”. (1910 – 1977nombró  “el acuario del mundo”. Mucho antes Hernán Cortés –en cuyo honor se nombró el mar-, había mandado al navío Concepción en viaje de exploración; el segundo en mando, Fortún Jiménez,  asesinó mientras dormía al capitán Diego de Becerra. Jiménez navegó hacia el noroeste siguiendo la costa y fue el primer europeo que en 1534 desembarcó en la península de Baja California, pensaba que era una isla.
Fortún Jiménez y su tripulación abusaron de las mujeres y nativos semidesnudos con quienes se encontraron y les robaron perlas que éstos extraían de las conchas de la bahía. Por fin él también fue asesinado junto a algunos de sus compañeros. 
Aguas transparentas, frías, riquísimas ¡Que privilegio el estar vivo!

Me imaginaba todo aquello, la avaricia de los conquistadores y el carácter de los peninsulares mientras nadaba y veía que se acercaba –lentamente- una playa natural y virgen entre acantilados y terrenos rocosos. “You can do this, Ma’am”, me alentaba el sudafricano, uno de la tripulación quien nadaba a mi lado. “When you get to the beach it will be so rewarding”. Y así fue, tenía una meta que cumplir y lo iba a lograr. 

Días de belleza imponente en el Pacífico, horizonte de montañas dibujando picos y curvas, líneas accidentadas contra luz brillante que salía de ellas. Días de mar azul profundo y luego verde, verde claro, turquesa, blanco y transparente al fin. Arenas blancas entre montes y manglares  exuberantes. 
Nadé hasta la playa, costó trabajo pues tengo un hombro lesionado
pero que recompensa haber llegado, haber estado

A 40 minutos de navegación, al sur de La Paz, amanecimos en la pequeña bahía Balandra de aguas muy tranquilas rodeadas por cerros de rocas color marrón. Los pelicanos eran los dueños de esta playa, volaban y se acostaban en el mar, una y otra vez, se dejaban llevar por una brisa suave. Recogí conchas en la playa y Joel me regaló una piedrita negra con rayas beige y pintitas blancas.

Esa primera noche cenamos las cinco parejas sopa de lentejas rojas y vegetales, ensalada de pepinos y calabazas con salsa de espinaca y semilla de cáñamo, estofado de carne de res y setas Portobello, pollo relleno con queso y huitlacoche, verduras cocidas Mirepoix, quinoa de flor de calabaza y de postre croissant de chocolate Pain Perdu. 

Los almuerzos y las cenas siempre fueron igual de buenas y variadas, hubo huachinago a la Veracruzana, langosta grillé con salsa de coco y cilantro, camarones salteados en ajo, pargo a la Meuniére y pollo Teriyaki. Los arroces fueron rojos, negros, amarillos y verdes. Los pasteles de zanahoria con crema de canela o de almendra con crema Mascarpone. Y los vinos rojos mexicanos de Monte Xanic o Casa Madero y blancos franceses: Chablis, Pouilly Puísse y Pinot Grigio.
Loreto, B:C., donde me colocaron la muela perdida
Una mañana estaba desayunando un delicioso croissant hecho por el chef, cuando sentí algo duro, una bola, al masticar. La escupí y cuál sería mi horror al ver que era mi primer premolar de arriba. No es posible, no por favor. Esto a las 8 de la mañana. No fue hasta después de nadar a Isla Coronados, de hacer snorkel y ver peces rayados en amarillo, dorados, azul y café, que llegué a tierra firme, a una dentista en la ciudad de Loreto, Baja California Sur. Ella me colocó la muela y eso me dio la seguridad necesaria para seguir gozando del mar, las playas de Isla Montserrat, Agua Verde e Isla San José, las estrella y los amigos de la inolvidable aventura Mar de Cortés.

Fue un privilegio estar con Hugo y Esther, personas y primos fuera de serie. La belleza del Mar de Cortés es como si hubiéramos viajado a otro planeta, indescriptible. Los amigos de Estados Unidos fueron compañeros de Hugo de high school. Que alegría ver que todos eran inteligentes y sumamente exitosos. Joel y yo éramos los más jóvenes del grupo, cosa bastante singular. El ambiente fue de total cariño a pesar de las diferencias políticas entre fronteras.




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