Mi galería destruida, pero Roma no se hizo en un día: constancia y perseverancia, volverá al esplendor original

Gerry y Eduardo en la galería que lleva su nombre, Traeger & Pinto, La Roma. Atrás la pieza que se llevó el Señor estadounidense que pasaba por la calle.


Fernando Moreno con Impermanencia en Traeger y Pinto (Dedicado a Fernando, Gerry, Eduardo y Rocío González)

Fernando Moreno, atrás AGHORI, Ellos comían carne humana

La Roma de mi vida, 1990: mi galería en la calle de Zacatecas está en ruinas. Recuerdos: la OMR, Casa Lamm y el Corredor Cultural que fundamos nosotros, la exhibición de esculturas entre las plazas Rio de Janeiro y Luis Cabrera, los artistas, los performances. Sobretodo el tráfico no era terrible en aquella época, el delegado nos ayudaba a transportar coleccionistas; creamos un polo cultural como nunca ha existido en México, venían los coleccionistas desde donde fuera de la ciudad, todos nos beneficiamos, los artistas, galeristas, coleccionistas. Los curadores todos, Olivier Debroise †, Osvaldo Sánchez, Juan Acha †, Cuauhtémoc Medina, Silvia Pandolfi, Karen Cordero, Pilar García, María Guerra † y celebridades como Ricardo Legorreta†.

En mi galería de Zacatecas trabajaron Taiyana Pimentel, Rafael García Planas, Sandrita Ramos y todos gritábamos en cubano en vez de usar los teléfonos. Yo me asomaba del tercer piso al patio y decía ¡¿quéeeee?! Y desde allá abajo contestaban los recados que resonaban por toda la cuadra. Era una casona colonial preciosa, de 100 años que había sobrevivido al terremoto del '85. Osvaldo Sánchez y mi hija Emilia la encontraron un día caminando por la zona y organizaron que yo comprara la propiedad. En ese entonces la restauré sin problemas con la delegación, era un México más amigable.
Roma, un espejo del alma humana, la relación entre arte y vida.
Se inauguró con las exhibiciones individuales y muy importantes de José Bedia y Silvia Grunner. Rafael Tovar y de Teresa cortó listón.

Ahora la casa está en ruinas, la había rentado a una persona muy mala del restaurante Central Brasserie Polanco, se llevó los pisos de mármol y cantera rosa, las puertas y ventanas de madera, los techos antiguos de cristal, toda la herrería, en fin todo: candelabros, macetones, jardineras, pared verde. No dejó nada más que basura, así el señor Juan Carlos Castro y su socio o ex socio de Central Brasserie Santa Fe. Ahora, cinco años después, estamos libres por fin, a punto de restaurar la casona de Zacatecas 93 en la colonia Roma. Esperamos que los vecinos se comporten, Fernando Ortega y demás y que no quieran clausurar los trabajos de restauración. ¡Volveremos a aquel esplendor de la Roma!

Muy cerca, en la galería Traeger y Pinto acabo de ver la exhibición de Fernando Moreno, artista al que sigo desde hace una década cuando llegó a Balelatina (feria de arte de galerías latinas que yo creé paralela a Art Basel en Suiza) con una serie de dibujos en cajitas de acrílico y GAD yo compré una. 

La sutileza de navegar es el título de la exhibición que se acaba de desmontar, después del recital de la noche del 15 de noviembre en un piano de más de 100 años, Rönish, hecho en Alemania que el artista había intervenido en esmalte.  Alrededor pinturas de gran formato y colores brillantes, por primera vez en la obra de Fernando Moreno. Normalmente sus trabajos son dibujos en el blanco del papel y tinta negra. Esta vez se fue a las imágenes de la India, del Rio Ganges, de la ciudad Varanasi explorando con rojos, ocres y ultramar.
 
“El título La sutileza de navegar tiene que ver con una cosa poética, mi trabajo está muy ligado a la idea de Ukiyo-e japonés.”

– Este planeta debió llamarse AGUA en lugar de Tierra; irónicamente conocemos más el universo de lo que hay en las profundidades del mar y lo poético es la relación con el agua y la contemplación – dijo Fernando.
¿Contemplación en qué sentido?-  pregunto.
– Místico, en ir a las profundidades de uno mismo.
El trabajo de Fernando Moreno está muy ligado a la idea de Ukiyo-e japonés, pinturas del mundo flotante, muerte y renacimiento en la religión budista. En el periodo Edo, hay artistas como Hokusai (1760 – 1849) y Moronobu(1618 – 1694) conocidos por el desarrollo del estilo Ukiyo-e.
Fernando tiene muchísimos años trabajando el agua, los oleajes, hizo muchas versiones de la famosa gran ola de Hokusai. caption
Moronobu1618 – 1694 conocido por el desarrollo del estilo ukiyo - e
Y tiene un trazo donde navega por el papel porque son tintas muy aguadas. "Yo creo que navegar en el caso de él tiene que ver con la utilización del mar y que es un gran viajero", comentó el curador Gerardo Traeger. "A Fernando le fascina ir descubriendo el mundo y siempre va con muchos rollos de papel y muchas tintas y va registrando y registrando", agrega.

Paseé por la galería con el artista y empecé a sentir energía misteriosa de pinturas de culturas antiguas, muy diferentes a la nuestra, culturas de soledad invisibles que nos sacuden el corazón con lo eterno y extrahumano.

Varanasi, oleo/tela,2 x 2 m, 23018
– Esta pieza se titula Varanasi ciudad conocida también como Beranés a orillas del Rio Ganges­ – dijo el artista –  una de las siete ciudades sagradas del hinduismoy los hindús buscan ir a morir ahí donde están losghats, escalinatas que conducen hasta un río, tienen más de 3000 años de prender esos fuegos.
¿Los Ghats del Beranés?
– Sí, en esos 7 o 8 ghats hay más de 70 cremaciones diariamente. Tienen a los cuerpos ahí, los mojan en el río y ponen una pila de troncos para hacer las cremaciones.
Ghats crematorios de Manikarnika, en la ciudad de Benarés 
– ¿Por qué pensaste en el agua de la India?
– Por las travesías que hice en la India, Indonesia y China. Mira – continuó- esta obra se llama Preludio, tiene que ver con la música, es un detonante de imágenes, una suerte de olas, cabellos porque me interesa la presencia humana, como una tormenta también.
– Yo pensé que eran caballos corriendo.
– Se ven muchas formas, movimiento, cielos que implican contemplación.

Preludio, oleo/tela, 2 x 2 m, 2018

Otra de las obras, un cielo y mar con cráneos en azules, celestes, blancos,  ocres y verdes – Esto ¡quiero esto!– dijo un cliente que entró de la calle. Y
así sin preguntar de que se trataba. Pidió que se lo mandaran a una dirección en Estados Unidos. Estaba el artista presente, pero el gringo no dijo me gustaría conocer al creador, solo: “mándenme el dossier del artista”.
– ¿Tiene que ver con la India?– pregunté sobre la obra que ya se iba a embalar.
– Sí, es una imagen brutal, cuando se terminan las cremaciones quedan los restos, las cenizas y se acercan los perros a comerse los cráneos, esta pieza se llama Impermanencia.
– Tiene que ver con la yoga.
–  La impermanencia es un concepto clave en el budismo y en la práctica de yoga, consiste en saber que lo único seguro es el cambio, el día y la noche, el ciclo de la vida.
Fernando me explicó que los hindús entienden la existencia como un espejo del alma humana, la relación entre arte y vida.
– ¿Qué?
Me dijo que en los ghats hay una tribu que viene a las orillas del rio sagrado –tienen siempre un cráneo en la mano porque de ahí beben y comen carne humana, de los restos que quedan de las personas que fueron cremadas –
– ¿Aghori?
Sí, los Aghori,  ellos comen, también hacen un pigmento blanco de las cenizas, con eso se pintan la cara y el cuerpo; son seres que viven en un nivel de misticismo muy distinto al nuestro.
El gringo se llevó Impermanencialos perros comiendo el cráneo. Los Aghori son devotos del dios hindú Shiva en su forma de Señor Bhairava.
Son conocidos porque practican el necro-canibalismo, que digieren la carne de personas muertas. Sin embargo son reverenciados en las zonas rurales, donde se cree que pueden curar enfermedades. Ahí están en la ciudad india de Benarés donde fue a dar Fernando Moreno y donde se ingieren cadáveres no incinerados que han sido lanzados al río Ganges.  
Impermanencia, oleo/tela, 2 x 2 m, 2018, fantasmagórico, los perros comiendo restos humanos

Llevan una vida de extrema meditación y espiritualidad. Pero nada es casualidad. Después de ver La sutileza de Navegar en la Roma fui a la clase de literatura en Las Lomas; Rocío González, nuestra anfitriona, como cosa muy especial –quizás un complot en el mar-  nos había preparado una comida suculenta, caliente y picosa, manjares de la India, bandejas de innumerables platillos: Tikka Masala, lassi preparado con yogur, Kashmiri pulao, Pakora y muchas delicias vegetarianas fritas con garbanzos.

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