Los jóvenes se van, ¿qué será del país en 5 o 6 años?
La Bienal de La Habana sin luz pero con arte
1. Dolor. La hermosa Habana duele, duele todo y nada porque la gente casi no tiene nada. La hermosa Habana duele porque sus jóvenes sin futuro se van, vuelan, no regresan. La hermosa Habana duele, ya no puede más. ¿El más grande dolor? No respirar feliz, dice uno. Destrucción de la familia, hay que separarse por políticas económicas y sociales. Los suertudos se van, los viejos se quedan. Muy abandonado está todo en este país, eso duele. Ay, cómo me dolió a mí, Nina, ver los montes de basura en cada esquina. Suciedad por doquier, baches, derrumbes, gente desesperada, desesperada aunque de pronto se ponen a cantar. Los jóvenes son los que más se van, buscan un futuro. Aquél me dice yo que he luchado tanto, tanto; que no nos hagan caso ahora, tengo una jubilación de 1,500 pesos al mes, son cinco dólares. A ver quién cubre las necesidades básicas. ¿Cuál es tú dolor más grande de esta isla? Yo que tengo 60 años y si mis antepasados creyeron en esto, ahora no creo en nada. Ellos creyeron en una Revolución y se equivocaron.
En China no hay comunismo, es capitalismo solapado, apunta otro, Vietnam igual, que sean dictadores pero que me dejen vivir, que me dejen hacer negocios. Otro moreno dice que tiene un niñito de siete años, el dolor es comprar la leche, comprar comida, comprarle zapatos. Antes tú caminabas y había abastecimiento, ahora no hay nada. No hay nada. Nuestro taxista: ¿Mi peor dolor? ¿De tantos? Y por fin: Lo que más me duele a mi es lo que estoy sintiendo, ¿qué va a ser de este país de aquí a cinco, seis años máximo, los jóvenes de ahora, preparados profesionalmente, todos, todos, se están yendo de este país. ¿Y los pocos que quedan? Esos no tienen incentivo. Como quiera que sea estas personas que ahora están mandando tienen que morir, pero qué va a ser del país?
2. Apagón. Ay Dios mío mi Habana preciosa, terruño donde nací. Sin luz pero con arte. En uno de los espacios más importantes, Línea y 18, la Inauguración de la 15ava Bienal de La Habana, se inauguró con apagón. Yo mirando la obra geométrica de gran formato de Luis Gómez, ves que está inacabada, como Cuba, me decía el artista. De pronto se apagaron las luces. Como si nada, el público frente a los músicos que amenizaban, iluminó la orquesta con sus celulares. Donis Dayán se acercó a mí. Vamos a ver las piezas con nuestros teléfonos. Y así fue. Como pudimos. Los refrigeradores intervenidos de alguna otra bienal pasada, el de Fabelo, sus caras enigmáticas, otro que es un confesionario, el de Diago en colores sepia. De obra en obra la curaduría de Nelson Herrera Islas. Él se recupera de una enfermedad, está muy flaquito pero con gran energía.
Yo muy feliz, vestida de Carolina Herrera, los vitrales fantásticos de Duvier del Dago también fueron fuente de luz. De la serie dedicada a la República “La Historia es de quien la cuenta”. Dos retratos de gran formato de René Peña, sus mejores obras, hombre negro, desnudo, sentando, pensando, fondo negro. Hombre negro en el mar, torso reflejado en espejo, nubes horizontales que lo coronan, fondo misterioso, muy poético. Muy conmovedor por su belleza nocturna. Afuera la Luna Llena nos miró.
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