I.Carlos Alberto y Blanche se perdían en caminos secretos del Parque Serralves, dedicado a Taiyana Pimentel

 

Mark Bradford, monstruo de la pintura tridimensional en Oporto, Portugal, un día maravilloso 

En el Parque de Serralves de la ciudad portuaría Oporto está la Fundación Serralves, un tesoro portugués, con la casa única de arquitectura Art Decó, los jardines y esculturas, corte de Tenis, árboles de muchos años, y el museo de Arte Contemporáneo. Creada en 1989 como hubiese sido el deseo del dueño de la imponente quinta, Carlos Alberto Cabral (1895 – 1968), Segundo Conde de Vizela. Me lo estoy imaginando en esa casa de colores y mármoles claros, parquéts con dibujos elegantes en café oscuro, ventanales de cristal Lalique, espejos, lámparas. Su esposa Blanche gozó mucho de la nueva residencia en los terrenos de lo que fue casa de campo familiar a las afueras de Oporto. Muchas veces invitó a los personajes de la nobleza portuguesa a compartir con los grandes nombres del arte y diseño de los años 20 del S. XX, arquitectos Charles Siclis (1889 – 1944) y José Marques da Silva (1869 – 1947). 




Veo a los dueños y artistas paseando por el jardín, desde el eje que arranca en la puerta frontal de la casa hasta el parque geométrico y salvaje con estanques, fuentes, cascadas, parterres, lagos y caminos secretos. Ya para 1940 los proyectos del conjunto estaban terminados, arquitectura de paisajes y diseño interior, ¡qué estilo! Ahí vivió la orgullosa familia hasta 1954 cuando la propiedad pasó a Delfim Ferreira, Conde de Riba de Ave. A finales de la década de los 80 se creó la Fundación Serralves y en 1999 el Museo de Arte Contemporáneo en la casa principal. 



Gracias a la amiga a quien adoro, Taiyana Pimentel, pasé una tarde maravillosa en el museo y los jardines escultóricos. Vimos una de las mejores exhibiciones de pintura de los últimos tres años, la de Mark Bradford, justo creada antes de la pandemia covid-19. Pinturas, tapices y obras sobre papel de tamaños monumentales que refirieron este momento global e histórico además de las tensiones sociales y raciales en los Estados Unidos. Sobre todo basada en el tema de la mitología antigua, “La caza del unicornio” que se produce en los Países Bajos alrededor del año 1500. ¿Te acuerdas de él? pregunta Taiyana y añade, nos fuimos a Tijuana en el avión de Aimée Servitje y de ahí a InSite en San Diego hace muchos años. Era la época de Javier Téllez que lanzó al hombre en cohete brincando por la frontera; de Tomás Glassford con la creación de un parque y Arturo Cuenca con su Billboard. 




Bradford entonces hizo un sindicato para proteger a los trabajadores mexicanos que transportaban las mercancías fronterizas en los carritos del aeropuerto. Era joven, flaco, alto y negro. Ahí lo conocimos Taiyana y yo, cuando mostró pinturas en la SECUT de Tijuana. Recientemente lo volvimos a ver en la Bienal de Venecia, en el pabellón que convirtió como espacio en ruinas. Entrábamos por una puerta chiquita y nos caía arriba algo así como bulto pictórico con noticias de periódicos. Me recuerda mucho al método pictórico de Siqueiros, a este problema esculto-pintórico, pintura con capas que logra tridimensionalidad, dice Taiyana. 

Imponente e inolvidable exhibición, qué privilegio haberla visto con mi amiga, quien es también directora del Museo MARCO de Monterrey. Sentí una inestabilidad en términos humanos de todo tipo, concluyó Taiyana Pimentel.

De ahí nos fuimos por las calles de Oporto, ciudad antigua y hermosísima de azulejos al norte de Portugal, en la ribera derecha del Duero que desemboca en el océano Atlántico. Rival de Lisboa, tiene un cierto aire británico por los asentamientos de comerciantes ingleses de vino. Es el vino de Oporto el que nombra la ciudad y támbien significa “puerto”, Capital del Norte de Portugal y Ciudad de los puentes. Desde el Ponte das Barcas, primero en construirse en el Duero, al Ponte do Freixo que conecta con la ciudad de Vila Nova de Gaia, gozamos la tarde muertas de risa por cualquier cosa. Entramos en las iglesias, vinerías, heladerías y tiendas de sardinas. Nos encantaron las artesanías donde compramos manteles de lino y gallos de yeso. La figura del gallo en Portugal es símbolo de fe, justicia y buena suerte, según leyenda medieval y jacobea del Gallo de Barcelos que narra la intervención milagrosa de un gallo muerto como prueba de la inocencia de un hombre ahorcado.




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