Alicia, un edificio en el corazón de la Zona Rosa, proyecto paralelo a Design Week (dedicado a la memoria de Alicia Alonso)

Clase de arquitectura floral en Edificio Alicia, durante Design Week Mexico


El Medium dijo "van a ser muy felices aquí"

Las cosas parecen venir juntas. Estoy en el edificio Alicia de las calles de Marsella y Havre en una clase de arquitectura floral y justo entonces me entero que muere Alicia Alonso, la gran Giselley Carmen del ballet clásico y romántico cubano, diva mundial. Entre luminarios, flores y colores imagino a la bailarina, tal como dijo ella “ave que siempre quiere estar volando”, como cisne blanco en los espacios vacíos de la casona enclavada en la Zona Rosa de la Ciudad de México.

Gina Diez Barroso y Rodrigo Fernández, en su proyecto Maison Diez Company, tomaron los que fueron departamentos habitación y los invadieron con instalaciones de luz durante estos días del mes de diseño que es octubre. Pintaron, arreglaron chimeneas, pusieron espejos para dar sentido de profundidad, quitaron alfombras y muros divisorios con vitro-block arriba, arreglaron y enceraron los pisos de encino. Dejaron reluciente un inmueble que estaba abandonado.

El edificio Alicia huele a flores, un olor intenso que refiere al verde “vegetal”, color del año. Quien sabe de cuantas historias personales y de familias ha sido testigo esta casa. “Hoy hemos decidido darle nueva vida con la luz”, dice Rodrigo. Unas lámparas tienen patrones africanos, se llaman “Babu” y otras texturas como mercurio, “parecen que viene de otro planeta”.

La vivienda, ejemplo del modernismo, es de 1953; diez años más tarde, en 1963, una señora de la sociedad mexicana lo recibe como regalo y le da su nombre “Alicia”. Hoy ha cambiado de manos, está casi vacío.

Maison Diez Company entró en estos espacios para rescatar los elementos originales de la época, utilizándolos como un lienzo en blanco para las instalaciones de iluminación con diseñadores que han viajado  de todo el mundo. Grimanesa Amorós, artista neoyorkina, fue una de las invitadas. Ella crea instalaciones de escultura de luz en todo el mundo, y en México hizo una pieza para Casa Cuervo, titulada Huanchaco, que está destinada al Museo Nacional de Tequila en Jalisco. 

Para Grimanesa la Ciudad de México es como un sueño mágico, “no importa cuantas veces vengo, siempre descubro sitios sorprendentes”. Se refiere a la madriguera del edificio Alicia, la que fue garaje de la casona. Un cielo negro estrellado aparece como monte dentro del hoyo en el país de las maravillas donde cayó Alicia, y de repente se hizo la luz. 

– Huele a flores– fue lo primero que dije cuando llegué a la clase de arquitectura floral que impartía ahí Arlette Salas. Respiré. Luego subí las escaleras del edificio y fui entrando en los espacios. Están impecables y con olor a la fragancia que hizo el perfumista vasco llamado Izaskun. Cada uno de los cinco departamentos tiene un color distinto y diseño en las flores, troncos y varas con musgos;  entra la luz natural y se mezcla con la de lámparas e instalaciones de Tom Dixon y Matthew McCormick, británico y canadiense especializados en iluminación de espacios con arte. Es una curaduría de Rodrigo Fernández.

De forma muy sutil aparece una obra de arte, un mueble de diseño, aunque la paleta de colores y luz neón son siempre protagonistas. Sale un rosa mexicano desde el closet antiguo de una habitación. Veo los cajones enormes con esa profundidad donde todo se perdía, estoy entre el pasado y sorprendida por el ahora.
Grimanesa Amigos y Rodrigo Fernández

– Los colores los escogí junto a Beata Novinska, directora de arquitectura de la Universidad Centro, y dirigimos las aplicaciones en los closets– dice Rodrigo.

El cuarto entero se convierte en mosaico de rosados, malva y fucsia pálido.  En la cocina de muebles amarillos y losetas blancas hay algunos platos de cerámica negra con tres alcachofas cada uno. La vegetación verde se perfila entre lámparas, sobre las consolas y hacia el fondo como arbustos donde empieza el bosque imaginario. 

La luz natural entra por la arquitectura del edificio Alicia, se confunde con la artificial de los artistas. Pienso en Giselle, ballet que he visto varias veces en el Teatro Nacional de La Habana. Alicia Alonso, ciega, con un turbante de seda rojo y los labios también muy rojos, pintados disparejos sobre la piel ajada, está en palco central. Después de la presentación busco a la diva para saludarla, “Alicia, soy Nina Menocal”, ella sonríe en lo que parece mueca, aprieta mi mano. ¿Sabrá quien soy? me pregunto. ¡Claro que no, Nina, no seas tan tonta! Todo el mundo en el teatro la saluda. Es una reina.

Regreso a la colonia Juárez. Cuando primero llegué a México por aquí tuvo su oficina mi papá. Pero de eso hace muchos años ya. Niza y Reforma, en un edificio que ya no existe y fui su secretaria, mi primer trabajo a los 17 años. Poco después lo dejé y trabajé en Pepsi-cola de México, también en la Zona Rosa; ahí me gustó un muchacho llamado Colin Walker, a mi mamá no le pareció y un día me sacó de los pelos de la empresa…¡Um! Recuerdos del pasado.
Arlette Salas

Rodrigo me enseña una lámpara de diseñadora que hace piezas a mano en Canadá.

 – Está inspirada en una obra de Vasili Kandinski y tiene pesas como círculos para darle balance. 

¿Vive alguien aquí? pregunto. Sí, una pareja, “los Carlos”. Llevan 40 años y ambos se llaman Carlos. Uno de ellos baja del Penthouse hasta el segundo piso. ¿Te das cuenta que todos los ventanales tienen esta barrera vegetal hacia afuera? dice. No necesitan cortinas y en los pisos de más arriba ves la colonia Juárez, añade.

– He estado tanto tiempo en “Alicia” que no me quiero ir–, dice Carlos, un señor alto, de bastante pelo gris y blanco, trato tan agradable que creí que era un viejo amigo. 

– ¿Cuál es el ambiente del edificio?

– Te atrapa.

Carlos me cuenta que llegó del Perú en 1986, un año después del gran temblor. Algunos inquilinos huyeron así que estaban vacíos los departamentos. Entónces él se quedó. “Yo salgo a la terraza, agarro a mi perro y digo Ay Dios mío que pase rápido, que pase rápido, empieza despacito y se va poniendo feo”. Pero el edificio aguantó el temblor del ’57 cuando se cayó el Ángel, el del ’79 y el del ’85. 

En el piso dosvivía la Señora Otero, española con muebles preciosos que importaba de sus constantes viajes por el mundo, después se asiló en el Hospital español; en el uno un diputado; en el tresuna familia de San Luis Potosí que venía por temporadas y luego desaparecía; más tarde llegó ahí la doctora polaca, atendía a las mamás de López Portillo y de Echeverría que venían de consulta. En el cuatro estaba el dueño del edificio, esposo de la Señora Alicia, arregló el departamento para ella pero ella nunca llegó por miedo a los temblores. Estaba muy enamorado de Alicia, pensé.

Alicia vive en San Diego, tiene 96 años, su esposo se llamaba Wilfrano y los hijos todos con “W”, Wilberto, Wilfredo y Walicia. A esta última le añadieron la “W” al nombre de su madre, Alicia, así que quedó Walicia.

– ¿Y en los demás departamentos?

– ¡Ah! En el cincouna judía que falleció, en el seis un americano diseñador de muebles, Max Gluck. Cuando muere su pareja dejó el departamento intacto durante dos años y ordenó que se prendieran las luces todas las noches.

Luego en el año ‘54 llegaron alemanes parientes de Hitler que fueron accionistas de VW de Puebla; después un americano y tras él otro alemán representante de la artista Hilda Kruger que fue amante del Presidente Miguel Alemán.

En Alicia vive actualmente, además de los Carlos, alguien que se llama Raúl. No están seguros de cuales sean los planes de los nuevos dueños. Por lo pronto el lugar tiene muy buena vibra. “Nos dijo un amigo que es médium que aquí había un cementerio de la época de los aztecas, vive mucha gente que nos están cuidando”. 

– ¿De verdad?

– Sí, sobretodo a mí y a mi pareja, llevamos 45 años juntos, el médium estudió nuestra aura y dijo ¨van a ser muy felices aquí”.

Alicia Alonso y Nina Menocal, 2017



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Comentarios

  1. Que genial tu relato Nina. Como siempre me seduce tu narrativa.
    Cariños, Concepción

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  2. te lo digo otra vez? me encanta como narras!

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  3. Nina, me gustó mucho tu escritura en este blog.... así mismo me acuerdo de Alicia Alonso en su escuela de ballet de Cuba.... un beso...

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  4. Magnifico blog... me sentí transportada al edificio y a los diseñadores. Bravo

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  5. Ya lo leí. Me gusto y me quede con ganas de ver mas fotos del edificio dentro y fuera

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  6. Hola Nina! Gracias... Jamás había escuchado hablar de Hilda Kruger... Jejee... Felicidades !

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  7. Me encanto tu reseña Nina. Me quedo con ganas de ir a visitar la casa Alicia

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  8. Magnifico !!!! Mil felicitaciones

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  9. Niña ya lo leí y te felicito pues tu narración a mi me motivó a ir a ver el edificio Alicia. Y ver la fantástica transformación que se hizo. Si voy a México lo paso a ver. Y leer sobre Alicia Alonso y ver lo que expusiste para ella me encanto. Bravo Nina.

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  10. Querida Nina,

    Muy evocador tu texto. Me gustó mucho.
    Sobre todo la descripción de los departamentos
    ligadas a quienes los habitaban .
    Que buen proyecto el de Maison Diez y
    Rodrigo.
    Ojalá rescaten más edificios abandonados.

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  11. Concepción Olavarrieta30 de octubre de 2019, 5:41 p.m.

    Querida Nina:

    Que genial tu relato. Como siempre me seduce tu narrativa.
    Cariños,

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