Recuerdos de principios de año en el frío: Berlín-Austria-Praga (dedicado a Alina Rocha Menocal)

   
Los primos Rossbach en Kitzbühel, Austria, enero 2019

…el frío, la soledad, la angustia y la añoranza iban a ser mi primer encuentro del año 2019


De Berlin viajé a las montañas en Austria, a un chalet precioso en la ciudad medieval de Kitzbühel. Alina y Chris y la hermana de este último, Signe Rossbach, iban a esquiar con sus hijos en esta estación que es la cuna del esquí alpino moderno. Los grandes de la historia del deporte son de Kitzbühel: Toni Sailer (1935 – 2009) conocido como der Blitz von Kitz Anderl Molterer (1931- ) su sombra y amigo, quienes fueron invencibles en los años cincuenta. ¿Cómo iba a saber yo que por dejar a Alina en Austria y seguir sola a Praga y después Budapest, el frío, la soledad, la angustia y la desesperanza iban a ser mi primer encuentro del año 2019?
El chalet de Kitzbühle
Dije que no iba a esquiar porque a mi edad no quería romperme la pierna. Sentada en la mesa de desayuno de nuestro fabuloso chalet me puse a buscar en internet cómo viajar de Kizbühel a Praga. Ya tenía boleto para el Estates Theater que celebraba el Año Nuevo con las óperas del genio de Salzburgo, Wolfgang Amadeus Mozart: Le Nosse di Figaro (una de las óperas más importantes y perfectas de la historia de la música, compuesta entre 1785 y 1786) y Don Giovanni (estrenada el 29 de octubre de1787 en el mismísimo Teatro Estatal como ópera buffa o drama-cómico y con Mozart dirigiendo la actuación desde el clavicordio, predecesor del piano de cola). Era una cena gala al mismo tiempo, con buffet exquisito entre óperas. Me sentí apenada entre gente muy elegante y culta pues llegué del tren directo al teatro, vestida en pantalón del diario, blusa y sweater, sin tiempo para cambiarme. 
El Estates Theatre de Praga donde Mozart mismo conducía

Estaba enferma con gripa y confundida, no me había bajado en varias estaciones del tren. En lugar de casi 8 horas me demoré 11 para llegar a Praga.

Pasaba las horas finales de 2018 y las primeras de 2019 en uno de los teatros más valiosos del mundo: el único existente en el que Mozart condujo sus propias composiciones y que ha funcionado continuamente durante 235 años. Casi lo podía ver ahí, lo sentí, dirigiendo en persona Il Dissoluto Punito Don Giovanni –nombre completo de la ópera- y recibiendo los aplausos del teatro entero. Mozart siempre estuvo ligado a la capital de Bohemia, ciudad donde fue adorado;  el Prager Oberamtszeitung escribió: "Aficionados y músicos dicen que Praga nunca ha oído nada parecido". Poco antes de esta ópera, el 14 de octubre del mismo 1787, condujo ahí "Le nozze di Figaro", un éxito rotundo.

Cuando salí del teatro con la bolsa en un hombro y empujando agachada dos maletas me encontré con una muchedumbre. Bailaban, gritaban, tomaban cervezas mientras caían fuegos artificiales. No sé cómo crucé La Plaza Wenceslao entre piernas de mujeres, hombres y gays que se besaban y brincaban. Es la plaza de los ladrones y la droga, aunque también es el centro de la preciosa capital checa. Por fin llegué al hotel Andante, de tres estrellas, me gustó por el cuarto relativamente grande y lleno de luz en el primer piso.
No se puede pedir más del hotelito de 3 estrellas

De ahí salía todos los días a ver Praga. Yo sola sin nadie con quien hablar. Entré en iglesias magníficas, crucé el Puente Carlos, fui al Castillo, la fortaleza de Vysehrad, barrio y cementerio judíos, caminé por las Plazas, compré un collar y aretes de ámbar amarillo. Pensé en Milan Kundera y Franz Kafka, novelistas checos que he leído.

Kundera (1929 - ), fue expulsado dos veces del Partido Comunista, la primera en 1968 a consecuencia de la invasión soviética a su país y la segunda en 1970 por relacionarse a la Primavera de Praga; en 1975 emigró a París donde aún vive. Su obra maestra “La insoportable Levedad del Ser” y “La fiesta de la insignificancia”, la última, son referentes de la disidencia vivida en Europa del Este, las decisiones de peso a las que estamos destinados y la insignificancia del individuo dentro del universo donde todo se repite una y otra vez. En sus novelas “El Proceso”, “El Castillo” y “La Metamorfosis” Kafka (1883 – 1924) uno de los grandes literatos del siglo 20, trata sobre lo absurdo y angustioso, reglas de convivencia desconocidas, paradójicas o inescrutables donde nadie se salva, ni siquiera uno mismo. Las obras de ambos autores son densas y muy bellas. 
 
Estatua de bronce de Franz Kafka junto a la Sinagoga
española en Josefov
En esa incertidumbre me encontraba, sobretodo extrañando demasiado a Alina
De repente yo quería regresar a casa, a la Ciudad de México, a estar con Joel y Tachito. Joel se había ido unos días a pasar el Año Nuevo con amigos en Acapulco; regresó  para no dejar solo a Tachito nuestro perro rescatado y querido.
Alina seguía en Austria, “Mamá”, me decía por teléfono, “nunca debí dejarte ir, tu lugar era con la familia”.
– No te habría escuchado – le contestaba. Además de gripa y la baja temperatura, empecé a tener diarreas. Algo me había afectado en Berlín, algo que experimenté.

Era la segunda vez que iba a Praga, en 2003 participé en la primera Bienal de Arte Contemporáneo de Praga y estaba puesta para promover y vender arte; casi no vi la ciudad. No me acordaba de nada más que conversar en los parques con mi artista y las curadoras que me habían invitado. Veía a Praga en sueños: calles oscuras, laberínticas, lugares bajos con el más imponente arte medieval, molduras de oro y pinturas.

La Nueva Ciudad (Nové Město) es uno de los barrios de Praga fundado en 1348 por el Rey Carlos IV al sudeste de la Vieja Ciudad (Staré Město) y al este del río Moldava. Ahí está la Plaza de Wenceslao - que originalmente se construyó como un mercado de caballos y es ahora centro de comercio y turismo-, donde comí los primeros tres días en el mismo restaurante checo y el maître D me recomendaba puerco con dumplings y salchichas a la parrilla con chucrut. 
Iglesia de San Ignacio en la Plaza Carlos
 Se puede caminar por todo el corazón medieval de la ciudad; así entré, cansada y al final de la tarde del primer día, en la iglesia barroco-temprano de San Ignacio que está en la Plaza de Carlos. Afuera llovía y hacía frío, me conmovió la historia del jesuita P.Adolf Kajpr(1902 – 1959), expuesta con fotos y documentos sobre paneles. Un hombre de fe, editor y periodista que confió en Jesús y el humanismo cristiano, nunca dejó de predicar a los jóvenes. 
 
El sacerdote jesuita fue encarcelado y torturado por los nazis y por los  comunistas
Huérfano de ambos padres a los cuatro años, terminó sus estudios como becario, tomó los votos y fue ordenado en la Orden de Jesús; arrestado por la Gestapo en 1941 por sus artículos “inflamatorios y venenosos” en contra del Tercer Reich estuvo en prisión en Pankrác y en los campos de concentración Terezin, Mauthausen y Dachau. Quien sabe cómo sobrevivió el terror físico, sicológico y espiritual de esos lugares, quizás gracias a su verdadero amor por la patria que para él era igual al amor a Cristo resucitado, en cuyas manos se puso.

San Nicolás, la joya de arquitectura barroca, Malá Strana


Liberado en 1945 siguió escribiendo en el diario Katolik que fue censurado por “traicionero y reaccionario”.  En 1949 se opuso activamente a la persecución comunista contra la iglesia y en marzo de 1950 fue declarado culpable de alta traición y condenado a las prisiones de Pankrác, Mirov, Valdice y Leopoldov, bajo gobiernos stalinistas y post-stalinistas. Murió en 1959 a los 57 años. No necesita ser “beatificado” para saber que el sacerdote Adolf Kajpr ( a pesar de su nombre de pila) fue un hombre santo, perseverante y ejemplo de dignidad en su vida como cristiano.

 La iglesia de San Nicolás me impresionó por su tamaño e interior monumental, gema y obra maestra de la arquitectura barroca. Construida entre 1673 y 1752 por orden de los jesuitas, su interior está repleto de esculturas y pinturas hasta en los techos y bóvedas. Es algo delirante. La catedral de San Vito está dentro del conjunto del Castillo de Praga; por eso la visité, sin saber entonces que se trataba del verdadero homenaje a San Wenceslao, patrón de la República Checa. Es la obra maestra del gótico, construida entre 925 y 1929 ¡mil años para terminarla! Mil años después del asesinato del Principe Wenceslao por su hermano Boleslao I. Está en el mismo solar de la rotonda romanesca que el primero dedicó a San Vito y donde se encuentran los restos de ambos. 
Catedral de San Vito dentro del Castillo
 
Lateral de la catedral de San Vito


Regresaría a Praga cualquier día, y sin ningún tipo de desasosiego si solo por volver a escuchar a Mozart, conocer mejor la historia apasionada del país y regresar a la Catedral para ver la capilla de San Wenceslao con sus 1,350 piedras preciosas incrustadas en la pared.
Praga de noche, primeros días de enero, 2019















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