Évora, hay cosas que quiero saber, Mi hermano perdido Parte II

Lo que sentí cuando vi a la Dóberman fue la cercanía de mi hermano, su sonrisa, él en la finca Las Mercedes y al mismo tiempo la soledad de la perrita que lo estaba esperando. Salí corriendo a abrazarla. Ella, algo tímida se acercó. -Soy la hermana de Carlos-, bajé a su altura, la besé, la acaricié, le entregué mi corazón ansioso. No estás perdida. Ya llegué. Évora tiene el cuello largo, piernas rectas y es de llamativo color marrón y fuego; Évora tan elegante con sus orejas paradas y altas que fueron el orgullo y hechura del dueño… Me miró con dignidad, centrada y fiable. ¿Qué me dices? ¿que extrañas al macho Alfa con quien creciste? ¿que estás sola en este gran campo de la Provincia de Guanacaste? ¿Que ya no están ni los caballos ni la lechería, tampoco las vacas de antes? ¿Que ya no vienen los peones?

Sí, un Señor Rafael duerme en la antigua casa de Paul, el amigo e inquilino de tu dueño. De día te quedas aquí en este paisaje entre árboles; en las tardes te acercas a los bordes más altos para ver el Golfo de Nicoya con la Isla Chira, el estuario del río Tempisque y el sol, todavía luminoso, que se acuesta en el Pacífico.

Mi sobrina  Alina está a mi lado, ella conoce a Évora desde que era cachorra, hace seis años cuando  llegó a la finca para acompañar al Dóberman macho. -Ayax murió de tristeza, Tía- dice Alina. –Hace unas semanas vine a ver a los perros de papi. Ayax apenas podía levantarse, me puso su carita penosa en la pierna-. Alina tiene la piel blanca, transparente y brillante, los ojos muy negros, cejas pobladas y labios rojos como Blanca Nieves. Mi mamá, excepcional belleza, también se llamaba Alina, su primer noviecito en Inglaterra le regaló una pulsera de Mappin & Webb con dijes esmaltados de Blanca Nieves y sus siete enanitos.

Alina es “demasiado frágil” tal como me advierte su madre. Sí, a los 26 años es muy sensible, aunque tiene carácter y lleva 7 meses ocupándose del caso de mi hermano desaparecido. Ahora nos miramos en silencio dos, tres segundos, desde hace tiempo tengo un pacto tácito de afecto y confianza con mi sobrina. La escena congelada, habían hortalizas al frente de la casa del peón Rafael, las vende en tiempos libres pues trabaja en una planta agrícola. Hoy hace mucho calor, ni una sola nube, cielo brillante y sol, un montón de hojas en la tierra del bosque seco tropical. Decidimos ir a la “sodita” que está muy cerca, a buscar comida para Évora.

Me hizo tanta gracia la palabra “sodita”, es como un restaurante pequeño o un “paladar” si habláramos en cubano. Era sodita-marisquería Margus donde pedimos ceviche de pescado con plátanos Patacones; allí le contamos a Claudia, la dueña, que buscábamos un hogar para Évora. Ella, cuando nos trajo la cuenta –muy cara, todo es caro en Costa Rica, y eso que no había vino- nos regaló una cazuela con arroz y atún para la perra.

Don José Luis, amigo cercano de Carlos, nos alcanzó en la finca. Évora se acabó la comida y de nuevo yo la acariciaba sin darme cuenta de que olía mal, hace 7 meses que no la bañan. De repente el dedo se me traba en el pelo corto, pegado a su cuerpo. -¿Ehh? ¡qué es esto!-, grité. Don José Luis se agacha y la toca. –Garrapata-. Con sus manos desnudas, burdas y duras de un hombre viejo que ha trabajado mucho en su vida -sin papel higiénico ni pinzas-, empieza a sacar las múltiples garrapatas, una a una, y las deja ahí en la tierra. Yo por dentro, que no se me peguen. Y también, pobre Évora le están chupando la sangre.

Sí, había trabajado en la finca Las Mercedes, como peón y también ayudó en la lechería. -En los años que conocí a Don Carlos es un caballero, una persona educada con sentimientos muy nobles.-nos dice.  José Luis llama a su amigo el mecánico. –Te queremos regalar una perra muy fina, costó $2,000 dólares, Dóberman- Pero el mecánico dijo que no. Alina y yo al mismo tiempo –Vámonos-. Nos fuimos a la Ciudad de Nicoya a buscar a Doña Julieta, -ella y su esposo Franklin son muy cercanos a Papi-.. Ella está retirada, fue educadora, y él trabaja en telecomunicaciones en la ICE. Ambos son como guías de la iglesia católica y Carlos los tenía en gran estima.

La casa en esquina arbolada tiene una terraza por donde pasa la brisa. Que delicia, me digo. -Doña Nina, usted es igualita a su hermano, él vino a tomar  gazpacho, le gustaba mucho que se lo hiciera, vino dos días antes…Lo queremos mucho-, dice Julieta. Y Franklin –un amigo generoso, nunca olvidaré la fiesta de mis 50 años que hizo en la finca, él mismo organizó todo con mesas vestidas de blanco, contrató música de karaoke, se trajo unos contenedores grandotes con cervezas, carne, comida e invitó a todos mis amigos-.

A Franklin le gusta oírse hablar. Nos contó con detalles elaborados que había comprado una guitarra flamenca en Valencia, construida por el reconocido maestro Sanchis Carpio. Pero había que reparar el puente que estaba despegado. Le pedí de favor a Don Carlos que fuera a San José a Cinco Esquinas de Tibas donde la fábrica de guitarras Aristides Guzmán, de fama mundial… La reparación era muy cara, $200 dólares, yo no podía. Don Carlos me la trajo de regalo, ¡y con estuche nuevo! Con todo y esto Franklin se negaba a recibir a Évora, Ya tenemos un Rothweiler, el “Kafu” de 10 meses.

Doña Julieta, no. Ella es una mujer que a primera vista se le nota lo bondadosa, la humanidad profunda. Me apretó de los hombros y sentí su tacto tibio, suave. Justo ella iba a ser monja cuando conoció a su marido. –Évora es Carlos, yo pago su comida-, afirmó segura. Solo entonces Franklin accedió. Alina y yo brincamos de alegría y aplaudimos. Y para allá fuimos todos, a la Vigía de Nicoya de vuelta, a buscar a la perrita.

Évora estaba como escondida detrás de unas plantas y contra la pared de la casa gemela de Paul, ahora de Rafael el cuidador. En eso llegó Rafael con su esposa e hijita. -¿Por qué se esconde?- pregunté. –Es que no está Ayax- contestó, -Y ya ni ladra-.

Mientras Julieta compraba una calabaza y otras plantas de la huerta, Franklin y yo cargamos a la perra, la metimos junto a mí en el piso del asiento trasero del pequeño coche de Alina. Évora, sorprendida, no sabía qué hacer con sus miembros delanteros y los tenía algo doblados sobre la transmisión de atrás. No podía incorporarse.  Todo el camino a Nicoya la fui acariciando, tomándola del cuello para darle estabilidad. Varias veces me abría la boca hasta los molares, mirándome. Ninoshka querida, Necesito hablar contigo, hay cosas que quiero que sepas y cosas que quiero saber, decía sin poder hablar.

Cuando llegamos fue de nuevo difícil sacarla del Volkswagen Crossfox. Évora, que venía de toda la vida de campo abierto,  entró en una casa por primera vez. La recibió Francisco, hijo de 22 años de Julieta y Franklin quien al instante la adoró. Le presentó al enorme Rothweiler aun cachorro; ambos perros corrieron por el pequeño jardín, las terrazas y la casa.  Adiós Évora, me despedí muy para mis adentros, intensa. Te dejo con una familia que te hará muy feliz. Eres el único recuerdo del gran amigo que tuvieron.


Alina y yo nos fuimos esa noche a pernoctar y a relajarnos en el hotel boutique Rancho Humo Estancia, precioso complejo entre la selva y los manglares del río en la Península de Nicoya, una de las zonas azules más importantes del mundo donde la gente vive con salud por lo menos 100 años. Sentimos la energía de la Tierra conectada profundamente a las emociones de todo un día junto a Évora.

Desde los bordes más altos Évora veía la costa de la Península de Nicoya

Cuando la vi en la finca le entregué mi corazón

Ceviche de pescado con Patacones, en la sodita cerca de la finca


Francisco, Franklin y Julieta, familia espectacular, grandes amigos de Carlos

Évora feliz en su nuevo hogar de la Ciudad de Nicoya

Los hijos de mi hermano, Luis y Alina en la terraza de Las Mercedes

Comentarios

  1. Ajax murio de hambre Nina, no de tristeza, Evora no tiene ese hogar, por que Julieta tiene sinsabor y Evora sabe diferenciar entre lo bueno y lo malo.Entre la bondad y su redacción hay un inmenso océano. Solo era comprar los alimentos, y cuidar los perros, tu y yo sabemos que tu estimado Carlos esta vivo, así que no te pongas como la enredadera.El tiempo encorva y da respuestas. tu cachorro hermano es tu alma gemela, sabes a lo que me refiero, un dezliz y flop cae una mascara.Como te digo nueva mente el tiempo da las razones. La dignidad no tiene un valor material, así que mientras tu lleves ese valor poco a poco te iras despojando hasta ver tu vejado cuerpo que ya no puede cargar lo que con gratitud regala la vida.

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