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Que nadie te toque en los días del cólera, dedicado a la memoria de Armando Manzanero, nuestro más grande compositor

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Verano de amor en las olas y el espanto del mar  Días de pavor, casi todo el mundo tiene Covid; la mayoría sobrevive, otros no. Una epidemia que en parte ha unido a los países, seres humanos, espíritus, esperanzas, amores. Todos con máscaras, todos sensibles, todos mirando para que nadie nos toque. Luego el sistema inmune nos salva, impide que el virus ataque. Ponte a trabajar, Nina, eso es lo importante. Haz algo que sirva, positivo, mejor. Quizás el Look of the Day nos anime a todos, quizás un sueño se cumpla pronto, quizás el año traiga lo que más quieres. Una casita en el sol de Lisboa.    Aquí todos estamos sanos. Es raro pero cierto. Carolina sube y baja de aviones todas las semanas persiguiendo reportajes, ella está siempre expuesta. Emilio va al trabajo diario, estuvo al lado de hermosa mujer que tiene Covid, tomó de su vino y no se contagió. Emilia entrega pavos por la Ciudad, yo camino en los parques de la primera, segunda y tercera de Chapultepec. Será aire l...

Olas que llevaron hasta la locura, concierto de flauta Beethoven Novena, dedicado a Fabricio otra vez

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Hay cangrejos, conchas y sobretodo gaviotas blancas sobre árboles en la Laguna Desde el mes de julio he estado viajando al mar, tanto añoro París y Berlín que con la COVID se convierten en arenas de la Riviera Diamante, azules Cerúleo, Zafiro y Egeo del Pacífico, arbustos de Las Brisas. Pasión de olas que llevaron hasta la locura, nostalgia de la infancia en el Atlántico. Oigo música, a veces Pedro Infante y otras sinfonías de Mahler; escribo y corrijo blogs, me pongo sábila en el pelo, cremas de Sisley en la cara, saco vajillas de porcelana y copas de cristal para la comida. Veo series de política en Netflix y cuando ya no se qué hacer vuelvo al Océano donde todo tiene sentido.  Viajes inolvidables con Esther y Hugo, Joel y Emilio. O sola yo al Revolcadero con mar, montes y cielo, uno en otro como olas que confunden realidad con magia, cómo estrellas que escriben en el pálido firmamento.  Sin embargo la ansiedad me embarga, ni la poesía ni la música pueden evitarlo, me pico ...

Ya no hables, abuela, cállate. Un gran Rolex de oro, dedicado a mis nietos que me acompañaron al mar.

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Playa de cuervos, en el desayuno se juntan  II  El mar no acaba nunca de regresar;  apenas lo has mirado ya se ha ido;  apenas lo has perdido y ya te encuentra     Juan Domingo Arguelles  Chetumal 1958    Un señor arreglaba jardineras, Señorita, señorita, discúlpeme, no puede tomar fotos ¿por qué? es una embajada. De Corea. ¿Corea del norte? No, del Sur. Ah bueno, entonces estamos bien. Es una construcción grande que da a la barranca. Otra con la entrada abierta, ¿aquí se vende algo? No. ¿ Ni muebles? No. Hay un enrejado abierto. No.  Esta es de un ingeniero que se llama Nacho Pohls, viven 4 personas en Monte Ararat, la mansión Art Nouveau más que espléndida. De una rama se tira el pajarillo. Después de las enormes mansiones hay casitas en el último tramo de Parque Vía Reforma hacia Santa Fé. Cruzo Reforma y hay una tienda, Luxury Outlet , vamos a ver. Vestidos y falda Dolce Gabana y zapatos Sergio Rossi, una silla de bejuco azul-verd...

La Habana huele a mar. PARTE 1 (dedicado a Eusebio Leal Spengler, amigo de toda una vida)

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N osotros siempre lo esperamos todo del mar "La vida es un desafío, aceptarlo. La vida es un combate, darlo" Eusebio Leal Siempre que estoy en La Habana soy feliz porque nunca la he perdido, aquí nací y aquí está mi “cubanía” que   no es un accidente geográfico ni siquiera biológico, es un estado del espíritu. He perdido todo lo material, desde mis casas en esta Ciudad y en Varadero, mis caballos en Yariguá, Manatí, mi familia, tíos, bisabuelos, primos, sobrinos, toda esa gente que una vez conocí de niña y que ahora no sé dónde están ni en qué idioma hablan. Hasta conocí a mi tío bisabuelo Pedro Sánchez Batista, hermano de mi Bisabuela Alina, la primera Alina que hubo jamás en Cuba, en esta ciudad al lado del Mar. El olor de La Habana, Mar Él llegaba a la Calle B en el Vedado con un collar de perlas grandes y resplandecientes y se las regalaba a su hermana Alina; antes se llamaba Catalina Sánchez Batista, la hija mayor de don Bernabé Sánchez Adán el hombr...