Venecia I. Mientras encuentro píldoras de la locura, la izquierda gay critica al capitalismo
La vida queer se reorganiza, vajillas hermosas creadas por Erick Meyenberg
La primera noche sí pude dormir porque traía unas píldoras extra en mi bolsa. Chris mi yerno, enterado del robo de mi maleta con las píldoras de la locura, alertó a sus amigos en Venecia, ellos consiguieron la buena farmacia para que me localizaran nueva receta con las medicinas… Con esto estuve algo mejor de los nervios. Salí un rato a la Ciudad del Agua, Venecia, vanidosa y hedonista porque eres la más hermosa. Comí en Caravelle al lado del hotel Saturnia, donde me había quedado meses antes cuando estuve allá por la exposición de Betsabeé Romero. Después me encontré con Taiyana en la calle, (ella llegaba de cita de trabajo en Milán), nos cambiamos del cuarto horrible a uno mejor un poco más grande, del 307 al 201. Tai se fue a comer al Vino-Vino mientras yo entré a la Chiesa di San Moisè. Luego a la exhibición del León y el Burro al lado del Teatro de La Fenice, ya la había visto hacía unos meses. Compré en Il Papiro libreta y tarjetas del papel marble con sus colores y patrones de tradición. Estábamos muy cansadas.
Noche de insomnio. Un amigo me habló a las 5 a.m. para calmarme, gracias a Dios. Desayunamos Tai y yo y nos fuimos a Arsenale, antigua base naval y escenario de exhibición de la Bienal. Ahí, pieza monumental en óleo y bordado, de la mexicana Frieda Toranzo, Rage, máquina del tiempo con referencias al Polyforum Siqueiros, el Vendedor de flores de Diego, corazón de Las dos Fridas de Frida y poema de Safo (630-604 a.C.), El matrimonio de Héctor y Andrómaca. Luego en otra sala Archivo Desobediencia, video en evolución que se concentra en relación entre prácticas artísticas y acción política. La verdad que no lo entendí muy bien, parece que tiene que ver, como casi todo en esta bienal, con una ruptura del binarismo heterosexual, es decir, todo se trata de movimientos LGBTQ+ que han surgido a nivel global. La Izquierda gay se pone a criticar al capitalismo.
Obra en mosaicos, preciosísima, del libanés Omar Mismar, aunque totalmente subversiva. En Ahmad y Akram protegiendo a Hércules y Escena de despedida
trastorna el encargo de honrar acciones heroicas de los olvidados y benévolos guardianes de un museo arqueológico en Siria. En Escena fantástica cambia la cabeza del león como depredador con la cabeza del toro como presa. Y con Two Unidentified Lovers in a Mirror, recupera imagen explícita de la vida queer, considerada antinatural en el Líbano, pero cuya claridad se altera cuando se reorganizan las teselas (pequeñas piezas del mosaico) de los rostros de los dos hombres. Por otro lado el colombiano Daniel Otero Torres presenta Aguacero, estructura de madera en gran formato con tambos, láminas, balde, bote, tinita, fregadero, embudos y agua a piso. Me recordó a la pieza de Duvier del Dago en la última Bienal de La Habana que eran confesionarios de madera, subías la escalerita y te hincabas a rezar frente al Malecón. ¡La verdad es que los artistas contemporáneos son fantásticos, imaginativos y divertidos!
El Pabellón de México bastante regular, decorativo. Y eso que el artista Erick Meyenberg es muy bueno, quizás él y su curadora Tania Ragasol no tuvieron tiempo suficiente para hacer un proyecto más contundente. Había una mesa larga rectangular con vajilla creada por el artista, hermosa. En las pantallas alrededor se veía la familia en una mesa, en el campo, como para generar idea de pérdida que sienten los migrantes cuando dejan la tierra donde nacieron, algo así. Llueve en Venecia, agua en la ciudad del norte del mar Adriático, agua en la Hermosa ciudad de arte, góndolas, vaporettos, puentes, plazas, iglesias, parroquias, canales, laguna, islas. Venecia la Bella.
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