La vida es muy bella dijo el empresario atunero don Antonio Suárez

 

Colmillo es mi compañero y consuelo ¿Dónde está mi perro? 

Buenísimas noticias sobre la perrita Bella que pasó tres meses en el mar con su amo el australiano. Ella le dio esperanza, amor, compañía y convivencia. Lo ayudó a sobrevivir, a platicar, a saber que no estaba solo, quizás lloró con ella pero seguro también sonrió. Timothy de los ojos muy azules como el cielo y Bella la criolla, mexicana. Tres meses perdidos en el medio del mar, noches oscuras, a veces estrelladas; noches de frío y desamor. Cuando llovía los dos tomaban agua, Timothy y Bella quienes habían salido de las costas de La Paz, Baja California. Pescaban y comían pescado crudo, conversaban en soledad. Como Tom Hanks y Wilson en la película Naufragio, una historia real de supervivencia, más aterradora. Una historia de varios años en la isla del Pacífico. Y luego, volviendo al Mar de Cortez, al australiano y la perrita, apareció el helicóptero y la barca atunera del empresario y amigo don Antonio Suárez. El rescate cerca de la costa de Manzanillo y hacia Colima, el saludo a los periodistas con aquel relato de experiencia extraordinaria. Toño dijo La vida es muy bella, y sí que lo es. 

“La gente necesita apreciar lo pequeño que es el barco y lo vasto que es el Pacífico. Las posibilidades de que alguien sea encontrado son bastante escasas”, dijo un académico de la Universidad de Portsmouth. Fue ella, la perrita, quien lo salvó, le mantuvo el ánimo. Timothy sabía que tenía una responsabilidad con Bella. Ni él ni el animalito se rindieron. A pesar de lo insólito y difícil que era estar varados en medio de un Océano interminable, a veces temible. 

Alina mi hija conoció a Pablo Marentes cuando ella estaba en Foxcroft, su high school en Middleburg, Virginia. Pablo, amigo desde que fuimos periodistas en la campaña de Miguel de la Madrid (1982), era Ministro encargado de asuntos culturales en la Embajada de México en Washington. Él y su esposa Patricia invitaban a Alina a pasear por la Capital de los Estados Unidos. Alina dice que él le pareció siempre muy brillante e intelectual, sobre todo interesado en escuchar lo que tenía que decir una chica joven, como era ella en ese momento. “Algo muy lindo de alguien sobresaliente como él”. Hombre convencido de izquierdas, lo recuerdo en aquellas marchas al Zócalo y en la terraza del Hotel Majestic cuando creíamos que México podría ser un país mejor, hasta maravilloso. A pesar de una tragedia personal innombrable, dura y dolorosa, Pablo Marentes sigue trabajando viento en popa, actualmente como Cónsul General de México en Austin, Texas. Hace poco estuvo en México y pude abrazarlo en casa de su cuñado Claudio, comimos camarones riquísimos. 

A Colmillo lo bañamos en la lavandería. Después lo peinamos con su cepillo especial y le cortamos las uñas con un señor a cargo de la camioneta de “Estética Canina y Felina Móvil”. Hace seis meses Lourdes Vertiz me dijo que había un refugio de perros no sé en qué colonia, pero lejos, donde podíamos ir a ver. Tachito se había muerto, enfermo de cáncer y yo necesitaba consuelo. Cuando llegamos nos dijeron que solo quedaban dos perros, uno ya viejo y otro que temblaba como una hoja y sin parar. Escogimos al que temblaba. Más tarde el veterinario me dijo, este perro la ha pasado muy mal, pero le será muy agradecido. Colmillo me levanta el espíritu y cura mis dolores. Le grito cuando llego a la casa de algún lado ¿Dónde está mi perro? Se pone loco a brincar y gemir de alegría. Ya no tiembla aunque no le gusta que lo cargue y tampoco quiere dormir en mi cama. Es mi compañero, me acompaña al salón de peinados, al Palacio de Hierro, a las visitas a artistas y exposiciones en galerías y en el coche a cualquier cita. Luego me recoge. Caminamos en las mañanas y en las tardes, conocemos los parques y lagos de nuestra ciudad. La verdad es que la agradecida soy yo.